No fue en el Lp Machuca
10042 que se convirtió en gran éxito y que se tituló “EL VIRTUOSO DEL ACORDEÓN”
cuando se le asignó ese mote artístico. Morgan era conocido así en
Barrancabermeja años atrás cuando era el fuelle estelar del conjunto que
comandaba Carlos Román: “LOS VALLENATOS DEL MAGDALENA” al que llegó a ocupar la
plaza que dejó vacante Aníbal Velásquez en 1959 cuando se retiró para formar su
grupo. Un 17 de Diciembre en lo que es hoy calle 72 y en aquellos tiempos era
llamada Calle 10 del Prado cuando no había la nomenclatura, en el cruce con la
carrera 49, MORGAN BLANCO le dijo “hola” al mundo. No había cumplido los 17
años cuando MORGAN ENRIQUE BLANCO BORRERO comenzó el aprendizaje del acordeón y
a poco ya tocaba “El ramillete” de Abel Antonio Villa y se sabía todas las
canciones de Los Vallenatos del Magdalena; pero como acordeón solo no hace
nada, se alió a unos muchachos del barrio y formaron el conjunto “Caldereta”,
llamado así porque de él formaba parte Lucho Better, muchachón también que ni
soñaba con ser pianista y reventaba las latas de manteca a manera de bongó.
Estaban también Carlos Perdomo, “Come cuero”, que tocaba la caja de caña, y
completaba el elenco Francisco Reyes con la guacharaca. Romancito y su conjunto
tenían programa todas las noches por la Riomar del viejo Meza y Morgan que era
asiduo escucha del mismo notó que Los Alegres Vallenatos fallaron una semana
completa. Ni corto ni perezoso fue a ofrecer sus servicios al empresario. Los
animadores del programa que eran Orlando Rodríguez y Roque Celia se
entusiasmaron con su ritmo sobre todo porque podía tocar el fuelle exacto a
Aníbal Velásquez la estrella del acordeón en el conjunto, que se había retirado
y Lisandro Meza luego de un intento fugaz, no dio la talla y de ahí las
ausencias del grupo. “Total que me contrataron” cuenta Morgan “y me pagaban $10
pesos por programa”. Así pasó a alternar con los consagrados Román y dado el
modo de ser de Morgan, bien pronto también se amistó con el gran Aníbal y con
los Romancitos y los Velásquez puesto que él estuvo desde antes de irse Aníbal,
haciendo algunas suplencias; pero como Morgan siempre admiró a Aníbal,
rápidamente se fue aprendiendo el repertorio hasta que lo reemplazó con todas
las de la ley. Estando vivo Robertico Román, Morgan no logró hacer grabaciones
con ellos, pero sí estuvo en muchísimas presentaciones por todos los sitios de
la Costa. Luego el conjunto estaba condenado a sufrir otra baja cuando el
nefasto 11 de Enero de 1957 Robertico falleció de una vieja dolencia. Su
hermano Carlos continuó en la lucha, pero los tiempos habían cambiado lo suyo y
el conjunto se denominó SONORA VALLENATA, haciendo Morgan hincapié en que
fueron LOS PRIMEROS en hacer una agrupación con fuelle, trompetas, bajo, ritmo
etc y llamarla Sonora y desde entonces eran anunciados como La Sonora Vallenata
de Carlos Román y el virtuoso del acordeón Morgan Blanco. Es de recordar aquel
famoso número “bonito que toca Morgan/ y canta Carlos Román/y con su buena
trompeta/ el maestro Pacho Galán/”. Entonces sí que el acordeonista
barranquillero grabó mucho y muy buenos temas: “Empújale la aguja”, “El gato de
lujo”, “Materile” entre otros. Con posterioridad cuando el morocho gringo
Chubby Checquer impone el twist en el mundo, La Sonora Vallenata con Morgan en
el fuelle hace una gran travesura que el público acoge con delirio: Twist en
acordeón y salen con exitazos de carnaval como “Welcome” y “Eso no lo digo yo”.
