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en cambio yo considero que debes
sentirte feliz por todas las cosas buenas que puedes disfrutar en ese país
donde vives, minimizando la nostalgia del terruño y el recuerdo de los tiempos
en que todo era mejor. A tí te cabe aquello de: “ ojos que no ven…” porque tu
corazón sufriría mucho más al poder
apreciar en lo que han quedado tantos recuerdos, tradiciones y lugares comunes.
Y no es que quiera despotricar de la actualidad, sagrada para todos a quienes
les pertenece, sino que me disgusta al compararla con lo que acontecía en aquellos tiempos. Y
para qué te cuento las “cabreadas” que me pego a diario por distintos motivos
.Para muestra: la hija menor de un vecino, una pelaíta de sólo doce años, no
quiere ir a hacer un mandao, y eso que la tienda le queda a unos cuantos metros.
La hermana mayor se enojó y hubo pelotera generalizada. Te acuerdas cuando
nosotros éramos pelaos? Los mandaos eran una obligación seria en lo que a
aceptarla y cumplirla se refería, y había que levantarse a las cinco de la
mañana a buscar la leche de potrero donde la señora gorda aquella que tenía una
vaca de patio llamada “ Mariposa”, entonces no había la ganga de comprar leche
refrigerada en las horas de la noche ni el pan con auto servicio, por lo cual
uno tenía que estar en pie con las gallinas y con los soldados del Batallón La
Popa porque había también que ir a buscar las arepas donde la niña Eladia o los
bollos limpios donde la “Mona” Pernett. Y
ni domingos ni feriados descansaba uno porque esos días era peor: el
papá o el hermano mayor estaban “enguayabados” y se les antojaba chuleticas o
huevos con tocino y había que arrempujársela a pie hasta la matanza clandestina
del tuerto Bornacelly, mucho antes que el negro Adán fuera líder del negocio; y
todo era lejos, oíste, porque en la tienda del viejo Custodio, que nos quedaba
más cerca, lo que vendían era guayaba del palo de la casa, arropilla y
guarapito del colorao. Y no es que uno no se cabreara, porque íbamos
corriéndole la madre a la vida y renegando de la condenada suerte, pero nadie
se atrevía a decir que no. La disciplina hogareña de aquellos tiempos no lo
admitía y eso fue una especie de servicio militar que nos hizo adquirir la
dosis de resignación necesaria ante tanta estupidez como la que tendríamos que
ver después. Ejemplo: la del deportivo de la televisión que en un evento
celebrado en Acapulco, en el estadio había una banderola que decía GUERRERO y
el tipo con cara de bobo preguntaba cada rato: “ quién será ese señor ah,” .Bueno
él diría que las estrellas de T.V. sobre todo
las deportivas no tienen por qué
saber que Acapulco queda precisamente en el Estado de Guerrero, México. Los
pantalones cortos, realmente me sorprende, porque en el país donde tú vives
hace mucho nos mandaron junto con otra sarta de vainas esa que no es más que
calzoncillos , sólo que en distinta tela, con franjas a los costados o leyendas
en el poto y que hace ya mucho tiempo lucen montones de piernipeludos o
tolillos pelaos por ahí. Es que ahora la vaina es al revés porque mi
bisnietecito que solo tiene dos años, ni de vainas que quiera salir en
calzoncillos, mientras que un vicario otra vez les digo que “cucho” es cachaco,
que tiene las piernas como el “curvo” Harris ( te acuerdas, aquel primera base
panameño que trajo el ARMCO )anda siempre mostrando los palos de escoba que
tiene por extremidades. Me dices también que me escribes a mano y que mi
respuesta sea igual, recordándome un detalle emotivo: que todavía conservas
aquella carta que le hice a Clarita y que cometí la maricada de mandarla
contigo, midiendo tú uno con ochenta y yo uno
con sesenta y cinco; eso sí ignorando que tú estabas tragado de ella;
pero me acuerdo también que te jodiste porque Clarita que no le gustaba el
basquetball aceptó fue al pequeñín de “Ñaño” Sánchez que era pelotero. El caso
es que nadie hoy escribe a mano hombre, casi que ni a máquina, el computador ha
acabado con todo eso y por ahí muy de vez en cuando se recibe la carta
mecanografiada de un abogado que recuerda que alguien no ha pagado las dos
últimas cuotas de cualquier vaina, o la
de la casera diciendo que “el pago es adelantado y a fecha 3, todavía no se ha cancelado el
mes en curso”. En ese aspecto sí me he contagiado con lo moderno porque no
escribo nada a mano desde que el Banco me canceló la cuenta por bajo promedio y
lo único que yo hacía manuscrito eran cheques generalmente posdatados. También
pides que recordemos nuestra época de bancarios. Cómo olvidarla, si esos
“cobradiario” disimulados y con nombres elegantes, cada vez están peores en
servicios y cobran hasta la mirada a los cajeros(as) malucos que tienen
.Igualito a entonces cuando en nuestro Banco trabajaron una candidata a
señorita Atlántico, una ex reina del Carnaval y una Reina del Mar .Y los
programas de radio? Vaya si es emocionante recordarlos. El que mencionas y
también “CONTRAESPIONAJE” que fue primero que “EL CAPITÁN SILVER” y muy
anterior a “OJO DE ÁGUILA”. Finalmente, eso de “la radio actual ya que formas
parte de ella” no lo puedo contestar por razones comprensibles .En otra ocasión
te escribiré sobre eso porque recuerda que no me gusta escribir a mano y ya es
tiempo de terminar. Y en cuanto a que antes había más madurez…seguro! Hoy somos
tan maduros que no nos dejamos llevar por pendejadas como coleccionar tapas o
envases a ver si conseguimos el carro que no hemos logrado tener camellando.
Maricadas esas. Bueno hermano te dejo porque uno de mis nietos adolescentes
entró muy contento .Con suerte es que le salió la otra mitad del micro ondas,
porque la otra parte me salió a mí la semana pasada.
Afectísimo
amigo.
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