lunes, 29 de agosto de 2016

JUAN GABRIEL: MÁXIMA EXPRESIÓN DE LA CANCIÓN MODERNA


(Crónica de Abril 12 de 1981)
Cuando Armando Manzanero conquistaba al mundo con su balada “Adoro”, un muchachito de escasos 17 años que se hacía llamar ADÁN LUNA se presentó en un centro nocturno de Ciudad Juárez, su tierra natal, y le dijo al dueño: “yo quiero cantar y sé cantar”. El propietario se pasó el grueso puro que fumaba de un lado a otro de la boca y sonrió despectivo antes de decir que eso lo había escuchado muchas veces y que le había costado sus buenos “del Águila” el hacerles caso a tantos muchachos “que decían que podían”, y a la hora de la verdad resultaban como los fríjoles que al primer hervor se arrugan.
Adán Luna le contestó que con él “el brinco era más corto porque sabía cantar, y si no le gustaba al propietario, pos me largo sin cobrarle un pesote”. Ante aquella decisión no había más nada que hacer y Adán Luna actuó. Entonces se ganó al público según reza la historia de aquella noche inolvidable para el cantautor más cotizado hoy día en América. Y así como las desgracias no vienen solas, tampoco hay que ser tan injustos y se debe admitir que los triunfos se encadenan. Casi enseguida se le abrió camino porque obtuvo su primer contrato que fue  en el centro nocturno “Malibú” cuyo propietario Roberto Sapién también había tenido sus inquietudes de compositor hasta cuando se decepcionó por completo y decidió que  tener un grill era menos complicado y muchísimo más productivo. Por ello accedió a contratar a aquel jovencito de la guitarra que se hacía llamar Adrián Luna y le pagó la fabulosa suma de 10 dólares diarios. Hoy día podría decirse que hasta para cualquier profesional veterano en nuestra patria diez dólares diarios sería un contrato no despreciable. Pero si este chico había nacido en Ciudad Juárez y en Ciudad Juárez mal que bien había triunfado, se estaba desvirtuando aquello de que nadie es profeta en su tierra. No, se encargaba de explicar después el muchacho, y era muy cierto. Nacido en este pedazo de Chihuahua, de padres campesinos que tenían que mantenerlo no solo a él sino a cinco bocas más, el hoy primera figura de todos los hit parades de América hubiera tenido dificultades a no ser porque el viejo Aguilera le gustaba también el canto.  Sí, porque el verdadero nombre de Juan Gabriel, al menos el cantante, es ALBERTO AGUILERA VALADEZ y “lo de compositor e intérprete es algo que se trae cuando se viene al mundo. Por eso yo nací cantante y compositor.”
Esa expresión la lanzó una vez,cuando con solo 13 años  de edad compuso una canción para una velada escolar. Su tema “Tres claveles y un rosal”, fue muy aplaudido, sobre todo por la circunstancia de ser “un escuincle” el autor e intérprete. Vino entonces el deseo de provinciano, porque como dijo una vez Luis Jordán Burgos, “todo provinciano es una mosquita que quiere degustar el inmenso ponqué que es la capital.”  Si se piensa así se  triunfa seguro. Lo que ocurre es que hay otros provincianos que no miran la capital como un ponqué delicioso aunque gigantesco, sino como una enorme montaña que los aplastará. Esa fue la impresión que tuvo Alberto Aguilera Valadez cuando todas las puertas en México se le cerraron. Bueno “todas no,” aclara él. “Se cerraron las puertas de las disqueras, pero subsistí gracias a que otras puertas, las de los amigos capitalinos de los barrios humildes donde pululan las vecindades, esas siempre estuvieron abiertas.” Pero llega un momento en que aun la convicción más firme del propio valor flaquea. Llega un instante en que  aún el optimismo más y mejor cimentado se torna en oscuro pesimismo y aquellas teorías “que el hombre hace su  destino y que nada es imposible, que todo lo que nos proponemos lo alcanzamos” dan ganas de decir “mamola” y largarnos para cualquier parte olvidándonos de todo. Así le pasó al cantante y una tarde cualquiera de un mes de Abril se apenó de recibir prácticamente la caridad de los amigos mexicanos y enrumbó para otros lares. Llegó a Tijuana y se internó por varios años en una Escuela Social por la única circunstancia que el cura del lugar era muy amigo del famoso maestro Solares, de quien aspiraba a recibir algunas instrucciones como en efecto las recibió, en los ratos libres del profesor. Tenía entonces el problema de lo que en Colombia según la región llamamos la papa o la yuca y que en México le llaman frijolitos, problema que se resolvió cuando el Reverendo Juan Galeano, al saber que el muchachito llamado Aguilera cantaba bastante bien, le dio alimentación a canje, por cantar en los coros de la parroquia de Tijuana, aunque algunos biógrafos