jueves, 15 de septiembre de 2016

EN LAS CANCIONES: EL AMOR Y LA AMISTAD


Septiembre, que siempre fue para nuestros mayores el mes del carángano, tenía que ser rehabilitado por algo, por alguien, y cuando se inventaron que los novios debían tener también su día, creyeron que Septiembre era el indicado para ir borrándole sus feos antecedentes. Sin embargo, en el 57 cuando la novia regalaba invariablemente la cajita de pañuelos marcados con un monograma bordado por ella misma, o la billetera que parecía una concha de coco, y el novio se conseguía fiao su frasquito de Magnolia Blanca o de Bond Street, el mes de Septiembre seguía sin ser bien visto. Yo creo que era peor, porque quien no estaba ennoviado entonces se mortificaba más si el compañero de la oficina se había levantado al bollo que precisamente había hecho suspirar al otro. Total que cuando le cambiaron lo de los novios por “Día de los enamorados”, se abrió un poco más el campo, ya que así no había inhibición para regalar o recibir regalos so pena de un compromiso. Pero los problemas no se acabaron sino que cambiaron de lugar común, porque si bien los novios reconocidos y ocultos, oficiales y esquineros, seguían intercambiando regalos, algunos guasones especialistas o al menos haciendo la especialización, en tumbar del caballo, salían regalando algo a la novia del otro, originándose sus buenas broncas por ello. Los publicistas que son “la patada” para estas cosas, decidieron de una vez por todas arreglar entuertos y fueron asesorando a sus clientes para que se estableciera “el día del Amor y la Amistad”, lo que definitivamente solucionó la situación, porque el tumba del caballo pudo entonces hacer su regalo aun a la novia de su “mejor amigo” y la píldora se doraba con el cuento de una buena amistad.  A todas estas, era natural una continua vinculación, una relación estrecha de la música y sus creativos e intérpretes con las situaciones enumeradas y si bien es cierto que cuando la fecha tenía distintivo de novios y aun de enamorados, los discos no funcionaron mucho como elemento de regalos, es muy real que con posterioridad, gracias a la misma publicidad, se convirtieron en objetos muy apreciados para cumplir estas funciones.
Inicialmente se trabajó con las canciones conocidas, con los álbumes ya difundidos, pero haciendo el espulgue porque esos LP tenían 12 canciones de las cuales 10 le decían a la mujer cosas preciosas: “ángel mío”, “estrella adorada”, pero las otras dos la embarraban y no se podía hacer ese obsequio. El disco de 78 sirvió mucho en sus tiempos, porque era más barato y más fácil para hacer la elección. Luego fue el de 45 y finalmente, las disqueras tomaron en cuenta la fecha del amor y la amistad para hacer reimpresiones de temas muy escogidos, todos desde luego homenajeando al bollo, nada de despechos, traiciones, ni cosas así. Pero lo que hace referencia a la amistad, como quiera que se involucró con el amor, entonces el disco pasó por una sequía tremenda, ya que antes que Roberto Carlos hiciera su poema sobrado de lote, su excelente canción que conquistó al mundo con su sentida lírica, que tuvo hasta la rara virtud de hacer cantar a un Pontífice, antes de eso, la amistad no estuvo muy bien parada como tema para las canciones. El asunto no es que no se pueda regalar un disco a un amigo, no, usted puede regalarle lo que sea, siempre que al amigo le guste, incluyendo el fuelle claro.  De lo que se trata es de comentar independientemente que se le dedique un día para loarla, no había corrido con suerte en las pastas fonográficas.  Más aún: había sido combatida, cuando no negada y las concesiones que se hicieron antes de Roberto Carlos, fueron mínimas y para circunstancias muy especiales. Veamos:
“Me dijo así, yo soy tu amigo fiel/ y en su palabra de honor yo confié/.En él creí, porque jamás pensé/ que me robara el amor que yo soñé./ Amigo, vaya un amigo…”(1)
Sí, la cosa no era para menos con un cipote amigo así, cuando no solo sobran los enemigos sino que es como para pedir en escabeche la cabeza del que inventó el día de la amistad. Luego, tratando de conservar en todo lo posible el orden cronológico y haciendo la salvedad que se referencia solo las más famosas, pasemos a otro tema en el que el amigo se porta bien, siempre con la hembra por el medio: “Cada vez que yo te miro se te forman en los ojos/un guiñito muy bonito para mí/ y cuando bailas conmigo me cae una nerviosidad,/ y te juro  vida mía yo te tengo que apartar/ y es porque tú eres novia de un viejo amigo mío/y piensa qué sería si te llego a enamorar”( 2) . A diferencia de lo que le había ocurrido a Rafael Hernández, relatado por Leo Marini, al Bobby Capó le tocaba en su canción renunciar a una chica que se le estaba insinuando, que le bailaba zampao y todo, sin importarle maldita la cosa que el novio fuera un buen amigo del tipo a quien estaba provocando. Viene con posterioridad lo que siempre consideré un plagio, en aquella ocasión de Salustiano que Nelson Pinedo vocalizó así: “Cada vez que yo te veo me dan ganas de correr/ a darte un beso en la boca y abrazarte con placer,/ pero tu novio es mi amigo, y eso no lo puedo hacer/porque a veces un amigo vale más que una mujer/”( 3). Pero con la excepción de estos dos buenos, dos fieles amigos, porque así son los títulos, llega un “amigo mío” a tirarse la plata e’ los quesos cuando sabemos por boca de Orlando Vallejo la jugada que hizo: “Un amigo mío, a la que yo un día llevé hasta el altar/, un amigo mío en mi propia casa me vino a robar,/ yo no tengo ira, sino la amargura de  un escalofrío,/ quienes me envenenan de sucia mentira/ son mi propia esposa y un amigo mío”(4). Mire Ud, que empero, surge otra canción y parece ser que “el amigo mío” le encarga a Arty Valdés que finja de abogado para que justifique aquella mala acción y cuando ese texto se conoce, uno sin absolver al canalla que se robó a la  hembra, comprende que es que el esposo tampoco era ninguna “palomita de la Virgen”, cuando Orlando Contreras vocero de la defensa grita: “Amigo de qué?”
“No sigas diciendo que un amigo tuyo/ y tu propia esposa mancharon tu hogar,/ confiesa cobarde que esa era una deuda/ que tarde o temprano tendrías que pagar./Ella era mi novia, que tanto quería,/ una tarde ingenuo te la presenté/ sentiste envidia al verla tan linda/ cómo siendo pobre yo la conquisté/. Desde aquel instante a espalda cobarde/ como tenías plata le ofreciste más…”(5). Entonces se descubrió el pastel que hubo  tumbada del caballo en un episodio en el que realmente la que quedó peor parada fue la vieja aquella que primero dejó al novio porque el otro tenía billete y después decide tranquilamente “quemarle la chaqueta” y volver con su antiguo amor. Qué desastre,  qué horror! Con semejantes antecedentes no es de extrañar que cobrara actualidad una vieja página de Espí con el Conjunto Casino en la que decía tozudamente. “Ya yo no creo en nadie, ya no creo en amigos, no hay, no hay, no hay amigos.(6)” Y que también se reactualizara lo que Matamoros había dicho de la amistad, muchos años antes de los episodios relatados, cuando el “chino” Miguel considera que “el único amigo es el billete en el bolsillo” cuando el trío hizo su gustado tema “A mis amistades”(7). Y más cerquita del acontecimiento del “amigo mío” ,Alberto Beltrán tuvo que poner en acción su poderosa voz para cantar: “No hay amigos, ni hay amor, no hay sinceridad”(8) .Como se puede apreciar fue sabio quien fundió las dos cosas en una porque la relación es notable para bien o para mal. Cuántas amistades han terminado por un amor! Cuántos amores han terminado por una “amistad”. Y también hay amores que han discurrido felices en hogares admirables, uniones propiciadas por buenos amigos, esta vez sin comillas, porque si las hubiera que marcar sería en la parte correspondiente a esos esposos que después no se acuerdan más de los amigos que les  relacionaron. Y no me friegue! También hay amistades que se han producido por un amor  .No, no me refiero a esa papeleta que nunca me he tragado que, “podemos ser amigos ya que no podemos ser otra cosa”.Vé! Tampoco aquello que “sigamos como amigos, después de haber llegado “ hasta donde el cepillo no toca” .Ni de vaina. Yo cito es por ejemplo que Ud tenga su bollo, yo sea amigo  del hermano de ella y ese su cuñado me lo presenta a Ud y lleguemos Ud y yo a ser unas llaves increíbles! Por eso no  me tragué el cuentecito de Bienvenido Granda y René Hernández cuando tirándoselas de pendejos decían: “Me he convencido, que solamente seré tu amigo/ me he convencido que de tu parte nunca habrá amor”(9). Puro cuento. Eso ha funcionado un poco de veces, que el tipo tirándoselas de amigo quiere pedir pista para seguir gallinaceando con resultados muchas veces positivo, como lo revela Claudia en la lírica de Miguel Fernando: “Cuando te conocí, cómo iba a saber/ que por ti sentiría algo más que amistad/ Ya no eres mi amigo eres mi vida/(10)… La verdad es que solo Pablito Cairo les hizo un regalo musical, y encomendó a la tremenda Celia Cruz para que se los entregara “a todos mis amigos, de Cuba en general/ también a los colegas de América Central/ guaguancó de mi Cuba yo les quiero aquí brindar(11).”
(1).AMIGO Leo Marini.
(2).FIEL AMIGO Bobby Capó
(3).BUEN AMIGO Nelson Pinedo S.M.
(4).UN AMIGO Orlando Vallejo
(5).AMIGO DE QUÉ Orlando Contreras
(6). NO HAY AMIGO Conjunto Casino, Roberto Espí
(7). A MIS AMISTADES Trío Matamoros
(8).NO HAY AMIGOS Alberto Beltrán
(9). SERÉ TU AMIGO Bienvenido Granda René Hernández
(10). YA NO ERES MI AMIGO…Claudia

