lunes, 30 de mayo de 2016

RAUL LÓPEZ: TRIUNFÓ SOBRE TODOS Y TODO.


A uno de mis programas llamó una vez un tipo diciendo que a él no le gustaba ese cantante y que no se explicaba cómo pudo pegar discos. Yo le contesté: “cosas de la vida. Seguro tú con la voz que te oigo no le gustas a ninguna mujer y sin embargo hubo una que cargó contigo”.

Yo lo había programado porque varios lo habían pedido, rememorando su gran éxito: “el día que te encontré/ de ti yo me enamoré/ mi corazón por tu amor/ con pasión palpitó”/. Y en verdad JUANITA BONITA fue suceso indiscutible, tanto que con toda la calidad de Memo Morales, cuando la grabó no pudo superar la  versión de Raul López. O sea que ocurría lo de siempre: unos sí y otros no por un cantante; pero el caso es que igual que aquel oyente de voz maluca habían opinado en tiempos idos varias personas y no profanas precisamente. Y es que Raul  cuando empezó era un verdadero desastre: no tenía cuadratura, no sabía cantar y lo poco que esbozaba era un intento de imitación condenado al fracaso. No se esperaba de aquel muchacho nada bueno, porque con esa gracia que tenía Edmundo Arias nos dijo que cuando Raul empezó era tan malo para la medida “que había que seguirlo con detective”. Por eso si siempre lo he llamado “el triunfador colombiano” no lo hago solamente porque haya tenido éxito en el mundo del disco, sino porque triunfó contra muchas cosas adversas  sobre pronósticos fatalistas y finalmente triunfó sobre sí mismo dejando una tendencia absurda de imitación. RAUL LÓPEZ nació en La Unión, Valle del Cauca, en Septiembre de 1932 y con un título de maestro escuela y solo 22 años se presentó a probar suerte en Medellín llegando como era obligado entonces al Hotel Latino conocido como “La pensión mondongo” ya que el gracejo costeño de la gente que estaba allí había rebautizado así al sitio donde para fortuna de todos vivía Edmundo Arias y como el exitoso compositor y músico de siempre era también valluno, allá le caían sus paisanos y con ese cuento solicitaban y obtenían ayuda. Estaba en boga el apodo de “Cabecenido” con el que se conoció siempre al gran maestro colombiano y resulta que Raul con esa embarazosa actitud de quien llega en pos de algo no supo qué decir cuando se halló frente al hombre que podía decidir su destino y para acabarla de embarrar, lo saludó así: “cómo está Don Cabecenido?”Arias lo probó y le dijo que no tenía ni cinco de cuadratura y que además debía dejar de imitar a Charlie Figueroa. Total, el célebre arreglista lo “zafó” y confiesa que NUNCA pensó que aquel muchacho pudiera cantar, tal era su falta de medida. Por ello seguía contando el autor de Ligia, mi sorpresa fue grande cuando tiempo después Raul López pegó un disco. “Oíste hombre, pero cómo lo hizo?” Y menos se lo explicaba el gran director de orquesta porque después cuando él lo tomó en sus manos para que grabara con su agrupación,  Raul seguía sin cuadratura. Sucedió que desahuciado por el maestro Arias Raul López se fue para donde Jesús Montoya propietario del cancionero “El Tangón”, quien tenía sus inquietudes de compositor. Practicando y bregando grabó con guitarras un pasillo de Montoya y un bolero que Raul compuso y ese fue el disco que pegó tal vez porque no lo acompañaba una gran orquesta sino dos guitarras y unas maracas. Con posterioridad Otoniel Cardona de Sonolux le manda a Edmundo ( al cantante de moda) para que grabara dos mil placas de “Llora corazón” y al reverso la guaracha “Van pa’  la guerra”. La sorpresa del arreglista fue enorme cuando vio frente a él otra vez al maestro escuela de La Unión y sobre todo cuando después de 12 horas de intento López no pudo cantar “Cuando llora el corazón/ es porque lo abandonaron/ el cariño le negaron/ pobrecito corazón/…” Después de tantos intentos el maestro Arias tomó el papel con la letra y le dijo a Raul López que siguiera los movimientos de sus labios y así prácticamente “doblando” se grabó un tema exitoso. Eso sí, se cuidaba muy bien de aclarar Edmundo, cuando Raul dominó la cuadratura, se le midió a todo hasta bambucos que es lo más difícil que  hay. Pero el triunfador colombiano tenía deparada otra sorpresa: compone, siendo  ya cantante estelar de Edmundo Arias un bolero, perdido, que fue exitazo del 55: “no creas mujer/ que por ti mucho he sufrido/ no te he querido/ ni jamás te podré amar/ te fingí amor/ para olvidar a otra mujer…” Y posteriormente se convierte en el artista más vendedor del año 56 cuando graba inicialmente para Codiscos con la orquesta de Edmundo Arias aquel tema JUANITA BONITA que posteriormente plasmaría en Metrópoli también con buenos resultados triunfando además contra otro pronóstico: “que segundas partes no son buenas”. Sin embargo en el aspecto sentimental Cupido le toma como objetivo y auncuando es correspondido vivió otra frustración: no pudo tener descendencia y adoptó entonces una niña que se convirtió en su adoración y también, involuntariamente desde luego, indirectamente esa niña ocasionó su muerte como había ocasionado que a pesar de sus triunfos pese a que sus grabaciones habían sido exitosas no solo en Colombia sino en exigentes mercados internacionales, Raul no se animara a una gira allende los mares propuesta muchas veces y otras tantas rechazadas por “motivos familiares”. En una ocasión en su etapa más exitosa 56-57 casi se anima a salir pero el destino le juega otra  pasada: sufre un infarto y debe naturalmente recuperarse. Cuando ya estaba otra vez “ready” como decía Edmundo, un domingo en la tarde en la casa del músico valluno en Cundinamarca con Carabobo se hallaban siguiendo las carreras de caballo por TV. Raul era fanático de la hípica y ya llevaba un cinco agarrado. En la última el caballo que el cantante tenía anotado iba punteando. Pasa de “la tierra derecha” siguen corriendo y cuando falta poquísimo el condenado Ocángaseiro pierde por una nariz. Esta vez el infarto casi le da a Edmundo al pensar que le iba a dar otra vez la pataleta porque vio que Raul se puso pálido y se le iba a morir su cantante;  pero no. Raul López también triunfó ante la trastada de su corazón aquella tarde en que estuvo a punto de ser millonario y solo pudo cobrar un cinco que pagó unos pocos miles de pesos. Posteriormente Raul se pasó a la agrupación de Ricaurte Arias primo de Edmundo que tenía un contrato con el Jardín Pilsen Cervunión y con él actuó hasta el día de su muerte. Raul acostumbraba después de trabajar hasta las 4 de la mañana ir a la Plaza de Mercado Galerías de Guayaquil a comprar frutas para su hijita. Aquella mañana nefasta salió también con ese noble propósito y un vehículo perdió la dirección y lo arrolló causándole la muerte en forma instantánea. Lo desgraciada, lo horriblemente increíble es que el carro se metió al local de frutas donde estaba el cantante, quien había dejado recién las cintas para una grabación imperecedera, su último éxito: el bolero LOCA ANSIEDAD que fue lo que lo acompañó a él durante toda su existencia. Todo aquel que vivió sus años lindos entre el 55 y el 60 especialmente, no podrá olvidar jamás a este cantante valluno que enmarcó con su voz y sentimiento una época inolvidable. Si triunfar es derrochar bienestar y billete no está bien empleado el calificativo; pero si sobreponerse a tantas adversidades, si luchar con valentía con la vida misma y perder con trampa solo con la soberana de la guadaña de plata, es ser un gran triunfador, RAUL LÓPEZ tiene bien merecido el slogan con el que se le conoce: “EL TRIUNFADOR COLOMBIANO”.