dicen que fue en la Catedral. No obstante el futuro número uno de la canción moderna de su país no había ido buscando eso. Estaba como en una transición y allí muy cerca de la imagen del Todopoderoso empezó a reencontrarse. Pero viene un  episodio que, aunque triste en su origen determinó con el tiempo uno de los más sonados triunfos discómanos de Juan Gabriel. Es el tema: Yo no nací para amar. Sí, fue a sus 16.Anhelaba tanto el amor…entonces fue cuando regresó a Ciudad Juárez a reponerse de algo peor que los desengaños del disco: el dolor de un amor no correspondido. Fue entonces cuando y por lo que decidió hacerse llamar Adán Luna. Se le había metido entre ceja y ceja que su nombre no pegaba y se afianzó en la idea, cuando, como ya queda relatado, haciéndose llamar Adán Luna consiguió un contrato que le deparaba 10 dólares diarios y que le permitió hacer sus “guardaditos” para tomarse la revancha.
Qué vas a buscar nuevamente a México, le preguntaron sus amigos más íntimos y a continuación le decían: “ya estuviste allá y todo fueron puras  pérdidas”. Pero Aguilera tenía una espina en el alma y estaba seguro que, contrario a lo que decían todos sus paisanos que “a la tercera va la vencida”, él podía triunfar en la segunda intentona. Tan pronto como los 10 dólares diarios ayudados por Cronos permitieron hacerse con pasaje y unos pesos que le permitieran hospedarse decentemente sin recurrir a la mano tendida de los amigos de las casas de vecindad, Aguilera reemprendió el camino a la Capital. Lo pensó mucho en el trayecto y decidió que debía irse a la principal disquera y a la más importante emisora. Nada de medianía ni de aquellos cuentos que no solo en Barranquilla echan que: “te pago poco porque estás empezando pero después, con tu clase, te tapas de plata.” Pero sucedió que algo inesperado le haría cambiar de planes y la mano de Dios Todopoderoso le guiaría por su verdadero camino, porque antes inclusive de instalarse vio un espacio de televisión en el que se presentaban la Prieta Linda y el Mariachi Vargas de Tecalitlán. Se fue entonces directo a Televicentro y, como había leído hacía mucho tiempo que el verdadero nombre de La Prieta era Enriqueta Jiménez, por ella preguntó. Cuando le dijo a la recepcionista que iba en busca de Enriqueta Jiménez, la bella mexicanita dio un respingo y le dijo que en televisión no había ninguna estrella con ese nombre “retefeo”. Aguilera dijo que era bueno que se enterara, que Enriqueta Jiménez no era otra que La Prieta Linda, la célebre cantante de rancheras.
“Y Ud. Cómo lo sabe?” –“Pos, porque somos paisanos”. Con semejante audacia aunque nunca había visto fuera de fotos y cine a la cantante, Aguilera consiguió entrada y a Enriqueta le hizo mucha gracia “la puntada” y lo atendió muy bien.  Tan bien le atendió que cuando el muchacho le mostró su cartapacio, a ella le gustaron algunos temas y hasta los tarareó.
-“Cree Ud que se puede hacer algo con estas canciones?”
-“No solo se puede, sino que se van a grabar, mejor dicho: “yo, La Prieta Linda voy a grabar esta en tiempo de ranchera”. Y tomando “No tengo dinero”, le invitó a ir a los estudios de RCA Víctor. Después de los inevitables preámbulos que con todo y padrino- en este caso madrina- se suceden con los cantantes nuevos, unos meses después, en Junio de 1971 salió un sencillo con las canciones de Aguilera.”No tengo dinero” y “La más querida”, en voz de La Prieta Linda. Un documento fonográfico histórico es el que registra esa pasta Ref: 4972 en sencillo 45 en el que aparece en el paréntesis del autor el nombre de Alberto Aguilera. Sería entonces la misma Enriqueta, quien al saber que el muchacho quería interpretar sus canciones porque ella le había dado la idea de inventar un género, la balada ranchera, le insinuara que con ese nombre no iba a ninguna parte. –“Entonces me haré llamar Adán Luna, con ese me fue bien en…”- “Voítelas!” La Prieta no lo dejó concluir. “Adán Luna es nombre así como para vendedor de tacos y enchiladas. Mira, ahora se usa un solo nombre, y a veces ni eso. Hay que hallarlo y pronto”. Aguilera se acordó que entre sus hermanos había uno de nombre Juan Gabriel que todos en Ciudad Juárez decían que era “rete de buenas” y entonces dijo tímidamente:” Cómo quedará Juan Gabriel”.
De que quedó bien , no hay duda, porque Juan Gabriel empezó a escalar posiciones y ya sin la tutela de La Prieta Linda grabó en calidad de solista. “No tengo dinero”, “Por las montañas”, Como amigos”, “Adiós siempre te vas”, “Siempre en mi mente” y “Siempre estoy pensando en ti”. De allí en adelante, todo le ha sonreído al cantante compositor, primera figura de la actualidad.


