A
uno de mis programas llamó una vez un tipo diciendo que a él no le gustaba ese
cantante y que no se explicaba cómo pudo pegar discos. Yo le contesté: “cosas
de la vida. Seguro tú con la voz que te oigo no le gustas a ninguna mujer y sin
embargo hubo una que cargó contigo”.
Yo lo había programado porque varios lo
habían pedido, rememorando su gran éxito: “el día que te encontré/ de ti yo me
enamoré/ mi corazón por tu amor/ con pasión palpitó”/. Y en verdad JUANITA
BONITA fue suceso indiscutible, tanto que con toda la calidad de Memo Morales,
cuando la grabó no pudo superar la
versión de Raul López. O sea que ocurría lo de siempre: unos sí y otros
no por un cantante; pero el caso es que igual que aquel oyente de voz maluca
habían opinado en tiempos idos varias personas y no profanas precisamente. Y es
que Raul cuando empezó era un verdadero
desastre: no tenía cuadratura, no sabía cantar y lo poco que esbozaba era un
intento de imitación condenado al fracaso. No se esperaba de aquel muchacho nada
bueno, porque con esa gracia que tenía Edmundo Arias nos dijo que cuando Raul
empezó era tan malo para la medida “que había que seguirlo con detective”. Por
eso si siempre lo he llamado “el triunfador colombiano” no lo hago solamente
porque haya tenido éxito en el mundo del disco, sino porque triunfó contra
muchas cosas adversas sobre pronósticos
fatalistas y finalmente triunfó sobre sí mismo dejando una tendencia absurda de
imitación. RAUL LÓPEZ nació en La Unión, Valle del Cauca, en Septiembre de 1932
y con un título de maestro escuela y solo 22 años se presentó a probar suerte
en Medellín llegando como era obligado entonces al Hotel Latino conocido como
“La pensión mondongo” ya que el gracejo costeño de la gente que estaba allí
había rebautizado así al sitio donde para fortuna de todos vivía Edmundo Arias
y como el exitoso compositor y músico de siempre era también valluno, allá le
caían sus paisanos y con ese cuento solicitaban y obtenían ayuda. Estaba en
boga el apodo de “Cabecenido” con el que se conoció siempre al gran maestro
colombiano y resulta que Raul con esa embarazosa actitud de quien llega en pos
de algo no supo qué decir cuando se halló frente al hombre que podía decidir su
destino y para acabarla de embarrar, lo saludó así: “cómo está Don
Cabecenido?”Arias lo probó y le dijo que no tenía ni cinco de cuadratura y que
además debía dejar de imitar a Charlie Figueroa. Total, el célebre arreglista
lo “zafó” y confiesa que NUNCA pensó que aquel muchacho pudiera cantar, tal era
su falta de medida. Por ello seguía contando el autor de Ligia, mi sorpresa fue
grande cuando tiempo después Raul López pegó un disco. “Oíste hombre, pero cómo
lo hizo?” Y menos se lo explicaba el gran director de orquesta porque después
cuando él lo tomó en sus manos para que grabara con su agrupación, Raul seguía sin cuadratura. Sucedió que
desahuciado por el maestro Arias Raul López se fue para donde Jesús Montoya
propietario del cancionero “El Tangón”, quien tenía sus inquietudes de compositor.
Practicando y bregando grabó con guitarras un pasillo de Montoya y un bolero
que Raul compuso y ese fue el disco que pegó tal vez porque no lo acompañaba
una gran orquesta sino dos guitarras y unas maracas. Con posterioridad Otoniel
Cardona de Sonolux le manda a Edmundo ( al cantante de moda) para que grabara
dos mil placas de “Llora corazón” y al reverso la guaracha “Van pa’ la guerra”. La sorpresa del arreglista fue
enorme cuando vio frente a él otra vez al maestro escuela de La Unión y sobre
todo cuando después de 12 horas de intento López no pudo cantar “Cuando llora
el corazón/ es porque lo abandonaron/ el cariño le negaron/ pobrecito
corazón/…” Después de tantos intentos el maestro Arias tomó el papel con la
letra y le dijo a Raul López que siguiera los movimientos de sus labios y así
prácticamente “doblando” se grabó un tema exitoso. Eso sí, se cuidaba muy bien
de aclarar Edmundo, cuando Raul dominó la cuadratura, se le midió a todo hasta
bambucos que es lo más difícil que hay.