(11). A TODOS MIS AMIGOS Celia Cruz S.M.

lunes, 29 de agosto de 2016

JUAN GABRIEL: MÁXIMA EXPRESIÓN DE LA CANCIÓN MODERNA


(Crónica de Abril 12 de 1981)
Cuando Armando Manzanero conquistaba al mundo con su balada “Adoro”, un muchachito de escasos 17 años que se hacía llamar ADÁN LUNA se presentó en un centro nocturno de Ciudad Juárez, su tierra natal, y le dijo al dueño: “yo quiero cantar y sé cantar”. El propietario se pasó el grueso puro que fumaba de un lado a otro de la boca y sonrió despectivo antes de decir que eso lo había escuchado muchas veces y que le había costado sus buenos “del Águila” el hacerles caso a tantos muchachos “que decían que podían”, y a la hora de la verdad resultaban como los fríjoles que al primer hervor se arrugan.
Adán Luna le contestó que con él “el brinco era más corto porque sabía cantar, y si no le gustaba al propietario, pos me largo sin cobrarle un pesote”. Ante aquella decisión no había más nada que hacer y Adán Luna actuó. Entonces se ganó al público según reza la historia de aquella noche inolvidable para el cantautor más cotizado hoy día en América. Y así como las desgracias no vienen solas, tampoco hay que ser tan injustos y se debe admitir que los triunfos se encadenan. Casi enseguida se le abrió camino porque obtuvo su primer contrato que fue  en el centro nocturno “Malibú” cuyo propietario Roberto Sapién también había tenido sus inquietudes de compositor hasta cuando se decepcionó por completo y decidió que  tener un grill era menos complicado y muchísimo más productivo. Por ello accedió a contratar a aquel jovencito de la guitarra que se hacía llamar Adrián Luna y le pagó la fabulosa suma de 10 dólares diarios. Hoy día podría decirse que hasta para cualquier profesional veterano en nuestra patria diez dólares diarios sería un contrato no despreciable. Pero si este chico había nacido en Ciudad Juárez y en Ciudad Juárez mal que bien había triunfado, se estaba desvirtuando aquello de que nadie es profeta en su tierra. No, se encargaba de explicar después el muchacho, y era muy cierto. Nacido en este pedazo de Chihuahua, de padres campesinos que tenían que mantenerlo no solo a él sino a cinco bocas más, el hoy primera figura de todos los hit parades de América hubiera tenido dificultades a no ser porque el viejo Aguilera le gustaba también el canto.  Sí, porque el verdadero nombre de Juan Gabriel, al menos el cantante, es ALBERTO AGUILERA VALADEZ y “lo de compositor e intérprete es algo que se trae cuando se viene al mundo. Por eso yo nací cantante y compositor.”
Esa expresión la lanzó una vez,cuando con solo 13 años  de edad compuso una canción para una velada escolar. Su tema “Tres claveles y un rosal”, fue muy aplaudido, sobre todo por la circunstancia de ser “un escuincle” el autor e intérprete. Vino entonces el deseo de provinciano, porque como dijo una vez Luis Jordán Burgos, “todo provinciano es una mosquita que quiere degustar el inmenso ponqué que es la capital.”  Si se piensa así se  triunfa seguro. Lo que ocurre es que hay otros provincianos que no miran la capital como un ponqué delicioso aunque gigantesco, sino como una enorme montaña que los aplastará. Esa fue la impresión que tuvo Alberto Aguilera Valadez cuando todas las puertas en México se le cerraron. Bueno “todas no,” aclara él. “Se cerraron las puertas de las disqueras, pero subsistí gracias a que otras puertas, las de los amigos capitalinos de los barrios humildes donde pululan las vecindades, esas siempre estuvieron abiertas.” Pero llega un momento en que aun la convicción más firme del propio valor flaquea. Llega un instante en que  aún el optimismo más y mejor cimentado se torna en oscuro pesimismo y aquellas teorías “que el hombre hace su  destino y que nada es imposible, que todo lo que nos proponemos lo alcanzamos” dan ganas de decir “mamola” y largarnos para cualquier parte olvidándonos de todo. Así le pasó al cantante y una tarde cualquiera de un mes de Abril se apenó de recibir prácticamente la caridad de los amigos mexicanos y enrumbó para otros lares. Llegó a Tijuana y se internó por varios años en una Escuela Social por la única circunstancia que el cura del lugar era muy amigo del famoso maestro Solares, de quien aspiraba a recibir algunas instrucciones como en efecto las recibió, en los ratos libres del profesor. Tenía entonces el problema de lo que en Colombia según la región llamamos la papa o la yuca y que en México le llaman frijolitos, problema que se resolvió cuando el Reverendo Juan Galeano, al saber que el muchachito llamado Aguilera cantaba bastante bien, le dio alimentación a canje, por cantar en los coros de la parroquia de Tijuana, aunque algunos biógrafos dicen que fue en la Catedral. No obstante el futuro número uno de la canción moderna de su país no había ido buscando eso. Estaba como en una transición y allí muy cerca de la imagen del Todopoderoso empezó a reencontrarse. Pero viene un  episodio que, aunque triste en su origen determinó con el tiempo uno de los más sonados triunfos discómanos de Juan Gabriel. Es el tema: Yo no nací para amar. Sí, fue a sus 16.Anhelaba tanto el amor…entonces fue cuando regresó a Ciudad Juárez a reponerse de algo peor que los desengaños del disco: el dolor de un amor no correspondido. Fue entonces cuando y por lo que decidió hacerse llamar Adán Luna. Se le había metido entre ceja y ceja que su nombre no pegaba y se afianzó en la idea, cuando, como ya queda relatado, haciéndose llamar Adán Luna consiguió un contrato que le deparaba 10 dólares diarios y que le permitió hacer sus “guardaditos” para tomarse la revancha.
Qué vas a buscar nuevamente a México, le preguntaron sus amigos más íntimos y a continuación le decían: “ya estuviste allá y todo fueron puras  pérdidas”. Pero Aguilera tenía una espina en el alma y estaba seguro que, contrario a lo que decían todos sus paisanos que “a la tercera va la vencida”, él podía triunfar en la segunda intentona. Tan pronto como los 10 dólares diarios ayudados por Cronos permitieron hacerse con pasaje y unos pesos que le permitieran hospedarse decentemente sin recurrir a la mano tendida de los amigos de las casas de vecindad, Aguilera reemprendió el camino a la Capital. Lo pensó mucho en el trayecto y decidió que debía irse a la principal disquera y a la más importante emisora. Nada de medianía ni de aquellos cuentos que no solo en Barranquilla echan que: “te pago poco porque estás empezando pero después, con tu clase, te tapas de plata.” Pero sucedió que algo inesperado le haría cambiar de planes y la mano de Dios Todopoderoso le guiaría por su verdadero camino, porque antes inclusive de instalarse vio un espacio de televisión en el que se presentaban la Prieta Linda y el Mariachi Vargas de Tecalitlán. Se fue entonces directo a Televicentro y, como había leído hacía mucho tiempo que el verdadero nombre de La Prieta era Enriqueta Jiménez, por ella preguntó. Cuando le dijo a la recepcionista que iba en busca de Enriqueta Jiménez, la bella mexicanita dio un respingo y le dijo que en televisión no había ninguna estrella con ese nombre “retefeo”. Aguilera dijo que era bueno que se enterara, que Enriqueta Jiménez no era otra que La Prieta Linda, la célebre cantante de rancheras.
“Y Ud. Cómo lo sabe?” –“Pos, porque somos paisanos”. Con semejante audacia aunque nunca había visto fuera de fotos y cine a la cantante, Aguilera consiguió entrada y a Enriqueta le hizo mucha gracia “la puntada” y lo atendió muy bien.  Tan bien le atendió que cuando el muchacho le mostró su cartapacio, a ella le gustaron algunos temas y hasta los tarareó.
-“Cree Ud que se puede hacer algo con estas canciones?”
-“No solo se puede, sino que se van a grabar, mejor dicho: “yo, La Prieta Linda voy a grabar esta en tiempo de ranchera”. Y tomando “No tengo dinero”, le invitó a ir a los estudios de RCA Víctor. Después de los inevitables preámbulos que con todo y padrino- en este caso madrina- se suceden con los cantantes nuevos, unos meses después, en Junio de 1971 salió un sencillo con las canciones de Aguilera.”No tengo dinero” y “La más querida”, en voz de La Prieta Linda. Un documento fonográfico histórico es el que registra esa pasta Ref: 4972 en sencillo 45 en el que aparece en el paréntesis del autor el nombre de Alberto Aguilera. Sería entonces la misma Enriqueta, quien al saber que el muchacho quería interpretar sus canciones porque ella le había dado la idea de inventar un género, la balada ranchera, le insinuara que con ese nombre no iba a ninguna parte. –“Entonces me haré llamar Adán Luna, con ese me fue bien en…”- “Voítelas!” La Prieta no lo dejó concluir. “Adán Luna es nombre así como para vendedor de tacos y enchiladas. Mira, ahora se usa un solo nombre, y a veces ni eso. Hay que hallarlo y pronto”. Aguilera se acordó que entre sus hermanos había uno de nombre Juan Gabriel que todos en Ciudad Juárez decían que era “rete de buenas” y entonces dijo tímidamente:” Cómo quedará Juan Gabriel”.
De que quedó bien , no hay duda, porque Juan Gabriel empezó a escalar posiciones y ya sin la tutela de La Prieta Linda grabó en calidad de solista. “No tengo dinero”, “Por las montañas”, Como amigos”, “Adiós siempre te vas”, “Siempre en mi mente” y “Siempre estoy pensando en ti”. De allí en adelante, todo le ha sonreído al cantante compositor, primera figura de la actualidad.


