De verdad pertenecen a
otras épocas, porque aunque en la actualidad y después de recesos tan
intermitentes como largos se quieran revivir esos eventos, cierto es también
que no han tenido mayor acogida y hasta sus gestores ,animados claro está por
la buena intención han protestado porque los han mandado a sitios que no se
pueden considerar los mejores como escenarios, y como remate, aunque la
filosofía quiera ser la misma, los han presentado con variantes empezando por
el título. No obstante “picós” y picoteros pueden sentirse satisfechos por
el tiempo que abarcaron y lo que
significaron dentro de la historia musical de la ciudad. Desde 1938 cuando Don
Domingo y el viejo Félix Ruíz se convertían en pioneros hasta cuando yo decidí
hacer un rápido recorrido por los vericuetos del pasado para tocar algunos
aspectos anecdóticos de aquellos “picós”, a fin de que se reconozca que ellos
iniciaron el negocio acá, cosa para muchos hasta hoy desconocida. En distintas
ocasiones algunos aficionados me han pedido recordar algo de los famosos duelos
de picós y el momento en que dejaron de ser pequeños o intermedios para
convertirse en aparatos monstruosos. Pues bueno, el primero de esos duelos tuvo
como escenario el Salón “Los Manguitos” del barrio Las Nieves y fueron
protagonistas “El perro” de Cartagena y “El Timbalero” de Barranquilla,
propiedad de un señor llamado Víctor Alemán. En aquel duelo no hubo vencedores
ni vencidos ya que no pudo producirse fallo porque la competencia terminó en
una tremenda bronca a botellazo limpio. Luego se enfrentaron “El Mayor” de
Cartagena y “El Sicodélico” de Miguel de Moya de Barranquilla y en la misma
noche el “Ciclón” de Cartagena y “El Coreano” de acá del patio, propiedad de
Concepción Hernández. El resultado fue otra tremenda gresca. Estos duelos, que
así dieron en llamarlos, tuvieron resonancia nacional e internacional y a nivel
de ciudad se verificaban con frecuencia. Cuando uno dice que de algo no “hace
mucho tiempo” la cuestión puede ser relativa ya que para alguien puede no ser
mucho tiempo 15 años, mientras para otro eso es una eternidad. Haciendo la
salvedad anterior yo pienso que en realidad ya es tiempo sobrado como para
recordar estas cosas. En los mediados del 71 al famoso hombre de radio y tv.
LEONIDAS OTÁLORA ARANGO se le dio por hacer una competencia de picós, me esbozó
el plan y me dejó la papeleta de darle forma y lo hicimos. Aquello fue más bien
una competencia de picoteros, porque teniendo como ya teníamos, los
antecedentes de las broncas mencionadas, yo no quise que estos señores llevasen
sus aparatos de sonidos para que compitiesen en bulla que era lo que parecía
ser la nota predominante en las peleas de los picós aquellos. A la una de la
tarde de los sábados durante algo más de un mes, se daban cita en Emisoras
Riomar, de cuatro a seis picoteros con el repertorio para dicho programa de dos
horas y como todo concurso siempre tuvo sus resentidos, porque algunos que no
participaron, alegaban que el pasar los discos no era el indicativo de la
calidad de un picó. Lo dicho: ellos consideraban bueno un chócoro de esos en la
medida en que más volumen pudiese dar, cosa que no compartíamos, dando
inclusive un premio especial al denominado picó “El Vicario” y que nos llevó
una vitrola con algunas pastas y allí las hizo sonar en nuestro estudio pegando
su bocina a los micrófonos de la que fue la primera emisora de la Costa. Es
necesario por la limitación de tiempo y espacio comentar de pasada algo que
hace referencia al cambio operado en la estructura y sistema del aparato en sí.