miércoles, 25 de mayo de 2016

AHHH…LOS CINES DE ANTAÑO


Este documental sirvió de argumento para un programa de televisión que con el título de “TECHO DE ESTRELLAS” fue nominado dos veces a Premio Nacional Simón Bolívar en los años 80’s.
Es que eran algo especial. Por la mañana se buscaba la cartelera de programación que aparecía en los periódicos o se preguntaba simplemente” qué dan” hoy en tal parte, lo que Ud puede interpretar como el nombre de un cine de barriada que variará según el sector en que Ud haya visto pasar aquellos bonitos tiempos en que no existían los rosqueros de la televisión y cuando empezaron a existir, uno maldito si les hacía caso. Zapatos embolados con lápiz, la mejor pinta, una cajita de chiclets y cinco centavos de cigarrillos, ese era el equipo para ir a las viejas “funciones” de aquellos tiempos. Ud remirará extrañado “embolado con lápiz”, pero debe acordarse de que así le decían los emboladores a la labor que hacían en los zapatos de moda con cerco ancho y punteada gruesa que ellos enlucían con un lápiz blanco. Recuerdo cuando “al pollo” Urdaneta le preguntó un embolador de La Bamba:” con lápiz cuadro?”- Y “el pollo” que era la primera vez que pagaba un embolador, respondía desconcertado:-“Eche, qué lápiz ni qué carajo! Con betún”. Aquellos cines sin duda sustrajeron del vicio a mucha gente y ayudaron a que las generaciones pasadas dejaran tradición gloriosa, porque la juventud se alejaba de las cantinas para amontonarse en las taquillas de los teatros para ver el estreno de turno. El tema es difícil por la cantidad de gente que agrupa y los muchos sectores que hay que recorrer. Uno puede hablar del Alameda, El Victoria y El Tropical o El Mogador sin peligro de omitir sectores; pero no sucede así por ejemplo con El Coliseo, al cual casi nunca iba la gente de San Roque, como no iba la gente del Paraíso a los teatros del barrio cuna de Barranquilla a no ser que fueran como “la pinta de América” “el ojo hundío” o mi primo Alejandro “El perico”, tres bacanes de aquellos tiempos que perrateadas las películas del Rialto, El Caldas y el Astral iban al Lido. Las cantaletas de sus madres primero y de sus mujeres después, terminaron por quitarles esa”birria”. En el 49 y 50 el ya citado Mogador  no era vecino del frente del Tropical; lo fue tiempo después y por lo tanto los chicos de esos tiempos no lo tendrán en sus recuerdos y sí aparecerá en las evocaciones de posteriores juventudes. Ahora bien: la cita de los salones de la Calle de Las Vacas le hará decir a alguien:”y dónde me dejas al Boyacá?” y otro más vicario (el término “cucho” es cachaco)mencionará al Polilla refutando que solo El Alameda y Victoria, Rialto y Tropical tengan tradición en aquellos pedazos, por lo que siendo tan difícil atenderlos a todos en una sola crónica, me hace el favor de darse por aludido Ud igual que el teatro de sus preferencias en el caso que no salga en la lista y evoque igual que nosotros aquellos tiempos de los cines de antaño. El comportamiento en ellos variaba según la personalidad del elemento o bien contribuía a revelar esa personalidad, ya que Ud podía encontrarse en cine con el petulantico, azaroso y bollón (el espantajopo de hoy), que iba con “chaqueta”mascando chiclets que era un contento, y caminaba todo el teatro desde su entrada hasta el momento de comenzar la primera película, porque las funciones eran dobles. Recorría los pasillos entre hileras de bancas y llevaba un guiño de ojos y una mirada conquistadora para las chicas que hallaba en su camino. Al final, todo sudado y con la fatiga de quien ha metido chiclets y tirado guayo en cantidad, el conquistador tenía que verse las películas de pie en un costado del salón o sentado en un pésimo puesto de la entrada porque cuando iba a buscar sitio ya el teatro estaba lleno. Había el que llegaba y de una vez se sentaba y empezaba a mirar el telón rígido  como corista vallenato, sin parpadear y destapando al tacto la  cajita de chiclets o la bolsita de maní que compró a la entrada. El otro era su vecino que antes de sentarse iba al baño en el inicio de una “meadera” que no cesaba en toda la noche y que luego se lamentaba porque en el momento en que Fernando Fernández le zampó la  mano a Linares Rivas, él estaba en el orinal. El otro era el viejo hijuemadre que no perdía su maldita costumbre de usar sombrero  y que se nos clavaba adelante impidiéndonos ver y protagonizando otra escena: la discusión con los espectadores que le pedía se quitara esa vaina. El asunto a  veces terminaba con el sombrero volando hacia el telón y una cipote pelea entre el viejo y los tipos de la banca trasera. No obstante, a ese no se le cogía tanta bronca, como al “malpa” que iba con una vieja que debía ser su mamá a juzgar por lo maluca, y empezaba a contarle la película y así el espectador vecino sabía que el pendejón amigo del detective era quien mataba a “la garra de hierro” quitándole toda la gracia. La otra era la vieja que iba con un peladito de brazos, vergajito que desde la entrada se dormía para despertar en la mitad de la primera película y armar cipote lloradera que desgraciaba a todos. Finalmente la parejita que no le”paraba bolas a nadie” y que a pesar de las muchas veces que iba a cine nunca podía dar fe de cuál era “El secreto del sacerdote” o lo que indicaba el retumbar de “Los tambores de Fu-manchú”. Ah, y los Hps que se apostaban cerquita del telón y entre los cuales estaba el de los estornudos sonoros, el del eructo volcánico, el del peo explosivo, el del chiflido agudo y los que hacían  también el conjunto más armonioso para correrle la madre al operador cuando se robaba alguna escena, o cuando aparecía un vidrio indicando que a alguien se le solicitaba en la puerta y ellos gritaban:”Está cagando!”. Sin embargo el sábado era un ritual ir a cine en aquellos tiempos juveniles con una tradición que iba de padres a hijos que le dejaba a uno la costumbre del viejo, no ya para ir ver a J.J. Martínez Casado en “María Elena”, pero sí a Rafael Baledón y Los Panchos en “Cuando el alba llegue”. Y entre semana aquellas voladas para entrar clandestinamente por algún medio, por ejemplo: el que se estilaba en La Bamba donde el portero dejaba salir en el intermedio a cierta cantidad de clientes que iban a tomarse un guarapo y que luego no verificaba el regreso, para nosotros con toda la seriedad del caso, conteniendo los nervios, fumándonos una pava de cigarrillo meternos “de paro” como decían “Cocacola”, “Eneas”, “El burro”, “Prensa” y “Mantecado” que así llamaron aquella modalidad, la cual no nos resultaba en El Rialto donde Racedo el administrador, que esa noche de Junio del 50 cumplía 33 años, casi nos hace meter presos. Estrenaban “Pelota de trapo” con Alfredo Di Stefano y quisimos entrar con “el paro”; pero “Tongolele” que así apodábamos al administrador, nos salió General y nada pudo convencerlo que éramos inocentes espectadores que habíamos salido en el intermedio a tomar un guarapito. Y así en “El Dorado” como en “El Boston”, en el  “Astral” y “El Caldas” como “El Buenos Aires”, “El Chiquinquirá” o “El Ópera”, igual en “El San Carlos”, “El Maruja” y el “San Jorge”, en “El Caribia”, “Bolívar”, “Bolivia”, y “Junior”, como en “El Paraíso”, “Amazonas”, Ayacucho…en fin. En todos los cines las barras juveniles de distintos tiempos dejaron sepultadas sus evocaciones. Pudo ser la jovencita ingenua que nunca había salido con nadie o las “ damitas” que iban al “América” teatro ubicado en pleno barrio Chino que en su estreno se dio el lujo de presentar “Ángeles de arrabal” con Víctor Parra, Rodolfo Acosta, Juan Orol y otros cabrones del cine azteca como un homenaje al personal asistente y que a la salida exclamó al unísono: “ LÉGAL  la película; LÉGAL”. Se acabaron los salones de cine al aire libre; los tradicionales aquí mencionados y muchos más que no cupieron (no fue olvido ni falta de ganas) dijeron adiós y pasaron a formar en el pasado junto con otras cosas lindas que ya tampoco se dan y son solo motivos hoy para suspirar emocionados por aquellos tiempos.