Hasta aquí la crónica del maestro escrita como ya dije en 1981. Juan Gabriel consolidó su fructífera carrera de tal manera que se ganó el título de “EL DIVO DE JUÁREZ” y curiosamente pocos días antes de la partida del maestro, mi esposo, Álvaro Ruíz Hernández, al escuchar a la distancia una canción del cantante, me volvió a decir como en otras ocasiones: “Juan Gabriel, de los tres mejores compositores de México: a la par de José Alfredo Jiménez y Cuco Sánchez.”

viernes, 26 de agosto de 2016

MANOLO MONTERREY, GENIO Y FIGURA


Hay personas que, sin tener una gran capacidad, poseen fabulosas  dotes de “metidas” y así, apareciendo donde menos se les espera, logran tal vez conseguir a por lo menos uno que lo apoye, que lo recomiende, y ahí, como pelota de nieve, creciendo con el tiempo. Hay otras en cambio que, más que sobradas en méritos, no son muy partidarias de andar mostrándose y pareciera en cambio como si les gustara la soledad y hasta el anonimato. Y no lo hacen porque sean pagadas de sí mismas y se crean por encima de todos, razón por la cual, siendo seres superiores no quieren alternar con el resto de mortales profanos. No. Ellos son así y tal vez sin proponérselo logran triunfos porque es tanta su calidad, que pese a lo relatado, logran destacar.