Hasta aquí la crónica del maestro escrita como ya dije en 1981. Juan Gabriel consolidó su fructífera carrera de tal manera que se ganó el título de “EL DIVO DE JUÁREZ” y curiosamente pocos días antes de la partida del maestro, mi esposo, Álvaro Ruíz Hernández, al escuchar a la distancia una canción del cantante, me volvió a decir como en otras ocasiones: “Juan Gabriel, de los tres mejores compositores de México: a la par de José Alfredo Jiménez y Cuco Sánchez.”

viernes, 26 de agosto de 2016

MANOLO MONTERREY, GENIO Y FIGURA


Hay personas que, sin tener una gran capacidad, poseen fabulosas  dotes de “metidas” y así, apareciendo donde menos se les espera, logran tal vez conseguir a por lo menos uno que lo apoye, que lo recomiende, y ahí, como pelota de nieve, creciendo con el tiempo. Hay otras en cambio que, más que sobradas en méritos, no son muy partidarias de andar mostrándose y pareciera en cambio como si les gustara la soledad y hasta el anonimato. Y no lo hacen porque sean pagadas de sí mismas y se crean por encima de todos, razón por la cual, siendo seres superiores no quieren alternar con el resto de mortales profanos. No. Ellos son así y tal vez sin proponérselo logran triunfos porque es tanta su calidad, que pese a lo relatado, logran destacar.