                                                                                                                                                                       

sábado, 21 de mayo de 2016

AQUELLOS DUELOS DE “PICÓS”



De verdad pertenecen a otras épocas, porque aunque en la actualidad y después de recesos tan intermitentes como largos se quieran revivir esos eventos, cierto es también que no han tenido mayor acogida y hasta sus gestores ,animados claro está por la buena intención han protestado porque los han mandado a sitios que no se pueden considerar los mejores como escenarios, y como remate, aunque la filosofía quiera ser la misma, los han presentado con variantes empezando por el título. No obstante “picós” y picoteros pueden sentirse satisfechos por el  tiempo que abarcaron y lo que significaron dentro de la historia musical de la ciudad. Desde 1938 cuando Don Domingo y el viejo Félix Ruíz se convertían en pioneros hasta cuando yo decidí hacer un rápido recorrido por los vericuetos del pasado para tocar algunos aspectos anecdóticos de aquellos “picós”, a fin de que se reconozca que ellos iniciaron el negocio acá, cosa para muchos hasta hoy desconocida. En distintas ocasiones algunos aficionados me han pedido recordar algo de los famosos duelos de picós y el momento en que dejaron de ser pequeños o intermedios para convertirse en aparatos monstruosos. Pues bueno, el primero de esos duelos tuvo como escenario el Salón “Los Manguitos” del barrio Las Nieves y fueron protagonistas “El perro” de Cartagena y “El Timbalero” de Barranquilla, propiedad de un señor llamado Víctor Alemán. En aquel duelo no hubo vencedores ni vencidos ya que no pudo producirse fallo porque la competencia terminó en una tremenda bronca a botellazo limpio. Luego se enfrentaron “El Mayor” de Cartagena y “El Sicodélico” de Miguel de Moya de Barranquilla y en la misma noche el “Ciclón” de Cartagena y “El Coreano” de acá del patio, propiedad de Concepción Hernández. El resultado fue otra tremenda gresca. Estos duelos, que así dieron en llamarlos, tuvieron resonancia nacional e internacional y a nivel de ciudad se verificaban con frecuencia. Cuando uno dice que de algo no “hace mucho tiempo” la cuestión puede ser  relativa ya que para alguien puede no ser mucho tiempo 15 años, mientras para otro eso es una eternidad. Haciendo la salvedad anterior yo pienso que en realidad ya es tiempo sobrado como para recordar estas cosas. En los mediados del 71 al famoso hombre de radio y tv. LEONIDAS OTÁLORA ARANGO se le dio por hacer una competencia de picós, me esbozó el plan y me dejó la papeleta de darle forma y lo hicimos. Aquello fue más bien una competencia de picoteros, porque teniendo como ya teníamos, los antecedentes de las broncas mencionadas, yo no quise que estos señores llevasen sus aparatos de sonidos para que compitiesen en bulla que era lo que parecía ser la nota predominante en las peleas de los picós aquellos. A la una de la tarde de los sábados durante algo más de un mes, se daban cita en Emisoras Riomar, de cuatro a seis picoteros con el repertorio para dicho programa de dos horas y como todo concurso siempre tuvo sus resentidos, porque algunos que no participaron, alegaban que el pasar los discos no era el indicativo de la calidad de un picó. Lo dicho: ellos consideraban bueno un chócoro de esos en la medida en que más volumen pudiese dar, cosa que no compartíamos, dando inclusive un premio especial al denominado picó “El Vicario” y que nos llevó una vitrola con algunas pastas y allí las hizo sonar en nuestro estudio pegando su bocina a los micrófonos de la que fue la primera emisora de la Costa. Es necesario por la limitación de tiempo y espacio comentar de pasada algo que hace referencia al cambio operado en la estructura y sistema del aparato en sí. En qué momento comenzó? Cuándo y por qué se instauró. Todos están acordes en señalar que fue “El perro” de Cartagena el picó que empezó el desorden y que en Barranquilla, como aquí somos así, dieron en imitarlo. No faltan quienes afirman que fue “El Rojo” de un hijo de Víctor Reyes el primero que en Barranquilla cambió la forma y el tamaño. Otros dan como el iniciador de cambio de bafles al “Mil trescientos diez” cuyo propietario conocían como “El niño” vendedor profesional de carne, que así le gustaba a él que lo llamaran cabreándose cuando le decían “carnicero”. Si fue así, fue el primero en evolucionar del tamaño convencional de picó, arquetipo del cual fue “El último hit” de Rafael Manotas. Pero los recuerdos que cada quien tendrá de los picós de épocas tan distintas serán muchísimos y darían para llenar un libro de emociones que cada uno vivió a su manera, desde aquel lejano baile del año 40 cuando el viejo Félix Ruíz al tocar un baile y pedirle mucho el bolero “Olga” cantado por Daniel Santos, decía que “Gaditana” de Matamoros era mejor, y lo ponía. Resultado? Un atarván le cogió la caja de discos y se la botó a la calle, mientras por el portón sus amigos habían hecho su entrada con el picó de Don Domingo que reventó con “El tambor de la alegría” .Quizás aquello fue un anticipo de los duelos de picó que se verificarían décadas después. Otro podrá acordarse de los picós de los hermanos Ariza que tienen en su haber ser pioneros de dos modalidades: la de las plantas eléctricas anexadas al equipo y la de obsequiar las tarjetas para el baile, en una promoción publicitaria que buscaba les contratasen. Dicen las malas lenguas que la famosa planta de los hnos Ariza sonaba más que el aparato y cuando se iba la luz se bailaba con el sonido del motor. Y en cuanto a las tarjetas era estimulante en comienzo, porque ellos cumplían y entregaban al contratante X cantidad de tarjetas de invitación. El cuento era que en la parte baja de cada una de ellas se podía leer: “Amenizará el picó de los hermanos Ariza, calle tal número cual. Tantos pesos la hora”. Qué cacharro! Tiempos se presentaron también en que se usaron títulos de canciones para los picós y tal vez el más popular de ellos fue “Llevarás la marca” de los hermanos Sarmiento; pero hay recuerdos también para “Bello amanecer”, “Divina ilusión, “Vereda Tropical”, y hasta en los tiempos del rock and roll de Elvis Presley, Pedro Chaqueta bautizó al suyo “Al compás del reloj” y luego otro Pedro (García Bacca) que ante la popularidad de la pieza “El Cacique” le cambió a su picó “El Trópico” y lo bautizó así. Escribir sobre esto es un lío; pero he querido atender algunas peticiones para que recordara picós .Ahora no me vengan a decir “se te olvidó este”,”se te pasó aquel”. Claro: el del chino, “El Concorde” ,”El Sibanicú” y otros que no caben porque esto “no aguanta…”no aguanta”. Pero eso en cualquier barra de cualquier tertuliadero, si es que pueden hablar porque los equipos de hoy emiten sonidos a tal volumen que amenazan con tumbar las casas, en cualquier esquina de barriada, o mejor en la tranquilidad de una oficina, usted podrá charlar con amigos sobre otros picós que les traigan recuerdos. Si esta crónica logra eso al menos, yo me sentiré satisfecho.