MANUEL DAGOBERTO ALEMÁN MONTERREY, perteneció a este último grupo de personas. Realmente el que pertenece a una agrupación siempre tiene que estar posando en segunda fila, y así las cosas, los cantantes de cualquier orquesta de estos países sudamericanos, iban en renglones secundarios, es decir: no Manolo Monterrey con la Billo’s  Caracas Boys, sino Billo’s Caracas Boys canta: Manolo Monterrey, y esto último en letras pequeñitas de aquellos discos de 78 cuya etiqueta no daba para más.
Manolo Monterrey tenía un temperamento algo extraño. No, no era pedante, ni mucho menos grosero. Era de poco hablar y generalmente sugería que entrevistaran a otro “porque ya yo estoy fuera de circulación, chico”, cosa que hizo en la última vez que estuvo en Barranquilla y venían otros de la farándula venezolana, allá por 1994. En la vida de Manolo no hay consignadas giras espectaculares, porque ya dijimos que era cantante de una orquesta, de la cual llegó a ser estrella pero no era solista.
 Manolo tuvo un inicio extraño, pues hasta en eso se diferenció de sus colegas. Llegó a Venezuela en 1939 contratado por Nicolás Vale Quintero que era el director de Ondas del Lago de Maracaibo, pero no fue contratado como cancionero célebre sino como acompañante de Las Guaresitas,  Elvira y Alicia Reynoso, formando un trío y Manolo acompañando una guitarra que entonces medio “rascaba” y según sus propias palabras, se hacía pasar por mexicano y hablaba a la perfección como cualquier ranchero. Muchos se asombran cuando cuando saben de las dotes histriónicas de Manolo, pero no tiene nada de raro, solo que es poco conocido por lo que ya se dijo de él, que no era muy comunicativo. Antes de irse para Venezuela, en Cuba formó con Esteban Mancipe y Flor Robayo, una especie de grupo de teatro, tocaba él la guitarra y actuaba encarnando bobos, borrachos, homosexuales, chinos, gallegos, etc. Prácticamente lo mismo que hizo ya en las orquestas cuando llegó a ellas y que al final lo saturó tanto que aprovechando un viaje por tren cuando estaba con Los Melódicos, tomó una maleta y la botó. Se armó el lío, claro que no apareció. Esa era la maleta donde Renato le guardaba los disfraces con los que se caracterizaba de lo que fuese.  Con Las Guaresitas hizo buena labor, pero no contaban con su astucia, no la del Chapulín Colorado, sino la de Nicolás Vale Quintero quien se enamoró de una de las chicas, Elvira, y se casó con ella. Siguieron Alicia y Manolo, cuentan que contrataron otra, pero el espectáculo no duró sino unos pocos meses más. Ahí entonces comienza verdaderamente la carrera de Manolo, pues cuando llegó a Billo’s ya tenía experiencia con orquestas grandes, pues el mago de música popular, Luis Alfonzo Larraín vio en él condiciones y lo llevó a su orquesta donde hizo presentaciones en vivo pegando temas como “PELOTA”, alcanzando a grabar posteriormente “A GOZAR CON CHANGÓ”, y efectúa su primera grabación comercial: “QUÉ TE PASA” el bolero rítmico de Pedro  Flórez, que curiosamente también fue lo primero que grabó Daniel Santos.  Formó también un trío con Rafa Galindo, que era la primera voz y con el baterista Pablo Mijares de quien confiesa haber aprendido mucho, porque no se crean como la mayoría que Manolo era un simple cantante. Estando con Los Melódicos, era el brazo derecho de Stelio Bosch Cabrujas, quitando aquí, añadiendo acá, modificando aquí para que los números especialmente los que había grabado Billo’s, salieran con toda la fidelidad del original, pero con toques modernos.  Manolo tocaba además batería, era un gran percusionista, tocaba el bajo y “algo tecleaba el piano” como él decía.  A la Billo’s llegó a finales del 45 comienzos del 46, reemplazando a su gran amigo Víctor Pérez quien iba a formar, y en efecto formó, una orquesta.  Fueron doce años con  Billo’s en los que resultó primerísima figura. Estuvo luego con la Sonora Caracas y la agrupación mayor de Carlos Guerra, con Chucho Sanoja, y luego con Los Melódicos para no citar sino lo más destacado. Cuando Renato buscó a Rafa y tuvo a los vocalistas que habían sido deBillo´s , el artista dominicano estuvo buen rato contra las cuerdas, y desde entonces ya Billo’s no era el emperador absoluto porque cuando menos esperaba soplaba “el Ciclón Antillano” Manolo Monterrey en temas hasta de su inspiración, porque también componía, como el caso de “BONIFACIO” que fue éxito insuperable.
Como se ve no he querido hacer lista de canciones porque aun sin hacerla me he extendido demasiado, y es que de Manolo no es posible hablar, siquiera por encima, sin llenar y llenar cuartillas. Sólo quisimos hacerle un escrito al cantante que lo merecía, inclusive de una pluma mejor que yo, pero como esa pluma no la hay o por lo menos no quiso aparecer, me fajé yo. Sobra decir que desde cuando ingresó a la Billo’s, sus temas todos se bailaban y la opinión era: para boleros, La Sonora, pero para guarachas la Billo’s con Manolo Monterrey.
Y así con las demás orquestas con las que actuó y con las que nos regaló 60 años de alegría, pues estuvo “neceando”(decía él) hasta sus últimos meses. Nacido en Santa Clara Provincia de Las Villas el 10 de Marzo de 1917 y fallecido en Caracas, Venezuela, el 25 de Agosto de 1997, MANOLO MONTERREY debe estar entre los más grandes soneros del continente y conste que le tocó ser contemporáneo de vocalistas de alta calidad, como Daniel Santos, Miguelito Valdés y Benny Moré para no citar sino tres. Y con todo eso, cuando “soplaba el ciclón” todo mundo paraba la cola, porque Manolo fue grande entre grandes aunque algunos todavía crean que unas imitaciones eran dignas de comparársele. MANOLO MONTERREY donde quiera que Dios te tenga, que goces de lo lindo con todos esos músicos y cantantes que se fueron antes que tú y que ahora te tienen para ellos solos.
 

jueves, 4 de agosto de 2016

ZAPATERO A TUS ZAPATOS.

LA VIEJA GUARDIA DEL CALZADO

El subtítulo de este relato es para aclarar que el escrito no tiene nada que ver con lo que dicen hace mucho tiempo de personas que no sabiendo hacer una cosa, pretenden hacerla. Hace rato me ha inquietado la idea que el zapatero es una especie en extinción y algunas personas me han dicho que no, que hay todavía muchos zapateros remendones, que en el barrio La Magdalena por ejemplo, en dos manzanas hay como cuatro carajos de esos y por otras partes también. Aún así yo sigo con mi terquedad, porque el hecho que todavía haya 500 ejemplares de una especie animal rara, no quiere decir que no se esté extinguiendo. Así me pasa con los zapateros, quienes me siguen pareciendo que están llevando del bulto, cuando hace muchos años tuvieron su “belle epoque” y ahora que hasta el mismo presidente de la República usa tenis de colores, los hombres del cuero y las  hormas deben estar viéndolas negras. Y quiero, no para presumir sino para presentar como carta credencial, advertir que tengo bastante conocimiento de la materia porque mi primer empleo fue en una firma (Arrázola y Cía) que tenía una sección de calzado de exportación. De paso, increíble: en el año 50 Barranquilla le vendía calzado a Bucaramanga y Medellín. Por supuesto, Arrázola no fue el primero, pero sí estuvo entre los pioneros de esto y después los cachacos aprendieron y nos jodimos. Arrázola y Compañía hasta quebró en el 53 y los hermanos uno de los cuales llegó a ser padre de la Virreina de Belleza de Colombia en el 70, Clemencia Arrázola Gómez, tuvieron que montar una cajita de cambio en el centro. Pero aquellos tiempos buenos cuando Barranquilla brillaba tuvo grandes empresas de calzado como la Industria Barranquillera, Chavalita, Camodi, que su dueño Carlos Molina Díaz montó con la plata que se ganó en un 5 y 6, Calzado Ideal de Rafael Barreto y otros que no tenían nombre oficial pero eran importantes como el de Marcos Mendoza en la calle 35 llegando a la 29 donde trabajó el flaco Cepeda, el primero que se disfrazó de muerte, el de José González o el del hermanastro de Barreto a quien conocí como Angel Castro y después se presentaba como Efraín, y también las de los italianos Vitete en Chiquinquirá y Di Gregorio y el polaco mi entrañable e inolvidable amigo Beny Wodnisky, sin mencionar otros porque me haría interminable y dejaría en el cuarto oscuro a Calzado Ducal, creadores de los mocasines y el calzado para dama ballet Ducal: “la música hecha calzado”; Cozzarelli hermanos, Calzado Ópera, La Francesita, el Piave, Calzado El Po y “ qué sé yo”.  Por cierto que el zapatero puede ser de los pocos que tenga dos refranes: el otro es “lunes de zapatero” , dicho no totalmente cierto, porque aunque plagiando a  Miguel Nule: “ ser borrachón es una condición inherente al zapatero”, los que trabajaban en empresas organizadas se cuidaban de no amanecer enguayabaos los lunes. Pero los otros, los dueños de “yolis”(talleres pequeños) o que tenían su banco en la casa, esos sí…hágale. En Arrázola y compañía yo recién graduado, pelao, tenía prácticamente a mi cargo esa sección y veía todo el engranaje de la actividad: cortadores, plantilladores, guarnecedores y zapateros de banco, y me familiaricé con herramientas como el burro, que calentaban para “lujar” ( aplicar y dar brillo) a los cercos volados, porque había también planti suela puntiagudos y de dos tonos, para imitar como en tantas otras cosas a los cubanos. Aquella pinzas pico e’ loro con las que estiraban las capelladas que ya debidamente diseñadas por el cortador modelista, tenían que “montar” en la horma respectiva. Los tacones de madera forrados de cuero devastado y con base de suela primero y posteriormente de caucho comprados hechos. Las máquinas especiales para guarnecer… la vieja gloria del futbol Gilberto Arias Peralta “el sapo” era guarnecedor donde Arrázola y Cía., lo mismo que la gran basquetbolista selección Atlántico María Vargas, que se codeaba con Flor Lascano la estrella, y tantas otras cosas. Bueno para irles dando forma al final porque se amaña uno y se va alargando, digamos que Barranquilla fue en todos esos años 40s y parte de los 50s tal vez el centro número uno productor de calzado en Colombia, para honra de sus zapateros borrachones de entonces. Porque realmente el zapatero era “espantajopo”,  embustero, mamador de gallo, hablaba como el carajo, y se las tiraba de cantante, y mientras hacía su labor se jalaba los boleros de moda. También tenía la costumbre del “diario” que consistía en que tenían que darle –en aquel tiempo- un peso todos los días de lunes a viernes, y el sábado recibía la paga mocha, y después a beber ron y a quejarse de la vida y del presidente de turno. En Arrázola yo mismo les entregaba cinco pesos los miércoles en la mañana porque los directivos decían que esa vaina de estar dándole plata todos los días era un sebo, y lo mismo era en Faitala, en Juan Juha, y las demás empresas organizadas ya mencionadas o sin mencionar, porque como les anoto siempre, no es que las ignore, sino que no cabrían. Sí, diga lo que diga cierta gente, el zapatero es una especie en vías de extinción. Lo que pasa es que hay berracos como el que tenía el puesto en la puerta de Avisos Ortiz, del gran compositor Nicolás, que ese trabajaba duro como en los tiempos de la media suela y la suela entera, con o sin tacón. Y hay otros como mi querido amigo Raul Pinto de la H. “las manos que diseñan” que ni de vaina que se “rebaje” a poner un banco de zapatería en la calle, aunque es un fabricante de calzado que así es como les gusta a ellos que los llamen, completo y competente, y por eso solo trabaja en “Marvila” del ”colorado” Toño Acuña que también las está viendo negras. Digo al terminar que también pocos oficios como el de zapatero han provocado discos con cantantes famosos, películas, especiales periodísticos, y refranes (otro más) “la horma de tu zapato” que durarán toda la vida. Ese es el benemérito zapatero remendón a quien el extraordinario Manolo Monterrey le cantó un gran éxito con Aquella Billos como fue Jacobo Basura.