Aquí el artista pide que esto también se le ponga en negrilla “fuimos los
primeros en grabar en inglés (claro el de Carlos) aquellos temas acompañados de
acordeón”. Fueron casi 10 años de actuaciones al lado de Carlos Román
alternando las grabaciones con el crédito para su conjunto. “Me explico:
algunos temas mencionaban solamente a Román y otros se etiqueteaban como Morgan
Blanco y su conjunto y ahí cantaba Román, estando en ambos los mismos músicos”.
En ese tiempo Morgan viajó por toda Colombia presentándose con éxito en
Venezuela, Panamá, y Centroamérica. También graba dos volúmenes instrumentales
para una disquera americana en los que se incluyen temas de Rosendo Martínez,
Nicolás Ortiz autor de Promesas de cumbiambera, y del propio Morgan. Hay que
recordar otro tema que viene a cuento en la temporada de carnaval: “dicen que
Lallo se fumó un tabaquito/ dicen que Lallo se fumó un tabacón/ y después que
se lo fumó /ahí se formó tremendo vacilón/ tremendo vacilón/ se fumó un
tabaquito/ tremendo vacilón/ se fumó un tabacón/”. Cuando el otro hermano Román
se va también al Seno del Señor, Morgan conserva el conjunto y su siguiente
impacto es “Ramita de Matimbá” una creación de Rosendo que fue y es de primera.
En este punto Morgan hace reconocimiento a quien ha sido el ÚNICO en ocuparse de él como Dios manda,
igual que con otros artistas del terruño y de la región. También quiere
mencionar a los integrantes de su conjunto: los hermanos Blanco (3), que se
ocupaban de la caja, el güiro y la timbaleta, Pascual Vásquez en la tumbadora y
Ciro Pérez en el bajo. Del mismo modo a los vocalistas que ha tenido la
agrupación a través de tantos años: Pepe Molina, Lucho Pérez, Eliseo Herrera y
Gustavo Barros único que sobrevive.
Adelantando en el tiempo Morgan pegó otro gran tema: “Lo lindo de la
vida es la mujer” y ya no nos sorprende: ese año NADIE lo contrató y sí
trajeron combitos venezolanos de media cuchara. Resentido? Pregunto yo. “No
hermano, ya sabemos ciertos artistas que nadie es profeta en su tierra y por
ello es probable que deje mi tierra con mucho pesar, pero cómo se hace. Qué más
puede hacer un artista que pega un disco 12 o 14 semanas en el hit parade y no
le ofrecen ni un mal baile? En cambio Venezuela y Panamá me llaman”. Alguien
opinó que se debía a que Morgan no era “metido”. Morgan nada dijo pero yo
respondo por él: Acaso necesita un artista que está en los primeros planos en
todos los tiempos, andar metiéndose por los ojos? No. Él se mete por los oídos
con sus canciones que pegan y después se siguen recordando. Yo termino
preguntando a Morgan si en su estilo hay influencia de Aníbal y con
espontaneidad responde. “Si, Aníbal es un maestro, su influencia va en mí y por
eso no me considero acordeonista de vallenatos sin que esto quiera decir que no
mire a esos artistas grandes especialmente a Alfredo Gutiérrez”. También como
de Aníbal y Gutiérrez, de Morgan
quisieron opinar que no sabía tocar vallenato pero qué tal Aníbal que desde los
15 años tocaba los aires de la “yuca” con toda propiedad? Y le tocó hacer con
Los Vallenatos del Magdalena varias interpretaciones de paseo y merengue puro y
baste el caso de haber hecho la grabación original de “La casa en el aire” y de
Gutiérrez les parece poco tres veces Rey Vallenato. Así Morgan cuando el caso
ha llegado ha tocado no digo vallenato. Ese es un grande.