jueves, 19 de mayo de 2016

UN GRANITO DE ARENA A VECES PESA MUCHO.



No le gustaba que a su nombre artístico que es el mismo con que la llevaron a la pila bautismal en la  Iglesia de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma de Ocaña, le adicionaran sus apellidos.” Yo soy Yolanda la  cantante y punto”. Muchísima menos gracia le hacía que la mencionaran en diminutivo y por ello todavía hoy, no puedo evitar una sonrisa cuando escucho a algún locutor anunciarla “Yolandita de Colombia”. Si el pizco supiera ( y ahora lo va a saber ) lo que le revienta a Yolanda además de que empequeñezcan su nombre, esa vaina dizque de Colombia. De ahí que respetuoso aun de sus  ideas me ocupe solamente de su nombre a pesar de conocer  a pesar de conocer sus dos apellidos. Terminaba 1970, era el furor de la balada que cimentaba su popularidad en prestigiosos nombres artísticos, intérpretes de gran valía en ambos sexos. Fue para entonces cuando a Pacho Zapata se le dio por lanzar a una cantante por la que nadie daba el mínimo pronóstico de éxito. Dicen por ahí que unos cargan la fama y otros cardan la lana. Los costeños tenemos fama de “mamadores de gallo” pero hay que ver y oír a los cachacos que nos tildan de tal. A Pacho Zapata sí que le jodieron la vida en aquella ocasión. Yolanda no había cumplido los 15 años y en Codiscos decían que más guitarras eléctricas y organetas necesitaba biberones. Cuando hay en la palestra una Carmenza Duque, cuando doña Yolima Pérez tenía éxitos en el mercado, cuando misiá Claudia empezaba a bombardear con sus primeros temas “Llévame contigo” y “Momentos”, se necesitaba estar medio sollao para pretender  que una niña les moviera el piso. Pero la ocañerita no se dejó amilanar nunca e igual que después no le anestesió la adulación, tampoco en aquella época la desanimó la “mamadera de gallo” cachacona. Logró por lo menos grabar, pero no estuvo bien programada y aunque su intervención gustó, quedaron algunas dudas. Para acabarla de embarrar. La invitaron a un programa de televisión que tenía Hilda Strauss ( Si lo sabe cante ) y allí el difunto tenor Régulo Ramírez y Juan Peña la despedazaron. Personalmente siempre creí que aquello fue “fríamente calculado” y aunque Yolanda que no se mordía la lengua precisamente, explicase que “ lo hice intencionalmente para probar la dureza del  piso”, la verdad es que se cayó. Y cualquiera se hubiera caído, cualquiera de un poco más de 15 años que se le acribillase con canciones de Guillermo Buitrago, José Barros y Lucho Bermúdez; pero estaba escrito: Yolanda tendría que ser una mujer excepcional y una cantante de gran calidad, cuando la semana siguiente para tapar la boca de tanto hablador, la ocañera pidió la revancha, como cualquier estudiante de carrera profesional que se respete que ve aproximarse un parcial Yolanda estuvo entregada al estudio de la música vieja de la costa y en aquellos siete días si durmió 24 horas fue mucho. Y qué pasó? Que en ese programa reventó a sus contrincantes y no contenta con esto dejó mal parado al trío de los Jaimes que no pudieron acompañarla en una canción que les pidió y hasta a la animadora a quien fulminó con preguntas sobre Campo Miranda y Estercita Forero, sacándose el clavo cuando le dijo en medio de su fresca risa: “Ud. Dizque no es barranquillera pues?” A una muchacha así hay que tomarla en cuenta; sin embargo la cosa no era tan mamey y a alguien en la disquera se le ocurrió decirle tontamente:” oiste vos Yolandita”-“ A mí no me diga Yolandita carajo”.-“ Bueno doña Yolanda qué piense vusté aportar  para el éxito de nuestros discos pues”-“ voy a aportar un granito de arena”-“ Eh, Ave María hombre por Dios, con esos aportes sí que estamos lucidos hombre”. Mi difunto hermano mayor se extrañaba una vez que le rechazaron un aporte similar y decía todo cabrero:” que un granito de arena no es nada, Vé, zámpatelo en un ojo pa’ ve que te pasa”. Y más si usas lentes de contacto añado yo. Bueno, el granito que aportó Yolanda se zampó no en el ojo sino en el oído del público colombiano e hizo su efecto:” Granito de arena/cachito de pena/ así era tu amor/. Lucero chiquito/ barquito sin vela/ así era tu amor/”… Y entonces se produce una sucesión de triunfos, una secuencia de éxitos dentro de la línea de moda que no solo echaron por tierra todos los vaticinios pesimistas, sino que situaron a Yolanda al lado de las grandes. Vaya paradoja: la pequeña Yolanda entra a aquel medio campo, y mire Ud que doña Yolima y misiá Claudia tuvieron que esforzarse ante el tren de juego que impuso la virgoniana de Norte de Santander. Porque Yolanda hizo lo que ninguna de las cantantes jóvenes había hecho hasta entonces y que solo realizó Isadora cuatro años después: hacer versión moderna de una canción vieja guardia y pegarla y venderla más que la original:” lo nuestro terminó/ porque tú me  engañaste/ tu olvido me enseñó…” Este consagrado tema del jibarito Noel Estrada, que grabó el trío Vegabajeño en 1947 tuvo su segunda época en el 72 con la exquisita cantante colombiana quien no contenta todavía y deseando erradicar definitivamente las dudas( dudas que solo se basaban en su corta edad ya que nadie puso jamás en tela de juicio sus capacidades ) se lució interpretando la inmortal Canción del alma del maestro Hernández que en el concepto de muchos  comentaristas entre los que me incluí, superó la versión de María Luisa Landín:” yo sé que tú comprendes/ la pena que hay en mí/ que estando yo a tu lado/ se acaba mi sufrir… y logró definitivamente sitial de honor cuando reconquistó mercados para temas tan antiguos como En un beso la vida, Plazos traicioneros, Corazón y Si no eras para mí. Era un caso extraño: Colombia tenía una vocalista de gran madurez en la persona de Yolanda que no había cumplido aún los 17 años. Posteriormente fue la primera en presentir que la balada como canción romántica tenía los días contados. Hizo un receso y se dedicó a desintoxicarse de ye yé y go gó. Estudia mucho y como tenía gran facilidad para asimilar los aires tropicales, reaparece con un cargamento de temas costeños que hacen furor: revive la expresión autóctona de la puya y el porro; el merengue y la cumbia encontraron al fin la intérprete que esperaban hacía tiempo. Hoy he querido hacer evocación que actualmente sin llegar a 59 años, tiene la pendejadita de más de cuatro décadas de exitosa carrera y además puede ufanarse de haber triunfado en dos modalidades diametralmente opuestas, cosa que no solo en Colombia sino en el mundo son poquísimos los que lo han hecho y al revés , ancianos ya, todavía andan en los escenarios, aun en el retiro y a su edad actual no me sorprende que ella corone cualquier empresa de otro tipo que acometa porque la ocañera es tenaz y como lo dice en uno de sus éxitos “lo que me gusta tengo con toda seguridad”.