MANUEL DAGOBERTO ALEMÁN MONTERREY, perteneció a este último grupo de personas. Realmente el que pertenece a una agrupación siempre tiene que estar posando en segunda fila, y así las cosas, los cantantes de cualquier orquesta de estos países sudamericanos, iban en renglones secundarios, es decir: no Manolo Monterrey con la Billo’s  Caracas Boys, sino Billo’s Caracas Boys canta: Manolo Monterrey, y esto último en letras pequeñitas de aquellos discos de 78 cuya etiqueta no daba para más.
Manolo Monterrey tenía un temperamento algo extraño. No, no era pedante, ni mucho menos grosero. Era de poco hablar y generalmente sugería que entrevistaran a otro “porque ya yo estoy fuera de circulación, chico”, cosa que hizo en la última vez que estuvo en Barranquilla y venían otros de la farándula venezolana, allá por 1994. En la vida de Manolo no hay consignadas giras espectaculares, porque ya dijimos que era cantante de una orquesta, de la cual llegó a ser estrella pero no era solista.
 Manolo tuvo un inicio extraño, pues hasta en eso se diferenció de sus colegas. Llegó a Venezuela en 1939 contratado por Nicolás Vale Quintero que era el director de Ondas del Lago de Maracaibo, pero no fue contratado como cancionero célebre sino como acompañante de Las Guaresitas,  Elvira y Alicia Reynoso, formando un trío y Manolo acompañando una guitarra que entonces medio “rascaba” y según sus propias palabras, se hacía pasar por mexicano y hablaba a la perfección como cualquier ranchero. Muchos se asombran cuando cuando saben de las dotes histriónicas de Manolo, pero no tiene nada de raro, solo que es poco conocido por lo que ya se dijo de él, que no era muy comunicativo. Antes de irse para Venezuela, en Cuba formó con Esteban Mancipe y Flor Robayo, una especie de grupo de teatro, tocaba él la guitarra y actuaba encarnando bobos, borrachos, homosexuales, chinos, gallegos, etc. Prácticamente lo mismo que hizo ya en las orquestas cuando llegó a ellas y que al final lo saturó tanto que aprovechando un viaje por tren cuando estaba con Los Melódicos, tomó una maleta y la botó. Se armó el lío, claro que no apareció. Esa era la maleta donde Renato le guardaba los disfraces con los que se caracterizaba de lo que fuese.  Con Las Guaresitas hizo buena labor, pero no contaban con su astucia, no la del Chapulín Colorado, sino la de Nicolás Vale Quintero quien se enamoró de una de las chicas, Elvira, y se casó con ella. Siguieron Alicia y Manolo, cuentan que contrataron otra, pero el espectáculo no duró sino unos pocos meses más. Ahí entonces comienza verdaderamente la carrera de Manolo, pues cuando llegó a Billo’s ya tenía experiencia con orquestas grandes, pues el mago de música popular, Luis Alfonzo Larraín vio en él condiciones y lo llevó a su orquesta donde hizo presentaciones en vivo pegando temas como “PELOTA”, alcanzando a grabar posteriormente “A GOZAR CON CHANGÓ”, y efectúa su primera grabación comercial: “QUÉ TE PASA” el bolero rítmico de Pedro  Flórez, que curiosamente también fue lo primero que grabó Daniel Santos.  Formó también un trío con Rafa Galindo, que era la primera voz y con el baterista Pablo Mijares de quien confiesa haber aprendido mucho, porque no se crean como la mayoría que Manolo era un simple cantante. Estando con Los Melódicos, era el brazo derecho de Stelio Bosch Cabrujas, quitando aquí, añadiendo acá, modificando aquí para que los números especialmente los que había grabado Billo’s, salieran con toda la fidelidad del original, pero con toques modernos.  Manolo tocaba además batería, era un gran percusionista, tocaba el bajo y “algo tecleaba el piano” como él decía.  A la Billo’s llegó a finales del 45 comienzos del 46, reemplazando a su gran amigo Víctor Pérez quien iba a formar, y en efecto formó, una orquesta.  Fueron doce años con  Billo’s en los que resultó primerísima figura. Estuvo luego con la Sonora Caracas y la agrupación mayor de Carlos Guerra, con Chucho Sanoja, y luego con Los Melódicos para no citar sino lo más destacado. Cuando Renato buscó a Rafa y tuvo a los vocalistas que habían sido deBillo´s , el artista dominicano estuvo buen rato contra las cuerdas, y desde entonces ya Billo’s no era el emperador absoluto porque cuando menos esperaba soplaba “el Ciclón Antillano” Manolo Monterrey en temas hasta de su inspiración, porque también componía, como el caso de “BONIFACIO” que fue éxito insuperable.
Como se ve no he querido hacer lista de canciones porque aun sin hacerla me he extendido demasiado, y es que de Manolo no es posible hablar, siquiera por encima, sin llenar y llenar cuartillas. Sólo quisimos hacerle un escrito al cantante que lo merecía, inclusive de una pluma mejor que yo, pero como esa pluma no la hay o por lo menos no quiso aparecer, me fajé yo. Sobra decir que desde cuando ingresó a la Billo’s, sus temas todos se bailaban y la opinión era: para boleros, La Sonora, pero para guarachas la Billo’s con Manolo Monterrey.
Y así con las demás orquestas con las que actuó y con las que nos regaló 60 años de alegría, pues estuvo “neceando”(decía él) hasta sus últimos meses. Nacido en Santa Clara Provincia de Las Villas el 10 de Marzo de 1917 y fallecido en Caracas, Venezuela, el 25 de Agosto de 1997, MANOLO MONTERREY debe estar entre los más grandes soneros del continente y conste que le tocó ser contemporáneo de vocalistas de alta calidad, como Daniel Santos, Miguelito Valdés y Benny Moré para no citar sino tres. Y con todo eso, cuando “soplaba el ciclón” todo mundo paraba la cola, porque Manolo fue grande entre grandes aunque algunos todavía crean que unas imitaciones eran dignas de comparársele. MANOLO MONTERREY donde quiera que Dios te tenga, que goces de lo lindo con todos esos músicos y cantantes que se fueron antes que tú y que ahora te tienen para ellos solos.
 