miércoles, 27 de julio de 2016
MORGAN BLANCO! GRANDE SIN PRETENSIONES
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jueves, 21 de julio de 2016
LAS SALAS DE AQUELLAS CASAS
Pero
hay que hacer puntualización porque podrían creer que nos ubicamos en las casas
del año de misiá escopeta cuando se mudaban los techos de enea cargando las
cuatro astillas y las paredes se tapaban con boñiga e vaca y tierra. O bien
pueden asumir que el pronombre demostrativo le cae a aquellas casas que eran
como unas fincas, que ocupaban hasta dos manzanas y empleaban un ejército de
servidumbre, como la de Alzamora que terminó siendo funeraria y hasta pa’ eso
fue grande. O la de Rodolfo Eckard que una picota criminal convirtió en unas
casitas de avispas. No, debe ser un término medio cuando ya los dueños se iban
inclinando por casas más pequeñas y aún así, tenían sala, antesala, comedor,
corredor, patio, cuatro cuartos, portón y portoncito: uno un cipote portalón de
madera forrado con zinc que se usaba no habiendo carro (automóvil) para el o
los dos carros de mula que se utilizaban o para los cuatro burros que por ahí
entraban y salían y la puertecita en que convertían las cajas de aire, una
entradita para llegar a la casa metiéndose sin que alguna visita inoportuna ,un
cobrador o algo parecido se diese cuenta que el tipo había llegado. Bueno esas casas
parecían como fabricadas en serie: un frente rectangular y sin atractivo, con
dos ventanas y una puerta de madera y con aberturas individuales en lo que era
la sala, y dos ventanas en los cuartos. Casas, ya de teja aunque malas,
quebradizas, de culatas empinadas, sin cielo raso, y la herencia de las casas
de paja: murciélagos guindando en el techo y telarañas en los rincones.
Invariablemente pintadas de blanco, con una franja roja o como en alarde de
originalidad, color ladrillo y las puertas verdes para prestarles el mayor
parecido posible a un cotorro. Eso sí; había algo en que la rivalidad no tenía
límites y uno hoy y desde mucho antes, veía con asombro el montón de cosas que cabían en una sala: eran los adornos que,
casa que se respetase debía tener en abundancia, finura, atractivo, tamaño,
precio y gusto para colocarlos. Bueno todo esto si podía llamarse buen gusto
clavar en lo alto de la pared frontal de la sala el retrato pintado al crayón
del dueño o la dueña, verdaderas realizaciones artísticas de los tipos que
alguna vez con foto agüita lo retrataron y que luego otros no menos ingeniosos
las dibujaron
debidamente ampliadas como en formas de semicírculos y cambiando los harapos que tenían años atrás por saco,
corbata, chaleco, y hasta reloj de bolsillo en los hombres y sustituyendo el
horrible sombrero de loca y las candongas y el cuello alto de las mujeres por
cabelleras sueltas, cejas a lo Greta Garbo, escotes atrevidos para la época y
camafeos en sus ebúrneos cuellos. Pero si hubiera sido eso todo; la pared que
separaba la sala del comedor tenía a lado y lado unos boquetes semicirculares
que después convirtieron en arcos amplios desapareciendo las puertas
intermedias. Bien, allí colocaban todo lo que Ud pueda imaginar: gatos grandes
de porcelana que hasta usaban corbatín rojo .Damas antiguas de distintas cortes
y de diferentes reyes, ballerinas en pleno pase, caballeros con pelucas
empolvadas, calzones bombachos, libreas y zapatos con hebillas. Del otro lado
estaba otra fauna y nunca mejor empleado el término: perros, leones, elefantes
con el acápite cabalístico que tenían que ser impajaritablemente tres: uno
comprado, otro regalado y el tercero robado. Y eso sí: todos con los jopazos
hacia la puerta de la calle porque si no, no servían. Ya con esto hubieran
bastado en estos tiempos para recluir a los dueños de casa en un asilo de
bipolares, pero no. Había más: las paredes no podían estar “peladas” so pena de
ser descalificado el amigo por mal gusto. En ellas estaba una foto de la
hermana mayor, el bollo de la casa, cuyo principal atractivo era un diente de
oro ante el cual el de Pedro Navaja era una simple calza chispita. Y la chica
luciendo la última moda. El permanente que dejaba el pelo como cualquier
palenquera porque decían que el cabello rizado era el último grito de la moda.