viernes, 13 de mayo de 2016

REMEMBRANZAS DE ÉXITOS DEL TRÍO LOS OSORIOS



Fue exactamente el 9 de Junio de 1953 cuando los conocí. Entonces eran dueto y empezaba  apenas Carlos y Pedro. Claro que hoy las muchachas nada que ver con las serenatas y prefieren encuentros más íntimos con champeta y en último caso mariachis armando una bulla que atormenta al vecindario. Yo siempre pensé que si los tres mosqueteros eran cuatro, por qué los Osorios no podían ser un trío de dos? Y una vez el benemérito pedagogo Ramón Márceles Acosta (q.e.p.d.) que no se perdía una de mis crónicas me llamó para corregirme el plural en el apellido de los grandes artistas barranquilleros. Tuve que pedirle que no se “cabreara” que yo no le hacía quedar mal sus enseñanzas, sino que ellos se hacían llamar así y así aparecieron en cartelera de varios países. Eso nació cuando montaron un pequeño sitio pegadito a los Cinemas bajando por Cuartel. El “Osorio’s Bar” hizo que el trío , ya entonces tenían al “Ñeñe” García, se siguiera llamando así con apóstrofo, que no apóstrofe. Cierto Lic. Tedio? Y lo del “trío de dos” fue porque siempre los de apellido Osorio fueron Carlos y Pedro con un tercero que era la primera voz, menos en una cortísima temporada en que un tercer Osorio fue parte del trío cuando Moncho quien era operador de radio y me controló en alguna emisora local, les acompañó. Fuera de eso, “Pajarito” Jovanetti, luego relojero en Caracas, Marcos Vásquez, Benedicto Lozano, Lucho y Lalo Durán, Marcos Bielostozky, y especialmente el ya mencionado “Ñeñe” García, han formado parte del trío colombiano que más presentaciones ha hecho en el exterior. Pedro una vez me dijo: “cuando estamos lejos nos acordamos del terruño y gozamos de lo lindo leyendo las crónicas en las que recuerdas a los artistas del ayer. Claro! Diario del Caribe se leía en Maracaibo y Caracas, qué se cree Ud.? También en otras partes pero por ahora citemos lugares venezolanos donde actuaron con todo éxito Los Osorios: Solar de la abuela, Hotel El Lago, Radio Caracas Televisión, Sábados Sensacionales, Venevisión, La mansión colonial, etc. Pedro y Carlos junto con Marcos Bielostozky hicieron furor con un bolero que revivió el boricua Danny Rivera escuchado por vez primera en 1955 con el también borincano Charlie Figueroa bajo el título de “Estando contigo”; pero que en su segunda época fue rebautizado como “Madrigal”. Pedro, ante el problema de las primeras voces hizo como Willy Colón con los que le daba Héctor Lavoe y demás, y decidió ser definitivamente el primera voz y así Pedro primera voz y tercera guitarra, Carlos puntero y tercera voz, y Marcos, segunda y segunda, se entendieron muy bien. En 1974 tuvieron una de las más grandes satisfacciones en el mismísimo San Juan de Puerto Rico cuando Chago Alvarado el  autor de la música de “Cosas como tú” le dijo al público:”ya ustedes han oído mucho mis canciones y por eso mejor vamos a escuchar ahora al gran trío Los Osorios y un bolero que es tan bonito como los míos, ay bendito! Y de pronto más” y enseguida las voces y guitarras vibrando en el sentimiento con el hermoso bolero de Pedro “ETERNAMENTE TÚ”, que fue locura en los hit-parades en las emisoras relojeras de Barranquilla 60,  con “Ñeñe” García, y regrabado por ellos años después conquistó también a Puerto  Rico y allá lo sacó una disquera en varios sencillos, algunos con el respaldo de “Gotitas de dolor” el consagrado bolero de Julio Rodríguez entonces primera voz de Los Panchos, y otros con “Noviecita “ o “Por fin” también boleros de Pedro, al reverso. Fue hace más de 60 años y mi serenata de aquella noche fue programada con “Cosas como tú”, “Un solo corazón” de Chago, y “Bendito Amor” de Olá Martínez, es decir :repertorio del trío San Juan de Puerto Rico, entre otras cosas, de Chago Alvarado y no de Johnny Albino como se empeñan en decir todavía algunos. Fue en Junio de 1974 y los mismos dos muchachos que hicieron levantarse al vecindario de Caldas Vesubio en Barranquilla 53, obtuvieron su consagración continental en Puerto  Rico. Cierto, transcurrieron 21 años pero en el 74 no fueron media docena de viejas chismosas que abrieron las ventanas de sus casas en una esquina del barrio San Roque diagonal a la Almendra Tropical. Fueron treinta mil personas las que abrieron las puertas de sus corazones a nuestro trío más internacional: Los Osorios. Luego después de muchos años estuve nuevamente al lado de ellos como en aquella lejana noche.  Fue en el decimoquinto aniversario de mi programa CITA CON EL PASADO, en Diciembre 84 cuando en La Vieja Guardia Sala Musical, los Osorios, Joaco Noguera, Tommy Arrautt, y el crooner Alvaro Barboza, hicieron vivir momentos inolvidables a un centenar de contertulios presentes y a un gran número de oyentes. Poquísimo tiempo después Pedro me halagó al decirme que habían grabado un volumen que titularon igual que el escrito que yo hice entonces: SERENATA COLOMBIANA PARA AMÉRICA. La muerte de Carlos un requintista que nada envidiaba a los mejores de América, causó un enorme trauma en el trío y en el corazón de su hermano quien intentó seguir y por allí pasaron “un man” del interior de apellido Gaviria, y un solista llamado Tony no sé qué, que interpretaba las baladas de Los Ángeles negros, Los Galos, Los Pasteles Verdes y otros; pero ya nada volvió a ser ni siquiera parecido porque artistas como los mencionados en esta añoranza solo se dan una vez. Este trabajo está ilustrado con lo que a mi juicio fue su más grande éxito disquero en dos épocas: cuando estuvo con ellos “Ñeñe” y cuando formó con Los Osorios un artista doblemente meritorio por bueno y por sencillo: Marcos Bielostozky.Ese fue: ETERNAMENTE TÚ.