miércoles, 27 de julio de 2016

MORGAN BLANCO! GRANDE SIN PRETENSIONES



No fue en el Lp Machuca 10042 que se convirtió en gran éxito y que se tituló “EL VIRTUOSO DEL ACORDEÓN” cuando se le asignó ese mote artístico. Morgan era conocido así en Barrancabermeja años atrás cuando era el fuelle estelar del conjunto que comandaba Carlos Román: “LOS VALLENATOS DEL MAGDALENA” al que llegó a ocupar la plaza que dejó vacante Aníbal Velásquez en 1959 cuando se retiró para formar su grupo. Un 17 de Diciembre en lo que es hoy calle 72 y en aquellos tiempos era llamada Calle 10 del Prado cuando no había la nomenclatura, en el cruce con la carrera 49, MORGAN BLANCO le dijo “hola” al mundo. No había cumplido los 17 años cuando MORGAN ENRIQUE BLANCO BORRERO comenzó el aprendizaje del acordeón y a poco ya tocaba “El ramillete” de Abel Antonio Villa y se sabía todas las canciones de Los Vallenatos del Magdalena; pero como acordeón solo no hace nada, se alió a unos muchachos del barrio y formaron el conjunto “Caldereta”, llamado así porque de él formaba parte Lucho Better, muchachón también que ni soñaba con ser pianista y reventaba las latas de manteca a manera de bongó. Estaban también Carlos Perdomo, “Come cuero”, que tocaba la caja de caña, y completaba el elenco Francisco Reyes con la guacharaca. Romancito y su conjunto tenían programa todas las noches por la Riomar del viejo Meza y Morgan que era asiduo escucha del mismo notó que Los Alegres Vallenatos fallaron una semana completa. Ni corto ni perezoso fue a ofrecer sus servicios al empresario. Los animadores del programa que eran Orlando Rodríguez y Roque Celia se entusiasmaron con su ritmo sobre todo porque podía tocar el fuelle exacto a Aníbal Velásquez la estrella del acordeón en el conjunto, que se había retirado y Lisandro Meza luego de un intento fugaz, no dio la talla y de ahí las ausencias del grupo. “Total que me contrataron” cuenta Morgan “y me pagaban $10 pesos por programa”. Así pasó a alternar con los consagrados Román y dado el modo de ser de Morgan, bien pronto también se amistó con el gran Aníbal y con los Romancitos y los Velásquez puesto que él estuvo desde antes de irse Aníbal, haciendo algunas suplencias; pero como Morgan siempre admiró a Aníbal, rápidamente se fue aprendiendo el repertorio hasta que lo reemplazó con todas las de la ley. Estando vivo Robertico Román, Morgan no logró hacer grabaciones con ellos, pero sí estuvo en muchísimas presentaciones por todos los sitios de la Costa. Luego el conjunto estaba condenado a sufrir otra baja cuando el nefasto 11 de Enero de 1957 Robertico falleció de una vieja dolencia. Su hermano Carlos continuó en la lucha, pero los tiempos habían cambiado lo suyo y el conjunto se denominó SONORA VALLENATA, haciendo Morgan hincapié en que fueron LOS PRIMEROS en hacer una agrupación con fuelle, trompetas, bajo, ritmo etc y llamarla Sonora y desde entonces eran anunciados como La Sonora Vallenata de Carlos Román y el virtuoso del acordeón Morgan Blanco. Es de recordar aquel famoso número “bonito que toca Morgan/ y canta Carlos Román/y con su buena trompeta/ el maestro Pacho Galán/”. Entonces sí que el acordeonista barranquillero grabó mucho y muy buenos temas: “Empújale la aguja”, “El gato de lujo”, “Materile” entre otros. Con posterioridad cuando el morocho gringo Chubby Checquer impone el twist en el mundo, La Sonora Vallenata con Morgan en el fuelle hace una gran travesura que el público acoge con delirio: Twist en acordeón y salen con exitazos de carnaval como “Welcome” y “Eso no lo digo yo”. Aquí el artista pide que esto también se le ponga en negrilla “fuimos los primeros en grabar en inglés (claro el de Carlos) aquellos temas acompañados de acordeón”. Fueron casi 10 años de actuaciones al lado de Carlos Román alternando las grabaciones con el crédito para su conjunto. “Me explico: algunos temas mencionaban solamente a Román y otros se etiqueteaban como Morgan Blanco y su conjunto y ahí cantaba Román, estando en ambos los mismos músicos”. En ese tiempo Morgan viajó por toda Colombia presentándose con éxito en Venezuela, Panamá, y Centroamérica. También graba dos volúmenes instrumentales para una disquera americana en los que se incluyen temas de Rosendo Martínez, Nicolás Ortiz autor de Promesas de cumbiambera, y del propio Morgan. Hay que recordar otro tema que viene a cuento en la temporada de carnaval: “dicen que Lallo se fumó un tabaquito/ dicen que Lallo se fumó un tabacón/ y después que se lo fumó /ahí se formó tremendo vacilón/ tremendo vacilón/ se fumó un tabaquito/ tremendo vacilón/ se fumó un tabacón/”. Cuando el otro hermano Román se va también al Seno del Señor, Morgan conserva el conjunto y su siguiente impacto es “Ramita de Matimbá” una creación de Rosendo que fue y es de primera. En este punto Morgan hace reconocimiento a quien ha sido  el ÚNICO en ocuparse de él como Dios manda, igual que con otros artistas del terruño y de la región. También quiere mencionar a los integrantes de su conjunto: los hermanos Blanco (3), que se ocupaban de la caja, el güiro y la timbaleta, Pascual Vásquez en la tumbadora y Ciro Pérez en el bajo. Del mismo modo a los vocalistas que ha tenido la agrupación a través de tantos años: Pepe Molina, Lucho Pérez, Eliseo Herrera y Gustavo Barros único que sobrevive.  Adelantando en el tiempo Morgan pegó otro gran tema: “Lo lindo de la vida es la mujer” y ya no nos sorprende: ese año NADIE lo contrató y sí trajeron combitos venezolanos de media cuchara. Resentido? Pregunto yo. “No hermano, ya sabemos ciertos artistas que nadie es profeta en su tierra y por ello es probable que deje mi tierra con mucho pesar, pero cómo se hace. Qué más puede hacer un artista que pega un disco 12 o 14 semanas en el hit parade y no le ofrecen ni un mal baile? En cambio Venezuela y Panamá me llaman”. Alguien opinó que se debía a que Morgan no era “metido”. Morgan nada dijo pero yo respondo por él: Acaso necesita un artista que está en los primeros planos en todos los tiempos, andar metiéndose por los ojos? No. Él se mete por los oídos con sus canciones que pegan y después se siguen recordando. Yo termino preguntando a Morgan si en su estilo hay influencia de Aníbal y con espontaneidad responde. “Si, Aníbal es un maestro, su influencia va en mí y por eso no me considero acordeonista de vallenatos sin que esto quiera decir que no mire a esos artistas grandes especialmente a Alfredo Gutiérrez”. También como de Aníbal y Gutiérrez,  de Morgan quisieron opinar que no sabía tocar vallenato pero qué tal Aníbal que desde los 15 años tocaba los aires de la “yuca” con toda propiedad? Y le tocó hacer con Los Vallenatos del Magdalena varias interpretaciones de paseo y merengue puro y baste el caso de haber hecho la grabación original de “La casa en el aire” y de Gutiérrez les parece poco tres veces Rey Vallenato. Así Morgan cuando el caso ha llegado ha tocado no digo vallenato. Ese es un grande.