No les dije que eran “retratos iluminados”, porque aunque no había foto color
todavía, otro artista del género las pintaba con acuarelas y/ o lápices de
color. Pero el buen gusto llegaba hasta colocar debajo de esa foto tres o
cuatro almanaques de motivos más dispares: paisajes, chinos, palmeras y playas
y…qué carajo. Y vámonos para la mesa de centro porque ya es tiempo. Y esa era
en verdad la central de tanta bisutería ridícula. Allí en toda la mitad se
colocaba un tarro o recipiente de hierro
colado que contenía flores. Los primeros días eran naturales, pero como
cambiarlas era una labor hijuemadre, se optó por las flores artificiales que a
leguas se notaba que no tenían ni la n
de natural; es decir: nada. Allí había muñequitos de toda clase y tamaño,
cajitas de música cuyo sonido era el mismo en todas. En un tiempo los tapetes tejidos a mano, uno
para cada adornito, después reemplazados por los de tela y luego mimbre, y
pasando al plástico años después para su desaparición total. Allí había para
terminar simbólicamente porque se quedan muchas cosas, vasos y copas finas, que
rivalizaban con los floreros importados llamados “tangos” que se colocaban en
cada esquina de la sala, y las poteras en cuanto espacio libre hubiera. Cosas
como las relatadas no dejan de sembrarle a uno la inquietud que se renueva en
cada generación. Sí eran tan bellos y
distinguidos aquellos escenarios que eran las salas de las casas? Es natural
sobre todo cuando nos consta que el nivel cultural de muchos ricachones de
cuatro pesos no era ni el mínimo requerido para observar algo de etiqueta…qué
digo etiqueta, de URBANIDAD porque siendo niño nos tocó ver a varios señores
que comían descalzos después de haberse furucuteado los dedos de los pies. En esta
forma amigos ni todos aquellos adornitos de celuloide primero y de loza
después, ni todas las geishas y las sirenas que adornaban la mesa de centro, ni
los conejitos de felpa un poco ordinaria que su blancura disimulaba, ni las
escupideras de bronce y algunas con baño de oro que se colocaban al lado de
cada mueble de marquesita en la sala, ni todo aquel despliegue de ostentación
que no buscaba más que un lucimiento personal que nunca llegó, bastan hoy con
toda y las malas costumbres para descalificar aquellas personalidades. Y todo
ante la mirada avergonzada y el bajar de los ojos de quienes hemos osado muchas
veces en destacar lo pasado como lo mejor que ha habido y habrá. No. Como en
todo tiempo en todas partes y en todas las cosas, ha habido lo bueno y lo malo
y el pasado no era invencible “ningún campeón lo ha sido” y por lo tanto
aceptemos los vicarios recalcitrantes, que en nuestra época también se cocieron
habas.
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martes, 12 de julio de 2016
TITO CORTÉS : RELATO INÉDITO,PÁGINA SUELTA.
En el año 52 se hizo popular guiado por cuatro manos prodigiosas: las de
Edmundo Arias primero y las de Juancho Esquivel después. Se supo cuando como
era forzoso sus grabaciones sonaron en Barranquilla, que era un joven llamado Luis Alberto Cortés
Bonett que a la sazón no llegaba a 24 años, que era tumaqueño y que había
tenido inicios en el vals, el bambuco y el pasillo hasta cuando Edmundo Arias
le dijo que con eso no triunfaba nadie y le arregló una vieja guaracha que inmortalizó Antonio Machín allá por los
años 30s , “Lola” y se lo entregó a Juancho Esquivel diciéndole que el tipo
tenía con qué, y que lo único malo que había que quitarle era que le gustaba
imitar a Daniel Santos. La verdad es que si alguna vez lo hizo no tuvo gracia
para eso, pues no sólo yo sino muchos acá no le hallamos nunca ningún parecido
con el Jefe, lo que quiere decir que Juancho le pasó papel de lija. Pues bueno,
cuando pegó aquí “Lola” y “No es un gato”, llevado de la mano de Edmundo y su
Cabecenido, logró éxito hasta el punto que César Pompeyo lo ocupó para que
