Desde
los tiempos de Miguelito Briceño y Rafa Galindo hasta los de Felipe Pirela y
José Luis Rodríguez, el nombre de Billo Frómeta se hizo respetar en su
condición de forjador de figuras unida a sus otros muchos méritos. No obstante
después de la desvinculación de José Luis las cosas ya no fueron como antes.
Entre aquel 67 y aquel 69 después de vanos intentos con Humberto Zárraga, Araque
y hasta Nelson Henríquez, Billo que nunca fue partidario de repetir cantantes
tuvo que entrar por la vela de sebo de permitir la tercera llegada a su
orquesta del “Trovador” Galindo y cumpliéndose lo de repeticiones no buenas,
porque el trovador no pudo reafirmar su clase de los años 50s. Así pues en
Diciembre del 71 los grandes almacenes exhibían debidamente empacado para
regalo, un álbum musical cuya original carátula era un atractivo calendario
para 1972 en el que se recomendaba para Enero aquel “Viejo chévere” que añoraba
pasados tiempos. Y para cerrar semestre nos anotaba en la parte correspondiente
a Junio un tema con el que se aspiraba superar el éxito de “Mi Cali bella”,
dedicándole una canción a la hermosa capital de la Montaña. Y cuando uno buscaba
en la contracarátula mayor información sobre los números musicales, allí a
mitad de la misma, una foto muy oscura en la que o no aparecía el debutante en
aquel prensaje que hizo Discos Bambuco de Bogotá, o no se distinguía .Sólo se
podía leer una nota cortica, simplona, a mi juicio muy pobre para presentar un
nuevo cantante cuyo texto se limitaba a: “ Billos Caracas Boys les trae una
nueva voz: ELY MÉNDEZ. Por favor pongan atención a sus interpretaciones: voz
fresca, joven, matizada y potente. Billo no se equivoca en esto. Acuérdense de
Pirela y José Luis. Saludos Ely, bienvenido” .Eso era todo, y dos intervenciones
del muchacho cantante: “Por qué” un bolero de Román Martínez y su partecita del
mosaico 29 en la que cantó “Nocturnal” de Sabre Marroquín; pero el hombre
tenía. Vaya si tenía! A pesar de esa letra boba del bolero de Martínez: “ por
qué al amanecer/ veo brillar el sol / por qué al anochecer/ la luna veo
mejor/”…el cantante lograba lucirse y se podía notar que podía “quiñar” con
José Luis y con Pirela inclusive con alguna ventaja, apreciación que confirmaba
Ely cantando esa difícil página de Sabre M. “ A través de las palmas/ que
duermen tranquilas/ la luna de plata se arrulla/ en el maaaar tropical/….
Efectivamente se estaba ante un magnífico vocalista, pero…había un gran pero:
el bolero se estaba muriendo; más aún: era un enfermo en estado de coma hacía
buen tiempo y su vida artificial era por facultativos como Billo que no daban
su brazo a torcer con el concurso de “galenos” jóvenes como Ely Méndez en
esfuerzos sobrehumanos por salvarlo de lo inevitable; pero Méndez no iba a poder salvarlo y los
pronósticos pesimistas ya no encontraban más que el suspiro de resignación de
sus deudos más queridos; pero tampoco fue que la demora de Ely causó aquella
debalcle porque si bien es cierto que aquella pobre nota de presentación decía
que “Billo no se equivocaba, en el caso de Méndez sí se equivocó algunas
tácticas. Por ejemplo: el debut de Pirela fue con un par de canciones viejas
exitosas con perfume de añoranza en sus textos: “Para qué recordar” y “Por la
vuelta”, y aunque el ambiente era propicio Billo no hizo ensayos con nuevas
canciones. Igual sucedió con José Luis Rodríguez que debutó con dos viejos y
exitosos temas. A Méndez en cambio se le lanzó con algo desconocido de Román
Martínez cuya letra no era para triunfar nadie y se le dio la segunda
participación en el volumen con una canción difícil casi lírica que pudo
haberse cambiado por otra más acorde con el estilo del bolerista Méndez.
Después siguió igual la cosa y se metió a Ely en unas honduras como las de
“Ahora que soy libre”, que tenía un antecedente muy brillante en balada y con
la canción “ Por qué ahora” hermosa, pero que tenía dos o tres competencias
modernas muy difíciles de superar. Al año de actuaciones sin que pasara nada
con él en la Billos aparece en el LP Billo 72 y medio y en forma inexplicable
sale cantando “Qué haré” como una desesperada exclamación, una canción tan
desconocida como su autor puesto que hubo que imprimir en etiqueta D.R.A. En
ese volumen su parte en el mosaico 31 fue “Viajera” la eterna canción de Luis
Arcaraz a la que después de su autor e intérprete del 51, nadie quería
medírsele porque sabían que era imposible superar la versión de Arcaraz con su
orquesta. Pero los mosaicos eran cosas aparte y tal vez eso fue lo único que
justificó “la chamba” de Ely en la organización ya que aparte del bajón del
bolero la gente gustaba de rendirle tributo en esos ritos rítmicos que eran los
mosaicos de la Billos. El tiempo pasó, y 10 años más tarde Méndez se mete al
ritmo tropical interpretando “El pasito tun tun” y un fabuloso arreglo que hizo
Billo al viejo merengue de Baltodano “Embrujo”. Y así ocurrieron cosas que
quedan para una próxima entrega porque
Méndez continuó llegando tarde como cuando ya muerto Billo quiso hacer él solo,
sin patrón ni nada, la continuación de la Billos Caracas Boys y le salió al
paso Amable con sus cabezones que le armó la grande mientras tanto Voces de
Billo Hoy lo supo hacer mejor y los arrinconó a ambos. Pero sí, ya termino. Una
pa’ Ely: tiene el record de permanencia en una orquesta porque ahí está bien o
mal, no sé, pero está, y lleva la pendejadita de 42 años de antigüedad con el
rótulo Billos, aunque repito al menos en Colombia lo barrieron los chicos de
Voces de Billo Hoy.
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