jueves, 21 de julio de 2016

LAS SALAS DE AQUELLAS CASAS



Pero hay que hacer puntualización porque podrían creer que nos ubicamos en las casas del año de misiá escopeta cuando se mudaban los techos de enea cargando las cuatro astillas y las paredes se tapaban con boñiga e vaca y tierra. O bien pueden asumir que el pronombre demostrativo le cae a aquellas casas que eran como unas fincas, que ocupaban hasta dos manzanas y empleaban un ejército de servidumbre, como la de Alzamora que terminó siendo funeraria y hasta pa’ eso fue grande. O la de Rodolfo Eckard que una picota criminal convirtió en unas casitas de avispas. No, debe ser un término medio cuando ya los dueños se iban inclinando por casas más pequeñas y aún así, tenían sala, antesala, comedor, corredor, patio, cuatro cuartos, portón y portoncito: uno un cipote portalón de madera forrado con zinc que se usaba no habiendo carro (automóvil) para el o los dos carros de mula que se utilizaban o para los cuatro burros que por ahí entraban y salían y la puertecita en que convertían las cajas de aire, una entradita para llegar a la casa metiéndose sin que alguna visita inoportuna ,un cobrador o algo parecido se diese cuenta que el tipo había llegado. Bueno esas casas parecían como fabricadas en serie: un frente rectangular y sin atractivo, con dos ventanas y una puerta de madera y con aberturas individuales en lo que era la sala, y dos ventanas en los cuartos. Casas, ya de teja aunque malas, quebradizas, de culatas empinadas, sin cielo raso, y la herencia de las casas de paja: murciélagos guindando en el techo y telarañas en los rincones. Invariablemente pintadas de blanco, con una franja roja o como en alarde de originalidad, color ladrillo y las puertas verdes para prestarles el mayor parecido posible a un cotorro. Eso sí; había algo en que la rivalidad no tenía límites y uno hoy y desde mucho antes, veía con asombro el montón de cosas  que cabían en una sala: eran los adornos que, casa que se respetase debía tener en abundancia, finura, atractivo, tamaño, precio y gusto para colocarlos. Bueno todo esto si podía llamarse buen gusto clavar en lo alto de la pared frontal de la sala el retrato pintado al crayón del dueño o la dueña, verdaderas realizaciones artísticas de los tipos que alguna vez con foto agüita lo retrataron y que luego otros no menos ingeniosos las dibujaron debidamente ampliadas como en formas de semicírculos y cambiando los harapos que tenían años atrás por saco, corbata, chaleco, y hasta reloj de bolsillo en los hombres y sustituyendo el horrible sombrero de loca y las candongas y el cuello alto de las mujeres por cabelleras sueltas, cejas a lo Greta Garbo, escotes atrevidos para la época y camafeos en sus ebúrneos cuellos. Pero si hubiera sido eso todo; la pared que separaba la sala del comedor tenía a lado y lado unos boquetes semicirculares que después convirtieron en arcos amplios desapareciendo las puertas intermedias. Bien, allí colocaban todo lo que Ud pueda imaginar: gatos grandes de porcelana que hasta usaban corbatín rojo .Damas antiguas de distintas cortes y de diferentes reyes, ballerinas en pleno pase, caballeros con pelucas empolvadas, calzones bombachos, libreas y zapatos con hebillas. Del otro lado estaba otra fauna y nunca mejor empleado el término: perros, leones, elefantes con el acápite cabalístico que tenían que ser impajaritablemente tres: uno comprado, otro regalado y el tercero robado. Y eso sí: todos con los jopazos hacia la puerta de la calle porque si no, no servían. Ya con esto hubieran bastado en estos tiempos para recluir a los dueños de casa en un asilo de bipolares, pero no. Había más: las paredes no podían estar “peladas” so pena de ser descalificado el amigo por mal gusto. En ellas estaba una foto de la hermana mayor, el bollo de la casa, cuyo principal atractivo era un diente de oro ante el cual el de Pedro Navaja era una simple calza chispita. Y la chica luciendo la última moda. El permanente que dejaba el pelo como cualquier palenquera porque decían que el cabello rizado era el último grito de la moda. No les dije que eran “retratos iluminados”, porque aunque no había foto color todavía, otro artista del género las pintaba con acuarelas y/ o lápices de color. Pero el buen gusto llegaba hasta colocar debajo de esa foto tres o cuatro almanaques de motivos más dispares: paisajes, chinos, palmeras y playas y…qué carajo. Y vámonos para la mesa de centro porque ya es tiempo. Y esa era en verdad la central de tanta bisutería ridícula. Allí en toda la mitad se colocaba un  tarro o recipiente de hierro colado que contenía flores. Los primeros días eran naturales, pero como cambiarlas era una labor hijuemadre, se optó por las flores artificiales que a leguas se notaba que no tenían  ni la n de natural; es decir: nada. Allí había muñequitos de toda clase y tamaño, cajitas de música cuyo sonido era el mismo en todas.  En un tiempo los tapetes tejidos a mano, uno para cada adornito, después reemplazados por los de tela y luego mimbre, y pasando al plástico años después para su desaparición total. Allí había para terminar simbólicamente porque se quedan muchas cosas, vasos y copas finas, que rivalizaban con los floreros importados llamados “tangos” que se colocaban en cada esquina de la sala, y las poteras en cuanto espacio libre hubiera. Cosas como las relatadas no dejan de sembrarle a uno la inquietud que se renueva en cada  generación. Sí eran tan bellos y distinguidos aquellos escenarios que eran las salas de las casas? Es natural sobre todo cuando nos consta que el nivel cultural de muchos ricachones de cuatro pesos no era ni el mínimo requerido para observar algo de etiqueta…qué digo etiqueta, de URBANIDAD porque siendo niño nos tocó ver a varios señores que comían descalzos después de haberse furucuteado los dedos de los pies. En esta forma amigos ni todos aquellos adornitos de celuloide primero y de loza después, ni todas las geishas y las sirenas que adornaban la mesa de centro, ni los conejitos de felpa un poco ordinaria que su blancura disimulaba, ni las escupideras de bronce y algunas con baño de oro que se colocaban al lado de cada mueble de marquesita en la sala, ni todo aquel despliegue de ostentación que no buscaba más que un lucimiento personal que nunca llegó, bastan hoy con toda y las malas costumbres para descalificar aquellas personalidades. Y todo ante la mirada avergonzada y el bajar de los ojos de quienes hemos osado muchas veces en destacar lo pasado como lo mejor que ha habido y habrá. No. Como en todo tiempo en todas partes y en todas las cosas, ha habido lo bueno y lo malo y el pasado no era invencible “ningún campeón lo ha sido” y por lo tanto aceptemos los vicarios recalcitrantes, que en nuestra época también se cocieron habas.

martes, 12 de julio de 2016

TITO CORTÉS : RELATO INÉDITO,PÁGINA SUELTA.