hiciera unos toques con él y se presentara con La Sonora del Caribe en el viejo
Radioteatro del patio de La Voz de la Patria. Cuando Edmundo se enteró se alborotó
el copete y dijo: “ lo que faltaba, las réplicas de Daniel Santos y La Sonora
en Barranquilla”, le cantó la cartilla y se comunicó con Juancho y le dijo que
lo metiera en cintura porque si no, jamás contara con él. Con el Conjunto e’
Barú como llamaba Juancho a su grupo entró por la “vela e sebo” y pegó dos
formidables palos: “Carnaval” y “Tarde de Julio”. Y por la cuenta que le tenía,
el gran maestro momposino le permitió que hiciera los temas “Como las olas”, “Ruego”
y sobre todo el éxito “Eres tú” que el gran Esquivel le hizo especialmente a
quien fuera su adorada esposa. Pero ahí mismo le produjo exitazos como “Por qué
fingir” y “Abandono” y con ese bagaje ya lo llamaron para que actuara en un
programa de radio teatro por la extraordinaria Emisoras Unidas al lado de
Morenita Rey. Era esta una chica curiosamente nacida en el mismo año que Tito
(1928) y que estaba viviendo allá por 1954 finales sus 26 años; le decían “La
Renegada” porque nadie supo con certeza dónde vio la luz pues ella decía que
había nacido en Argentina y otras carretas como la que era sobrina de Libertad
Lamarque. Los españoles garantizaban que era ibérica y ese motecito que tenía (
pues su nombre era Amelia Ruiz Molina), huele a leguas a ibérico. También
aparentó ser mexicana y muy cierto es que actuó en Radio Progreso de La Habana
al lado de Bienve y de Miguel D’ Gonzalo en un par de programas. Bueno todo eso
le sirvió para el cuartico de hora que tuvo pues grabó unos discos y logró
apilar un volumen que llamó “La Renegada”, aprovechando el calificativo que en
España le daban con desprecio. Cuando llegó a Barranquilla le dijeron que iba a
actuar al lado de la primera figura del canto popular nuestro, y ella, bonita
eso sí, miró de soslayo al carajito aquel, Tito que Dios me perdone y él
también porque fue brother mío, pero era maluquito, ordinarito y no se sabía
vestir, con un vestido bocadillo sin corbata y el cuello de la camisa como los estudiantes
del San Roque: con el cuello afuera, abierto y una medalla en el pecho. Para
colmo aquella noche el aire acondicionado central correspondiente al radio
teatro, lujoso, se dañó y Tito recostado al piano del “Tigre” García sin saber
que los micrófonos estaban abiertos, mientras Morenita Rey hablaba a su público
de sus actuaciones en Cuba, soltó esta ensarta de perlas: “ nojoda cuadro,
cipote calor que hace aquí (menos mal que no empleó el c..que se usa ahora) y
esa vieja hablando mierda ahí.” Ni siquiera el público que no era de lo más
fino, pasó por alto aquello y cuando cantó “Tarde de Julio” casi ni le aplaudieron.
Al ratico emparapetaron un ducto de los estudios que quedaban en alto y la
temperatura mejoró. Quien no mejoró fue Tito a ojos de todos, comenzando por
sus fans, que después de todo fueron-vistos hoy- hasta injustos. Qué tanto dijo
Tito que no hayan dicho hasta escritores consagrados? Menos mal que él estaba
en racha y al ratico hizo Tuntuneco, Michín, el bolero Punto de reunión, “Cansado
de ti” que fue una joya y otros temas, y
eso sí: no volvió por aquí. Después la venida de Daniel Santos y la llavería y
compadrazgo que con él hizo, le acabó de arreglar el chico hasta el 60, cuando
pegó un tema que todavía le suena: “Por qué
no me comprendes no sé por qué me hieres/ no sé por qué tu quieres matar mi
corazón”. Él ( no lo supe por nadie), nos lo contó a Nolasco Solano puntero de
enorme parecido con la primera voz de Los Diamantes Enrique Quezada y a mí una noche en Bello Mar cuando quedaba en la 34
con 32,que una vez en un pueblo de Venezuela se encontró con Morenita Rey y
ella ni lo volteó a ver. “ Ah nojoda, que coma m…” Tito…genio y figura hasta la
sepultura. De él tenemos muchas otras cosas pero ya habrá tiempo. Por ahora
ojalá gocen esta.