jueves, 4 de agosto de 2016

ZAPATERO A TUS ZAPATOS.

LA VIEJA GUARDIA DEL CALZADO

El subtítulo de este relato es para aclarar que el escrito no tiene nada que ver con lo que dicen hace mucho tiempo de personas que no sabiendo hacer una cosa, pretenden hacerla. Hace rato me ha inquietado la idea que el zapatero es una especie en extinción y algunas personas me han dicho que no, que hay todavía muchos zapateros remendones, que en el barrio La Magdalena por ejemplo, en dos manzanas hay como cuatro carajos de esos y por otras partes también. Aún así yo sigo con mi terquedad, porque el hecho que todavía haya 500 ejemplares de una especie animal rara, no quiere decir que no se esté extinguiendo. Así me pasa con los zapateros, quienes me siguen pareciendo que están llevando del bulto, cuando hace muchos años tuvieron su “belle epoque” y ahora que hasta el mismo presidente de la República usa tenis de colores, los hombres del cuero y las  hormas deben estar viéndolas negras. Y quiero, no para presumir sino para presentar como carta credencial, advertir que tengo bastante conocimiento de la materia porque mi primer empleo fue en una firma (Arrázola y Cía) que tenía una sección de calzado de exportación. De paso, increíble: en el año 50 Barranquilla le vendía calzado a Bucaramanga y Medellín. Por supuesto, Arrázola no fue el primero, pero sí estuvo entre los pioneros de esto y después los cachacos aprendieron y nos jodimos. Arrázola y Compañía hasta quebró en el 53 y los hermanos uno de los cuales llegó a ser padre de la Virreina de Belleza de Colombia en el 70, Clemencia Arrázola Gómez, tuvieron que montar una cajita de cambio en el centro. Pero aquellos tiempos buenos cuando Barranquilla brillaba tuvo grandes empresas de calzado como la Industria Barranquillera, Chavalita, Camodi, que su dueño Carlos Molina Díaz montó con la plata que se ganó en un 5 y 6, Calzado Ideal de Rafael Barreto y otros que no tenían nombre oficial pero eran importantes como el de Marcos Mendoza en la calle 35 llegando a la 29 donde trabajó el flaco Cepeda, el primero que se disfrazó de muerte, el de José González o el del hermanastro de Barreto a quien conocí como Angel Castro y después se presentaba como Efraín, y también las de los italianos Vitete en Chiquinquirá y Di Gregorio y el polaco mi entrañable e inolvidable amigo Beny Wodnisky, sin mencionar otros porque me haría interminable y dejaría en el cuarto oscuro a Calzado Ducal, creadores de los mocasines y el calzado para dama ballet Ducal: “la música hecha calzado”; Cozzarelli hermanos, Calzado Ópera, La Francesita, el Piave, Calzado El Po y “ qué sé yo”.  