En el año 52 se hizo popular guiado por cuatro manos prodigiosas: las de Edmundo Arias primero y las de Juancho Esquivel después. Se supo cuando como era forzoso sus grabaciones sonaron en Barranquilla, que  era un joven llamado Luis Alberto Cortés Bonett que a la sazón no llegaba a 24 años, que era tumaqueño y que había tenido inicios en el vals, el bambuco y el pasillo hasta cuando Edmundo Arias le dijo que con eso no triunfaba nadie y le arregló una vieja guaracha  que inmortalizó Antonio Machín allá por los años 30s , “Lola” y se lo entregó a Juancho Esquivel diciéndole que el tipo tenía con qué, y que lo único malo que había que quitarle era que le gustaba imitar a Daniel Santos. La verdad es que si alguna vez lo hizo no tuvo gracia para eso, pues no sólo yo sino muchos acá no le hallamos nunca ningún parecido con el Jefe, lo que quiere decir que Juancho le pasó papel de lija. Pues bueno, cuando pegó aquí “Lola” y “No es un gato”, llevado de la mano de Edmundo y su Cabecenido, logró éxito hasta el punto que César Pompeyo lo ocupó para que hiciera unos toques con él y se presentara con La Sonora del Caribe en el viejo Radioteatro del patio de La Voz de la Patria. Cuando Edmundo se enteró se alborotó el copete y dijo: “ lo que faltaba, las réplicas de Daniel Santos y La Sonora en Barranquilla”, le cantó la cartilla y se comunicó con Juancho y le dijo que lo metiera en cintura porque si no, jamás contara con él. Con el Conjunto e’ Barú como llamaba Juancho a su grupo entró por la “vela e sebo” y pegó dos formidables palos: “Carnaval” y “Tarde de Julio”. Y por la cuenta que le tenía, el gran maestro momposino le permitió que hiciera los temas “Como las olas”, “Ruego” y sobre todo el éxito “Eres tú” que el gran Esquivel le hizo especialmente a quien fuera su adorada esposa. Pero ahí mismo le produjo exitazos como “Por qué fingir” y “Abandono” y con ese bagaje ya lo llamaron para que actuara en un programa de radio teatro por la extraordinaria Emisoras Unidas al lado de Morenita Rey. Era esta una chica curiosamente nacida en el mismo año que Tito (1928) y que estaba viviendo allá por 1954 finales sus 26 años; le decían “La Renegada” porque nadie supo con certeza dónde vio la luz pues ella decía que había nacido en Argentina y otras carretas como la que era sobrina de Libertad Lamarque. Los españoles garantizaban que era ibérica y ese motecito que tenía ( pues su nombre era Amelia Ruiz Molina), huele a leguas a ibérico. También aparentó ser mexicana y muy cierto es que actuó en Radio Progreso de La Habana al lado de Bienve y de Miguel D’ Gonzalo en un par de programas. Bueno todo eso le sirvió para el cuartico de hora que tuvo pues grabó unos discos y logró apilar un volumen que llamó “La Renegada”, aprovechando el calificativo que en España le daban con desprecio. Cuando llegó a Barranquilla le dijeron que iba a actuar al lado de la primera figura del canto popular nuestro, y ella, bonita eso sí, miró de soslayo al carajito aquel, Tito que Dios me perdone y él también porque fue brother mío, pero era maluquito, ordinarito y no se sabía vestir, con un vestido bocadillo sin corbata y el cuello de la camisa como los estudiantes del San Roque: con el cuello afuera, abierto y una medalla en el pecho. Para colmo aquella noche el aire acondicionado central correspondiente al radio teatro, lujoso, se dañó y Tito recostado al piano del “Tigre” García sin saber que los micrófonos estaban abiertos, mientras Morenita Rey hablaba a su público de sus actuaciones en Cuba, soltó esta ensarta de perlas: “ nojoda cuadro, cipote calor que hace aquí (menos mal que no empleó el c..que se usa ahora) y esa vieja hablando mierda ahí.” Ni siquiera el público que no era de lo más fino, pasó por alto aquello y cuando cantó “Tarde de Julio” casi ni le aplaudieron. Al ratico emparapetaron un ducto de los estudios que quedaban en alto y la temperatura mejoró. Quien no mejoró fue Tito a ojos de todos, comenzando por sus fans, que después de todo fueron-vistos hoy- hasta injustos. Qué tanto dijo Tito que no hayan dicho hasta escritores consagrados? Menos mal que él estaba en racha y al ratico hizo Tuntuneco, Michín, el bolero Punto de reunión, “Cansado de ti” que fue una joya  y otros temas, y eso sí: no volvió por aquí. Después la venida de Daniel Santos y la llavería y compadrazgo que con él hizo, le acabó de arreglar el chico hasta el 60, cuando pegó  un tema que todavía le suena: “Por qué no me comprendes no sé por qué me hieres/ no sé por qué tu quieres matar mi corazón”. Él ( no lo supe por nadie), nos lo contó a Nolasco Solano puntero de enorme parecido con la primera voz de Los Diamantes Enrique Quezada y a mí  una noche en Bello Mar cuando quedaba en la 34 con 32,que una vez en un pueblo de Venezuela se encontró con Morenita Rey y ella ni lo volteó a ver. “ Ah nojoda, que coma m…” Tito…genio y figura hasta la sepultura. De él tenemos muchas otras cosas pero ya habrá tiempo. Por ahora ojalá gocen esta.