Pero el triunfador colombiano tenía deparada otra sorpresa: compone,
siendo ya cantante estelar de Edmundo
Arias un bolero, perdido, que fue exitazo del 55: “no creas mujer/ que por ti
mucho he sufrido/ no te he querido/ ni jamás te podré amar/ te fingí amor/ para
olvidar a otra mujer…” Y posteriormente se convierte en el artista más vendedor
del año 56 cuando graba inicialmente para Codiscos con la orquesta de Edmundo
Arias aquel tema JUANITA BONITA que posteriormente plasmaría en Metrópoli
también con buenos resultados triunfando además contra otro pronóstico: “que
segundas partes no son buenas”. Sin embargo en el aspecto sentimental Cupido le
toma como objetivo y auncuando es correspondido vivió otra frustración: no pudo
tener descendencia y adoptó entonces una niña que se convirtió en su adoración
y también, involuntariamente desde luego, indirectamente esa niña ocasionó su
muerte como había ocasionado que a pesar de sus triunfos pese a que sus
grabaciones habían sido exitosas no solo en Colombia sino en exigentes mercados
internacionales, Raul no se animara a una gira allende los mares propuesta
muchas veces y otras tantas rechazadas por “motivos familiares”. En una ocasión
en su etapa más exitosa 56-57 casi se anima a salir pero el destino le juega
otra pasada: sufre un infarto y debe
naturalmente recuperarse. Cuando ya estaba otra vez “ready” como decía Edmundo,
un domingo en la tarde en la casa del músico valluno en Cundinamarca con
Carabobo se hallaban siguiendo las carreras de caballo por TV. Raul era
fanático de la hípica y ya llevaba un cinco agarrado. En la última el caballo
que el cantante tenía anotado iba punteando. Pasa de “la tierra derecha” siguen
corriendo y cuando falta poquísimo el condenado Ocángaseiro pierde por una
nariz. Esta vez el infarto casi le da a Edmundo al pensar que le iba a dar otra
vez la pataleta porque vio que Raul se puso pálido y se le iba a morir su
cantante; pero no. Raul López también
triunfó ante la trastada de su corazón aquella tarde en que estuvo a punto de
ser millonario y solo pudo cobrar un cinco que pagó unos pocos miles de pesos.
Posteriormente Raul se pasó a la agrupación de Ricaurte Arias primo de Edmundo
que tenía un contrato con el Jardín Pilsen Cervunión y con él actuó hasta el
día de su muerte. Raul acostumbraba después de trabajar hasta las 4 de la
mañana ir a la Plaza de Mercado Galerías de Guayaquil a comprar frutas para su
hijita. Aquella mañana nefasta salió también con ese noble propósito y un
vehículo perdió la dirección y lo arrolló causándole la muerte en forma
instantánea. Lo desgraciada, lo horriblemente increíble es que el carro se
metió al local de frutas donde estaba el cantante, quien había dejado recién
las cintas para una grabación imperecedera, su último éxito: el bolero LOCA
ANSIEDAD que fue lo que lo acompañó a él durante toda su existencia. Todo aquel
que vivió sus años lindos entre el 55 y el 60 especialmente, no podrá olvidar
jamás a este cantante valluno que enmarcó con su voz y sentimiento una época
inolvidable. Si triunfar es derrochar bienestar y billete no está bien empleado
el calificativo; pero si sobreponerse a tantas adversidades, si luchar con
valentía con la vida misma y perder con trampa solo con la soberana de la
guadaña de plata, es ser un gran triunfador, RAUL LÓPEZ tiene bien merecido el
slogan con el que se le conoce: “EL TRIUNFADOR COLOMBIANO”.
Gracias por compartir un poco de historia de este gran artista
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ResponderBorrarUn conocido me refirió la historia de su muerte, hace un tiempo; conversando con mi padre al son de unos aguardientes, la confirmo. Gracias por este dilucidador y completo pasaje de uno de los artistas más bellos del país.
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