En qué momento comenzó? Cuándo y por qué se instauró. Todos están acordes en
señalar que fue “El perro” de Cartagena el picó que empezó el desorden y que en
Barranquilla, como aquí somos así, dieron en imitarlo. No faltan quienes
afirman que fue “El Rojo” de un hijo de Víctor Reyes el primero que en
Barranquilla cambió la forma y el tamaño. Otros dan como el iniciador de cambio
de bafles al “Mil trescientos diez” cuyo propietario conocían como “El niño”
vendedor profesional de carne, que así le gustaba a él que lo llamaran
cabreándose cuando le decían “carnicero”. Si fue así, fue el primero en
evolucionar del tamaño convencional de picó, arquetipo del cual fue “El último
hit” de Rafael Manotas. Pero los recuerdos que cada quien tendrá de los picós
de épocas tan distintas serán muchísimos y darían para llenar un libro de
emociones que cada uno vivió a su manera, desde aquel lejano baile del año 40
cuando el viejo Félix Ruíz al tocar un baile y pedirle mucho el bolero “Olga”
cantado por Daniel Santos, decía que “Gaditana” de Matamoros era mejor, y lo
ponía. Resultado? Un atarván le cogió la caja de discos y se la botó a la
calle, mientras por el portón sus amigos habían hecho su entrada con el picó de
Don Domingo que reventó con “El tambor de la alegría” .Quizás aquello fue un
anticipo de los duelos de picó que se verificarían décadas después. Otro podrá
acordarse de los picós de los hermanos Ariza que tienen en su haber ser
pioneros de dos modalidades: la de las plantas eléctricas anexadas al equipo y
la de obsequiar las tarjetas para el baile, en una promoción publicitaria que
buscaba les contratasen. Dicen las malas lenguas que la famosa planta de los
hnos Ariza sonaba más que el aparato y cuando se iba la luz se bailaba con el
sonido del motor. Y en cuanto a las tarjetas era estimulante en comienzo,
porque ellos cumplían y entregaban al contratante X cantidad de tarjetas de
invitación. El cuento era que en la parte baja de cada una de ellas se podía
leer: “Amenizará el picó de los hermanos Ariza, calle tal número cual. Tantos
pesos la hora”. Qué cacharro! Tiempos se presentaron también en que se usaron
títulos de canciones para los picós y tal vez el más popular de ellos fue
“Llevarás la marca” de los hermanos Sarmiento; pero hay recuerdos también para
“Bello amanecer”, “Divina ilusión, “Vereda Tropical”, y hasta en los tiempos
del rock and roll de Elvis Presley, Pedro Chaqueta bautizó al suyo “Al compás
del reloj” y luego otro Pedro (García Bacca) que ante la popularidad de la
pieza “El Cacique” le cambió a su picó “El Trópico” y lo bautizó así. Escribir
sobre esto es un lío; pero he querido atender algunas peticiones para que
recordara picós .Ahora no me vengan a decir “se te olvidó este”,”se te pasó
aquel”. Claro: el del chino, “El Concorde” ,”El Sibanicú” y otros que no caben
porque esto “no aguanta…”no aguanta”. Pero eso en cualquier barra de cualquier
tertuliadero, si es que pueden hablar porque los equipos de hoy emiten sonidos
a tal volumen que amenazan con tumbar las casas, en cualquier esquina de
barriada, o mejor en la tranquilidad de una oficina, usted podrá charlar con
amigos sobre otros picós que les traigan recuerdos. Si esta crónica logra eso
al menos, yo me sentiré satisfecho.
Señor Álvaro mi papá César Andrade tuvo un taller de ebanistería en el barrio La Victoria y fabricamos varios muebles para picós de Barranquilla y Cartagena, entre esos están los mencionados El Rojo y El Coreano, bafles inmensos para 9 parlantes de 18 pulgadas. Un saludo.
ResponderBorrarVillo Andrade Lugo.
Villo Andrade Lugo(Billo Frómeta) algo hay en lo que dijiste que me causó emoción tierna y algo dolorosa:qué bien que aunque haya sido solo viendo fabricar a tu padre los picós formes parte de esa historia que hoy he tratado. Me da la impresión, te veo como un niñito bueno, obediente y muy respetuoso de los mayores. Un emotivo saludo Billo Frómeta.
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