martes, 10 de mayo de 2016

AQUELLOS JUEGOS DE SARDINEL Y DE CALLE( ENTREGA FINAL )


Por favor permítanme un proemio como hubiera dicho un copieta del propio Cantinflas, antes que las chicas del Fb se enojen porque solo me he ocupado de  juegos para varones, aunque no he dejado de mencionar algunas damas. Es que antes las niñas ya a los doce años dejaban las rondas infantiles y los juegos de muñecas y chismecitos de cocina y empezaban a adquirir conocimientos como futuras amas de casa. Los varones  en cambio aún terminado el bachillerato y estudiando carrera profesional o dedicados a otras cosas importantes seguían siendo esquineros. Hoy las niñas desde los doce años empiezan a “mostrar la mercancía” y a  los trece ya amamantan muñecos de carne y hueso. Y vaya Ud a hablarles de “la marisola”, “el ambo, ato (sic) materile rilero”, o la “pájara pinta”. Si no le corren la madre y le dicen cara de algo, porque tienen un jetabulario…es  porque no tienen ni idea de lo que Ud les está hablando. Así pues, entremos en materia:
Se llamaban “de sardinel” porque ellos eran las pistas adecuadas para jugarlos, pues se prestaban para pintar con tiza, carbón y hasta pintura, los respectivos diagramas. El “zorro” por ejemplo era un rectángulo alargado, dividido por una raya en la mitad colocándose a izquierda y derecha otras rayas que formaban asteriscos. A la izquierda se colocaban unas piedrecitas que eran las gallinas, y a la derecha, en todo el centro, un solo pedrusco que era el zorro ( pero no Rincón) cuya misión era comerse las gallinas y éstas luchaban por encerrarlo, todo con movimientos iguales a los de la dama. Ganaba el que primero lograra su objetivo.
El “ahogao” que otros llamaban “quemao”: se pintaba en el sardinel un muñeco burdo dentro de un rectángulo pequeño y a la derecha se colocaban guiones separados para escribir cada una de las letras del vocablo materia del juego. Si alguien decía una letra de esa palabra, se le anotaba en uno de los guiones, y si no era, al muñequito se le iba pasando sombras desde los pies hasta la cabeza. Si daban con el término escogido antes de ser cubiertos por completo, ganaban, si no se ahogaban y perdían.
Los dados, muy simple y conocidísimo: Se usaban dos dados, se hacía con la mano un movimiento que se usaba por fuera como grosería, plebedad. El de mayor puntaje ganaba.
El “cuco”, muy similar en el movimiento que parecía grosería de la mano, solo que se lanzaban granos de maíz, cuatro en total, a los cuales se les había pintado con algo uno de los lados. Al lanzarse por cada grano que cayese con el pintao pa’ arriba, se anotaban 10 puntos. Si se llegaba a 40 era casi el triunfo, porque muchas veces alguien lograba que sus cuatro granos cayesen todos del lado pelao: “Cuco”! gritaba y ganaba. Estos juegos se pagaban con cajetillas vacías de cigarrillo o con botones diversos, tanto porque las enseñanzas recibidas prohibían el ”juego a plata”, cuanto porque los pelaos siempre andaban limpios, pero ah ganas que tenían de apostar con monedas de a cinco, de a dos, o siquiera de un centavo. Estos eran los juegos de las barras esquineras de las que yo he escrito crónicas en los periódicos locales, pero no tocando lo de sus juegos. Respecto a los de calle, mencionaremos muy de pasada porque son conocidísimos y hasta simplones como la uñita con bolitas de cristal y también “el volteao” lanzando un cipote bolón de acero que recibía en piconazo alguien( a Emilio Colina q.e.p.d. le mocharon una falangue con esa vaina ) y entonces con el bolón se golpeaban los bordes de algunas monedas para voltearlas y agarrarlas enseguida. Y he dejado para terminar, el trompo. Juego a mi juicio que debía ser deporte Olímpico porque había verdaderos artistas en su manejo. Yo que apenas llegaba al “pita jalá” me embobaba viendo a esos tipos lanzando el trompo, cogiéndolo con la  pita, bailándolo en la palma de la mano y hasta en la uña del pulgar, haciendo bellezas con sus monas, luciéndose en el “paseo sin fin” y como verdaderos maestros preparar su trompo con la pita de tal manera que echándoselo al hombro y dándole “mapolazos”, abrían “juracos”en el otro trompo y dicen que hasta llegaban a partirlos en dos. Eso yo nunca lo ví; pero tampoco es que lo dude abiertamente. Bueno amigos esto ya está suficientemente largo y  no puedo seguir; solo advertir a los “papistas” que la crónica no incluye juegos colectivos, como chequita, bola e’ trapo, la lleva, la tiene, cuatro ocho y doce, la libertad, etc.