Por cierto que el zapatero puede ser de los pocos que tenga dos refranes: el otro es “lunes de zapatero” , dicho no totalmente cierto, porque aunque plagiando a  Miguel Nule: “ ser borrachón es una condición inherente al zapatero”, los que trabajaban en empresas organizadas se cuidaban de no amanecer enguayabaos los lunes. Pero los otros, los dueños de “yolis”(talleres pequeños) o que tenían su banco en la casa, esos sí…hágale. En Arrázola y compañía yo recién graduado, pelao, tenía prácticamente a mi cargo esa sección y veía todo el engranaje de la actividad: cortadores, plantilladores, guarnecedores y zapateros de banco, y me familiaricé con herramientas como el burro, que calentaban para “lujar” ( aplicar y dar brillo) a los cercos volados, porque había también planti suela puntiagudos y de dos tonos, para imitar como en tantas otras cosas a los cubanos. Aquella pinzas pico e’ loro con las que estiraban las capelladas que ya debidamente diseñadas por el cortador modelista, tenían que “montar” en la horma respectiva. Los tacones de madera forrados de cuero devastado y con base de suela primero y posteriormente de caucho comprados hechos. Las máquinas especiales para guarnecer… la vieja gloria del futbol Gilberto Arias Peralta “el sapo” era guarnecedor donde Arrázola y Cía., lo mismo que la gran basquetbolista selección Atlántico María Vargas, que se codeaba con Flor Lascano la estrella, y tantas otras cosas. Bueno para irles dando forma al final porque se amaña uno y se va alargando, digamos que Barranquilla fue en todos esos años 40s y parte de los 50s tal vez el centro número uno productor de calzado en Colombia, para honra de sus zapateros borrachones de entonces. Porque realmente el zapatero era “espantajopo”,  embustero, mamador de gallo, hablaba como el carajo, y se las tiraba de cantante, y mientras hacía su labor se jalaba los boleros de moda. También tenía la costumbre del “diario” que consistía en que tenían que darle –en aquel tiempo- un peso todos los días de lunes a viernes, y el sábado recibía la paga mocha, y después a beber ron y a quejarse de la vida y del presidente de turno. En Arrázola yo mismo les entregaba cinco pesos los miércoles en la mañana porque los directivos decían que esa vaina de estar dándole plata todos los días era un sebo, y lo mismo era en Faitala, en Juan Juha, y las demás empresas organizadas ya mencionadas o sin mencionar, porque como les anoto siempre, no es que las ignore, sino que no cabrían. Sí, diga lo que diga cierta gente, el zapatero es una especie en vías de extinción. Lo que pasa es que hay berracos como el que tenía el puesto en la puerta de Avisos Ortiz, del gran compositor Nicolás, que ese trabajaba duro como en los tiempos de la media suela y la suela entera, con o sin tacón. Y hay otros como mi querido amigo Raul Pinto de la H. “las manos que diseñan” que ni de vaina que se “rebaje” a poner un banco de zapatería en la calle, aunque es un fabricante de calzado que así es como les gusta a ellos que los llamen, completo y competente, y por eso solo trabaja en “Marvila” del ”colorado” Toño Acuña que también las está viendo negras. Digo al terminar que también pocos oficios como el de zapatero han provocado discos con cantantes famosos, películas, especiales periodísticos, y refranes (otro más) “la horma de tu zapato” que durarán toda la vida. Ese es el benemérito zapatero remendón a quien el extraordinario Manolo Monterrey le cantó un gran éxito con Aquella Billos como fue Jacobo Basura.