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domingo, 10 de julio de 2016
AQUELLOS REMEDIOS CASEROS
Lean
bien por favor: CASEROS y no me vayan a salir que no incluí las inyecciones de
meao de perro, las pastillas de tiza molía, o los ungüentos de tierra con
mentol porque el título habla por sí solo. Ahora parecerá increíble pero en un
tiempo fue cierto y hasta funcionaba algunas veces. Que el bebé tenía hipo? Se
le ponía un hilito, mojao de saliva, en su arrugada frentecita, y santo
remedio. Si ese mismo bebé u otro tenía pujo, eso era porque lo había estado
visitando alguien que acababa de tener coito. El remedio era poner al niño en
el suelo y caminarlo en cruz un par de veces. Que alguien le dolía el oído?
Vuelta al algodón empápelo en leche materna y colóqueselo en la cavidad
auditiva durante un rato. Listo. Para el dolor de cabeza hojas de matarratón
frescas y colocadas bajo un sombrero o gorra. El horrible dolor de muelas sí
que tenía ensayos; pero lo efectivamente comprobado era un algodón ( y dale con
el algodón ) empapado en creosota y colocado en la caries. Daban también algún
resultado el clavito de comer, el ácido fénico,( este cayó en desuso porque
algunas chicas se suicidaron con él ) y la esencia de clavos. Las inflamaciones
de cualquier tipo eran curadas con cataplasmas de muchas plantas - y asómbrense
Uds – hasta de boñiga de vaca. La caspa,
la seborrea y hasta el pelo “cucú” tenían en la corteza del guásimo su
mejor aliado .Otro mal que dio siempre mucho que hacer fue el posterior y
eufemistamente llamado acné juvenil y que en aquel tiempo se le llamaba
simplemente espinillas y no era potestativo de los jóvenes porque había muchos
viejos con la cara como un anón. Eso sí fue sufrimiento de hombres y mujeres
que ensayaron todo desde la masa para las arepas hasta la más sofisticada
crema, hasta cuando empezó a verse algún resultado positivo en –quién lo
creyera- la cera del oído aplicada en las porquerías esas. Finalmente el Dr
Pachito Lugo primer médico homeópata que hubo en Barranquilla en la calle 37
carrera 29, les hizo ver a tanto cabeciduro que esos barros y espinillas no
eran cosa cutánea sino estomacal y empezó a fabricar, recetar y vender la
levadura de cerveza que fue milagrosa. Los malestares estomacales se curaban
con almidón –sí ese de las cometas- polvo disuelto en medio vaso de agua y una
pizca de sal. El limón era milagroso ya que servía para infinidad de cosas
desde cortadas y raspones y magulladuras hasta en irritación en los ojos pasando por mal olor
en las partes púdicas. Cuando se producían comezón o rasquiña en medio de los
dedos, más producto de la pecueca que de cualquier otra cosa, se utilizaba leche de coco y a veces
matarratón molío, tibio y friccionado. Entre paréntesis, no nos digamos
mentiras: a Ud, a mí, a todos cuando éramos pelaos nos gustaba andar descalzo y
si no lo hacíamos por gusto era a la brava porque el veintiúnico parcito de
zapatos había que cuidarlos y el que usaba chancleticas era llamado marica,
cosa que no importaría hoy en los tiempos de Gaviria, pero que en aquel
entonces era horroroso, por lo cual andábamos con las rodillas, tobillos,
talones y demás, heridos y nos los curaban a lo burro, con limón, vinagre,
yodo, y cualquier polvo que se les ocurriera pero que ardía como el carajo.