Y se ilustra merecidamente con un tema cantado por ISMAEL RIVERA CON CORTIJO Y SU COMBO dedicado al: TROMPO

viernes, 6 de mayo de 2016

AQUELLOS JUEGOS DE SALA



Cuando escribo esto es una tarde de viernes y pienso que va a ser duro que me crean los que solo andan por los 50 que años hubo en que muchos jóvenes los viernes por la noche se abstuvieron de rumbear por ir a la casa de una familia amiga que era la sede de aquellos juegos de sala nocturnos. Y se pasaba tan agradable, era tanta la diversión que nadie pensaba en bailes ni en trago. La lotería, el siglo, la baraja española, y el  parqués o ludo eran los elementos principales en aquellas veladas matizadas de risas, comentarios chistosos, alegría, refrescos y pasabocas. La lotería, indudablemente el más popular, consistía en cuatro “herramientas” básicas: una bolsa de harina, noventa fichas de madera con números rojos en relieve del 1 al 90, varios cartones rectangulares de mediano tamaño con hilera de cifras y unos granos de maíz. Un pregonero que se alternaba tomaba el saco, metía la mano, revolvía y sacaba una ficha. Y había que ver que no solo debía uno saber jugar, tener suerte, sino además conocer la jerga con la que el tipo “cantaba” los números la mayoría de los cuales tenían su nombre: “unián cutiplán y múcura”( UNO)-“sin casco parió la mula”( CINCO)-“se hicieron las mujeres pa´los hombres”(SEIS)-“vicios y virtudes”( SIETE)-“novedades trajo el correo”(NUEVE)-“la docena”(DOCE)-“soledad”(TRECE)-“polaina”(DIECISIETE)-“la edad de Cristo”-(TREINTA Y TRES)-“los dos paticos”(VEINTIDOS)-“calibre e’ revolver”(TREINTA Y OCHO)-“joroba”(CINCUENTA Y NUEVE)-“para arriba y para abajo”(SESENTA Y NUEVE)-“el más viejo de los números”(NOVENTA) y tal vez otros que se hayan quedado en el tintero; pero esté seguro que hoy Ud aprendió el código secreto de la lotería. Bueno, había una manera de no pelar ningún número cantado y era jugar con cuatro cartones sin que esto garantizara tampoco que siempre iba a ganar. Yo recuerdo que a mí me gustaba jugar siempre con dos y daba guerra, y como todos yo tenía mi grito de júbilo cuando completaba las cuatro cifras:” trubenizó Francona”, porque este bonus-baby gringo del Willard se ganó varios premios metiendo home runs por encima de la barda que anunciaba “Camisas Primavera con cuello trubenizado” y Marcos Pérez anunciaba “home run trubenizado de Francona”, y finalmente otros términos inmancables:” línea” cuando apuntaba el primer número en su cartón; “ambo” cuando seguidito marcaba el segundo, “terno” gritaba, cuando le llegaba el tercero y Loteríaaaa” cuando coronaba. Bonito verdad? Que a ti no te gusta? Eche, a mí sí. Qué te pasa a tí?” Tú quieres peleá conmigo? JE JE JE.  Bueno venía el siglo que arrinconaba cartones y se jugaba solo con las ficha de la lotería. Había con “vira” (ese no me gustaba) y siglo limpio y pelao  que consistía en sumar con las fichas cantadas CIEN o el número más cercano a este, y el primero que lo hacía ese ganaba: SIGLOOO! Para mí era más emocionante porque la “vira” era como una limitante pues se ponía una ficha como tal y ya se partía de esa base para llegar al siglo; pero eso propiciaba que eran muchas las veces  que uno se pasaba de cien y perdía. Había unas sub condiciones del reglamento que se desechaba la vira ya en desarrollo del juego o se pedía un cambio de ficha cantada…en fin, era como más complicadito. El propio siglo era como ya anotamos. Venía entonces el ludo que la verdad era como la segunda división de la liga. Una especie de cruz con casillitas.Se jugaba con dos dados a veces uno solo y se iba avanzando en aquellos carriles, corriendo el riesgo que otro llegara a la misma casilla donde uno estaba y  lo botara teniendo que empezar de nuevo. Había otras reglas varias y otros arreglos no convencionales entre los participantes como  jugar con puente, sin puente, soplando no soplando .En lo que a mí concierne por algún chasco que me pasó, y siendo yo tan cabalístico, llegué a cogerle “mufa” a ese juego. Antes de culminar con el juego de cierre, quiero advertir que no he olvidado el dominó,  pero no lo cito porque para mí ( y para muchos ) siempre ha sido un juego de cantina, bullanguero y problemático. Eso nunca tuvo la finura de un juego de sala. Entonces culminemos con la baraja y sus variantes de LA NUEVE, LA  VEINTIUNA, LA CARGA E’ LA BURRA y el POKINO, adaptación rara entre la baraja y la lotería con reglas un poco difíciles para los neófitos. La baraja española en cambio no tenía problema pues era completar con cartas los números nueve o veintiuno y la carga de la burra” era que se ponía una carta base, algo como una vira, y si el jugador no la tenía, debía “comer” es decir, buscar carta, carta y carta hasta encontrar la conveniente y por tanto se iba llenando de barajas. Al final quien menos tuviera ganaba. Bueno amigos, recuerden que esta ha sido una evocación inefable de juegos sin mayores intereses económicos, ni que causaran dependencia perjudicial para el organismo ni para el bolsillo .Pura diversión. Nada de póker, ni continental, ni bakarat, cosas de tahúres y grandes casinos, una escena de las cuales nos dramatiza  en vivo Daniel Santos con la Sonora Matancera en: LAS SIETE Y MEDIA. 