Había otro remedio para esos casos que llamaban “manito de Dios” y que no era más
que una mezcla de aceite de cocina, alcanfor y azufre. También existía el
insólito procedimiento de aplicar queso frito en las picaduras de insectos, que
según no sólo aplacaban el dolor sino que combatían la posible infección. Había
igualmente cantidad de yerbas, semillas, y hasta trocitos de árboles que
cocidos o rayados, servían para muchas cosas. Las llamadas tomas estaban a la
orden del día: el pitomorreal, el llantén útiles en afecciones auditivas, la manzanilla,
la llamada cola de caballo, el romero para el cuidado del cabello y para
tinturarlo de rubio, y la quina efectivísima para la fiebre. El bicarbonato
para muchísimas cosas, desde la mala digestión hasta el grajo, pasando por la limpieza
de dientes y que llegó al hall de la fama cuando la mismísima Compañía Colgate
Palmolive lo introdujo entre los componentes de sus famosas cremas dentales. Y
qué decir del permanganato sustancia que diluída en agua tibia era un
antiséptico de alto poder cuyos mayores índices de venta estaban entre “las
niñas” que ocupaban piecitas en el barrio Chino. En fin, tantas cosas de las
cuales se obtenía hierro para los anémicos, y calcio para los debiluchos, pero
quiero cerrar con el cicatrizante más berracamente doloroso que hasta aparece
soterrado en un disco famoso. Me refiero al piedralipe que sanaba lo que ningún
otro remedio había podido sanar; pero a qué precio: al precio de un dolor tan
intenso que provocaba correr en lo posible. Tanto que ( y seguro estoy que es
la primera vez que lo oyen ) fue el causante de que el pobre Migue se recluyera
en una montaña pues sucedió que el señor Canales tenía una “ñoma” de burro en
el “ñango” que nada se la curaba hasta que alguien le recomendó piedralipe, se
lo aplicaron y el pobre Migue salió gritando y en carrera limpia para
refugiarse en la montaña prefiriendo convertirse en ermitaño antes que volver a
saber del piedralipe. Rigurosamente cierto, contado por el autor del tema
musical a su primo Julio Oñate y a este servidor. Bueno y ahora Uds denle
rienda suelta a su stock de remedios, pero caseros, nada de Mejoral ni de
Aceite de ricino ni de Leche de Magnesia. Adelante pues.
lunes, 4 de julio de 2016
ELY MÉNDEZ: APARECIÓ TARDE EN LA BILLOS
Desde
los tiempos de Miguelito Briceño y Rafa Galindo hasta los de Felipe Pirela y
José Luis Rodríguez, el nombre de Billo Frómeta se hizo respetar en su
condición de forjador de figuras unida a sus otros muchos méritos. No obstante
después de la desvinculación de José Luis las cosas ya no fueron como antes.
Entre aquel 67 y aquel 69 después de vanos intentos con Humberto Zárraga, Araque
y hasta Nelson Henríquez, Billo que nunca fue partidario de repetir cantantes
tuvo que entrar por la vela de sebo de permitir la tercera llegada a su
orquesta del “Trovador” Galindo y cumpliéndose lo de repeticiones no buenas,
porque el trovador no pudo reafirmar su clase de los años 50s. Así pues en
Diciembre del 71 los grandes almacenes exhibían debidamente empacado para
regalo, un álbum musical cuya original carátula era un atractivo calendario
para 1972 en el que se recomendaba para Enero aquel “Viejo chévere” que añoraba
pasados tiempos. Y para cerrar semestre nos anotaba en la parte correspondiente
a Junio un tema con el que se aspiraba superar el éxito de “Mi Cali bella”,
dedicándole una canción a la hermosa capital de la Montaña. Y cuando uno buscaba
en la contracarátula mayor información sobre los números musicales, allí a
mitad de la misma, una foto muy oscura en la que o no aparecía el debutante en
aquel prensaje que hizo Discos Bambuco de Bogotá, o no se distinguía .Sólo se
podía leer una nota cortica, simplona, a mi juicio muy pobre para presentar un
nuevo cantante cuyo texto se limitaba a: “ Billos Caracas Boys les trae una
nueva voz: ELY MÉNDEZ. Por favor pongan atención a sus interpretaciones: voz
fresca, joven, matizada y potente. Billo no se equivoca en esto. Acuérdense de
Pirela y José Luis. Saludos Ely, bienvenido” .Eso era todo, y dos intervenciones
del muchacho cantante: “Por qué” un bolero de Román Martínez y su partecita del
mosaico 29 en la que cantó “Nocturnal” de Sabre Marroquín; pero el hombre
tenía. Vaya si tenía! A pesar de esa letra boba del bolero de Martínez: “ por
qué al amanecer/ veo brillar el sol / por qué al anochecer/ la luna veo
mejor/”…el cantante lograba lucirse y se podía notar que podía “quiñar” con
José Luis y con Pirela inclusive con alguna ventaja, apreciación que confirmaba
Ely cantando esa difícil página de Sabre M. “ A través de las palmas/ que
duermen tranquilas/ la luna de plata se arrulla/ en el maaaar tropical/….
Efectivamente se estaba ante un magnífico vocalista, pero…había un gran pero:
el bolero se estaba muriendo; más aún: era un enfermo en estado de coma hacía
buen tiempo y su vida artificial era por facultativos como Billo que no daban
su brazo a torcer con el concurso de “galenos” jóvenes como Ely Méndez en
esfuerzos sobrehumanos por salvarlo de lo inevitable; pero Méndez no iba a poder salvarlo y los
pronósticos pesimistas ya no encontraban más que el suspiro de resignación de
sus deudos más queridos; pero tampoco fue que la demora de Ely causó aquella
debalcle porque si bien es cierto que aquella pobre nota de presentación decía
que “Billo no se equivocaba, en el caso de Méndez sí se equivocó algunas
tácticas. Por ejemplo: el debut de Pirela fue con un par de canciones viejas
exitosas con perfume de añoranza en sus textos: “Para qué recordar” y “Por la
vuelta”, y aunque el ambiente era propicio Billo no hizo ensayos con nuevas
canciones. Igual sucedió con José Luis Rodríguez que debutó con dos viejos y
exitosos temas. A Méndez en cambio se le lanzó con algo desconocido de Román
Martínez cuya letra no era para triunfar nadie y se le dio la segunda
participación en el volumen con una canción difícil casi lírica que pudo
haberse cambiado por otra más acorde con el estilo del bolerista Méndez.
Después siguió igual la cosa y se metió a Ely en unas honduras como las de
“Ahora que soy libre”, que tenía un antecedente muy brillante en balada y con
la canción “ Por qué ahora” hermosa, pero que tenía dos o tres competencias
modernas muy difíciles de superar. Al año de actuaciones sin que pasara nada
con él en la Billos aparece en el LP Billo 72 y medio y en forma inexplicable
sale cantando “Qué haré” como una desesperada exclamación, una canción tan
desconocida como su autor puesto que hubo que imprimir en etiqueta D.R.A. En
ese volumen su parte en el mosaico 31 fue “Viajera” la eterna canción de Luis
Arcaraz a la que después de su autor e intérprete del 51, nadie quería
medírsele porque sabían que era imposible superar la versión de Arcaraz con su
orquesta. Pero los mosaicos eran cosas aparte y tal vez eso fue lo único que
justificó “la chamba” de Ely en la organización ya que aparte del bajón del
bolero la gente gustaba de rendirle tributo en esos ritos rítmicos que eran los
mosaicos de la Billos. El tiempo pasó, y 10 años más tarde Méndez se mete al
ritmo tropical interpretando “El pasito tun tun” y un fabuloso arreglo que hizo
Billo al viejo merengue de Baltodano “Embrujo”. Y así ocurrieron cosas que
quedan para una próxima entrega porque
Méndez continuó llegando tarde como cuando ya muerto Billo quiso hacer él solo,
sin patrón ni nada, la continuación de la Billos Caracas Boys y le salió al
paso Amable con sus cabezones que le armó la grande mientras tanto Voces de
Billo Hoy lo supo hacer mejor y los arrinconó a ambos. Pero sí, ya termino. Una
pa’ Ely: tiene el record de permanencia en una orquesta porque ahí está bien o
mal, no sé, pero está, y lleva la pendejadita de 42 años de antigüedad con el
rótulo Billos, aunque repito al menos en Colombia lo barrieron los chicos de
Voces de Billo Hoy.
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