lunes, 2 de mayo de 2016

EL POMPI EN LOS CUEROS



Siempre tratamos de llevar al público aspectos desconocidos de artistas cuyo mérito es innegable y sin embargo se les reconocen poco, cuando no se les ignora por completo. Tal es el caso de POMPILIO RODRÍGUEZ MORENO, sin la menor sombra de duda el baterista más grande de Colombia, cuyas calidades de músico y de persona fueron innegables. Formó parte del famoso clan de los hermanos Rodríguez, cada uno de ellos pieza importante de nuestra farándula; todos se fueron ya: TOMASITO, EFRAÍN, y LUCHO el gran maestro que legó a Colombia la fama de un vals que compartió flores y banquetes con los más grandes valses de Viena: TRISTEZAS DEL ALMA. El 1° de Abril de 1929 en Arjona Bolívar la familia Rodríguez Moreno tuvo un miembro más quien junto con sus hermanos se vino a Barranquilla en 1939 a residir en la larga cuadra que forma la calle 39 entre las carreras 46 y 50. El paso siguiente era buscarle colegio al espigado pelao que gustaba de golpear con un palo o con los dedos índices todo cuanto  hallara a su alcance. El viejo colegio Marceliano Corbacho de la calle 45 con la carrera 36 le albergó en sus aulas y el profesor Jorge Álvarez Camargo le nombró rápidamente coordinador musical del plantel, no tanto porque le gustara aquella idea, sino para hallarle solución ventajosa al problema que representaba Pompilio con sus solos de pupitre a golpe de lápices y reglas .Los años pasaron y en 1945 Pompi discípulo aventajado de su hermano Efraín mereció el honor de integrar la orquesta de su otro hermano Lucho y con ella salió a recorrer la república. Su primera actuación significativa fue cuando vino Myrta Silva la pimentosa vocalista boricua y no había bongosero disponible o capaz de acompañar a aquella mujer que tenía tanto swing que la llamaron “el ciclón de Puerto Rico”. Alguien recomendó a Pompilio y como este era solo un pelao de 15 años tuvieron que decirle a Myrta que el chico era un bongosero precoz nativo de Cuba y que estaba por acá. El acompañamiento resultó de primera y la Silva decía después que a ese muchacho “le roncaban los motores” .No obstante a Pompi le gustaba la batería y con todo el entusiasmo con que se acometen las actividades que nos agradan, progresó tanto que se cambiaron los papeles :Efraín tuvo que ser bongosero y Pompilio se convirtió en baterista de la Orquesta de Lucho cuando apenas tenía 19 años. En el año 48 después de una serie de peripecias en la capital del país a raíz del 9 de Abril, la orquesta consigue un buen contrato para Venezuela donde tienen éxito tal que son contratados a su regreso para animar los grandes programas nacionales de COLTEJER TOCA A SU PUERTA, reforzando el staff con la inclusión de un trompeta que tendría que ser años más tarde capítulo aparte en la historia musical de nuestra tierra: el maestro Pacho Galán. Allá por el 55  Lucho deja la dirección a cargo del maestro Pacho y se inicia la nueva era de la orquesta ya complementada con músicos que provenían de la Atlántico Jazz Band que se había disuelto y con ellos se hace una buena cantidad de grabaciones en 78 para el sello Tropical. Antes del furor del merecumbé Pompilio hizo un éxito extraordinario con la Orquesta de Pacho y que vocalizó su hermano Tomasito: EL POLLERÍN el cual tiene su anécdota: a la salida de una actuación en una emisora antioqueña la orquesta halló una especie de manifestación de mujeres todas enpollerinizadas que iban a darle por la cabeza al autor de aquel número en el que se metían con ellas en un estribillo que decía:” sin sayas te quedarás/ lo mismo que el pollerín/ quisiera verte en la playa pa’ ver si es cierto/.” En plan de compositor hizo otros temas que pegaron: LA CRÍTICA, EL ESTORBO, MERECUMBÉ ATORNILLAO, QUIÉN MANDA AQUÍ; luego LA NOVIA, EL BAILE DE LOS SAPOS, EL PARADERO y A CABALLO. La orquesta internacional de Chucho Sanoja cantando el cubano Kiko Mendive grabó también el merecumbé La Crítica. Con Pacho Galán estuvo más de 10 años hasta 1963 tocándole parte significativa en el éxito del merecumbé, el chiquichá, el tuki tuki, el caminaíto y el mece mece y viajó por Venezuela, Panamá y toda Centroamérica. Luego pasó a integrar la orquesta del “muñecón” Alex Acosta, una buena banda que sin embargo duró poco. Su siguiente “club” fue la famosa Sonora del Caribe de los hermanos Pompeyo, agrupación con la que trabajó los diez años siguientes, grabó varios números, acompañó a artistas internacionales y viajó bastante también. Entre el 63 y el 73 en su permanencia con la Sonora, prestó la camiseta porque se fue enrolado con el conjunto de Toño Criales a unas presentaciones en Curazao donde sus endiablados solos de batería conquistaron al público. Su recorrido continúa y pasa a ser el baterista de la agrupación de Adolfo Echeverría, con la cual actúa en los Estados Unidos. En 1977 pasa a la otra Sonora criolla, “La Sensación” y en el 80 estuvo con Ariza y su combo. En aquel año recibe propuestas de agrupaciones venezolanas cuando le llaman casi simultáneamente La Tremenda y Los Melódicos. Quería vincularse a la organización Capriles pero le surgió un inconveniente de visa y no pudo en aquella oportunidad. Me contó algo insólito: que por su “Merecumbé atornillao” pese a las reconocidas ventas que tuvo solo le dieron $9 de regalía; sin embargo aquello lo consideró como un trofeo y sin armar ningún barullo (es bueno recordar que Pompilio fue uno de los más caballerosos artistas ) cogió su cheque y lo enmarcó. Añadió que costó más el trabajo de la marquetería pero tuvo siempre, como el turco del cuento, “ su diploma de pendejo”. Siempre consideró el gran baterista que su hermano Tomasito y los también difuntos Víctor Piñero y el Cheo García fueron los mejores cantantes de merecumbés y que la mejor vocalista de Colombia en todos los tiempos no ha sido Matilde Díaz, ni Claudia sino EMILITA VALENCIA aquella fabulosa cantante que tuvo la  orquesta de Pacho en la segunda mitad de los 50s. Finalmente ya en los 90s tuvo su propio grupo llamado “SON CINCO” que dejó gratísimos recuerdos como los dejó Pompi cuando se fue alboreando el siglo actual. GRANDE ENTRE LOS GRANDES. Partero del merecumbé y artífice con el golpe que le dio, del éxito de ese ritmo ; además de su premonitor de éxito haciendo: EL POLLERÍN