domingo, 10 de julio de 2016

AQUELLOS REMEDIOS CASEROS



Lean bien por favor: CASEROS y no me vayan a salir que no incluí las inyecciones de meao de perro, las pastillas de tiza molía, o los ungüentos de tierra con mentol porque el título habla por sí solo. Ahora parecerá increíble pero en un tiempo fue cierto y hasta funcionaba algunas veces. Que el bebé tenía hipo? Se le ponía un hilito, mojao de saliva, en su arrugada frentecita, y santo remedio. Si ese mismo bebé u otro tenía pujo, eso era porque lo había estado visitando alguien que acababa de tener coito. El remedio era poner al niño en el suelo y caminarlo en cruz un par de veces. Que alguien le dolía el oído? Vuelta al algodón empápelo en leche materna y colóqueselo en la cavidad auditiva durante un rato. Listo. Para el dolor de cabeza hojas de matarratón frescas y colocadas bajo un sombrero o gorra. El horrible dolor de muelas sí que tenía ensayos; pero lo efectivamente comprobado era un algodón ( y dale con el algodón ) empapado en creosota y colocado en la caries. Daban también algún resultado el clavito de comer, el ácido fénico,( este cayó en desuso porque algunas chicas se suicidaron con él ) y la esencia de clavos. Las inflamaciones de cualquier tipo eran curadas con cataplasmas de muchas plantas - y asómbrense Uds – hasta de boñiga de vaca. La caspa,  la seborrea y hasta el pelo “cucú” tenían en la corteza del guásimo su mejor aliado .Otro mal que dio siempre mucho que hacer fue el posterior y eufemistamente llamado acné juvenil y que en aquel tiempo se le llamaba simplemente espinillas y no era potestativo de los jóvenes porque había muchos viejos con la cara como un anón. Eso sí fue sufrimiento de hombres y mujeres que ensayaron todo desde la masa para las arepas hasta la más sofisticada crema, hasta cuando empezó a verse algún resultado positivo en –quién lo creyera- la cera del oído aplicada en las porquerías esas. Finalmente el Dr Pachito Lugo primer médico homeópata que hubo en Barranquilla en la calle 37 carrera 29, les hizo ver a tanto cabeciduro que esos barros y espinillas no eran cosa cutánea sino estomacal y empezó a fabricar, recetar y vender la levadura de cerveza que fue milagrosa. Los malestares estomacales se curaban con almidón –sí ese de las cometas- polvo disuelto en medio vaso de agua y una pizca de sal. El limón era milagroso ya que servía para infinidad de cosas desde cortadas y raspones y magulladuras hasta en  irritación en los ojos pasando por mal olor en las partes púdicas. Cuando se producían comezón o rasquiña en medio de los dedos, más producto de la pecueca que de cualquier otra cosa,  se utilizaba leche de coco y a veces matarratón molío, tibio y friccionado. Entre paréntesis, no nos digamos mentiras: a Ud, a mí, a todos cuando éramos pelaos nos gustaba andar descalzo y si no lo hacíamos por gusto era a la brava porque el veintiúnico parcito de zapatos había que cuidarlos y el que usaba chancleticas era llamado marica, cosa que no importaría hoy en los tiempos de Gaviria, pero que en aquel entonces era horroroso, por lo cual andábamos con las rodillas, tobillos, talones y demás, heridos y nos los curaban a lo burro, con limón, vinagre, yodo, y cualquier polvo que se les ocurriera pero que ardía como el carajo. Había otro remedio para esos casos que llamaban “manito de Dios” y que no era más que una mezcla de aceite de cocina, alcanfor y azufre. También existía el insólito procedimiento de aplicar queso frito en las picaduras de insectos, que según no sólo aplacaban el dolor sino que combatían la posible infección. Había igualmente cantidad de yerbas, semillas, y hasta trocitos de árboles que cocidos o rayados, servían para muchas cosas. Las llamadas tomas estaban a la orden del día: el pitomorreal, el llantén útiles en afecciones auditivas, la manzanilla, la llamada cola de caballo, el romero para el cuidado del cabello y para tinturarlo de rubio, y la quina efectivísima para la fiebre. El bicarbonato para muchísimas cosas, desde la mala digestión hasta el grajo, pasando por la limpieza de dientes y que llegó al hall de la fama cuando la mismísima Compañía Colgate Palmolive lo introdujo entre los componentes de sus famosas cremas dentales. Y qué decir del permanganato sustancia que diluída en agua tibia era un antiséptico de alto poder cuyos mayores índices de venta estaban entre “las niñas” que ocupaban piecitas en el barrio Chino. En fin, tantas cosas de las cuales se obtenía hierro para los anémicos, y calcio para los debiluchos, pero quiero cerrar con el cicatrizante más berracamente doloroso que hasta aparece soterrado en un disco famoso. Me refiero al piedralipe que sanaba lo que ningún otro remedio había podido sanar; pero a qué precio: al precio de un dolor tan intenso que provocaba correr en lo posible. Tanto que ( y seguro estoy que es la primera vez que lo oyen ) fue el causante de que el pobre Migue se recluyera en una montaña pues sucedió que el señor Canales tenía una “ñoma” de burro en el “ñango” que nada se la curaba hasta que alguien le recomendó piedralipe, se lo aplicaron y el pobre Migue salió gritando y en carrera limpia para refugiarse en la montaña prefiriendo convertirse en ermitaño antes que volver a saber del piedralipe. Rigurosamente cierto, contado por el autor del tema musical a su primo Julio Oñate y a este servidor. Bueno y ahora Uds denle rienda suelta a su stock de remedios, pero caseros, nada de Mejoral ni de Aceite de ricino ni de Leche de Magnesia. Adelante pues.

lunes, 4 de julio de 2016

ELY MÉNDEZ: APARECIÓ TARDE EN LA BILLOS


Desde los tiempos de Miguelito Briceño y Rafa Galindo hasta los de Felipe Pirela y José Luis Rodríguez, el nombre de Billo Frómeta se hizo respetar en su condición de forjador de figuras unida a sus otros muchos méritos. No obstante después de la desvinculación de José Luis las cosas ya no fueron como antes. Entre aquel 67 y aquel 69 después de vanos intentos con Humberto Zárraga, Araque y hasta Nelson Henríquez, Billo que nunca fue partidario de repetir cantantes tuvo que entrar por la vela de sebo de permitir la tercera llegada a su orquesta del “Trovador” Galindo y cumpliéndose lo de repeticiones no buenas, porque el trovador no pudo reafirmar su clase de los años 50s. Así pues en Diciembre del 71 los grandes almacenes exhibían debidamente empacado para regalo, un álbum musical cuya original carátula era un atractivo calendario para 1972 en el que se recomendaba para Enero aquel “Viejo chévere” que añoraba pasados tiempos. Y para cerrar semestre nos anotaba en la parte correspondiente a Junio un tema con el que se aspiraba superar el éxito de “Mi Cali bella”, dedicándole una canción a la hermosa capital de la Montaña. Y cuando uno buscaba en la contracarátula mayor información sobre los números musicales, allí a mitad de la misma, una foto muy oscura en la que o no aparecía el debutante en aquel prensaje que hizo Discos Bambuco de Bogotá, o no se distinguía .Sólo se podía leer una nota cortica, simplona, a mi juicio muy pobre para presentar un nuevo cantante cuyo texto se limitaba a: “ Billos Caracas Boys les trae una nueva voz: ELY MÉNDEZ. Por favor pongan atención a sus interpretaciones: voz fresca, joven, matizada y potente. Billo no se equivoca en esto. Acuérdense de Pirela y José Luis. Saludos Ely, bienvenido” .Eso era todo, y dos intervenciones del muchacho cantante: “Por qué” un bolero de Román Martínez y su partecita del mosaico 29 en la que cantó “Nocturnal” de Sabre Marroquín; pero el hombre tenía. Vaya si tenía! A pesar de esa letra boba del bolero de Martínez: “ por qué al amanecer/ veo brillar el sol / por qué al anochecer/ la luna veo mejor/”…el cantante lograba lucirse y se podía notar que podía “quiñar” con José Luis y con Pirela inclusive con alguna ventaja, apreciación que confirmaba Ely cantando esa difícil página de Sabre M. “ A través de las palmas/ que duermen tranquilas/ la luna de plata se arrulla/ en el maaaar tropical/…. Efectivamente se estaba ante un magnífico vocalista, pero…había un gran pero: el bolero se estaba muriendo; más aún: era un enfermo en estado de coma hacía buen tiempo y su vida artificial era por facultativos como Billo que no daban su brazo a torcer con el concurso de “galenos” jóvenes como Ely Méndez en esfuerzos sobrehumanos por salvarlo de lo inevitable; pero  Méndez no iba a poder salvarlo y los pronósticos pesimistas ya no encontraban más que el suspiro de resignación de sus deudos más queridos; pero tampoco fue que la demora de Ely causó aquella debalcle porque si bien es cierto que aquella pobre nota de presentación decía que “Billo no se equivocaba, en el caso de Méndez sí se equivocó algunas tácticas. Por ejemplo: el debut de Pirela fue con un par de canciones viejas exitosas con perfume de añoranza en sus textos: “Para qué recordar” y “Por la vuelta”, y aunque el ambiente era propicio Billo no hizo ensayos con nuevas canciones. Igual sucedió con José Luis Rodríguez que debutó con dos viejos y exitosos temas. A Méndez en cambio se le lanzó con algo desconocido de Román Martínez cuya letra no era para triunfar nadie y se le dio la segunda participación en el volumen con una canción difícil casi lírica que pudo haberse cambiado por otra más acorde con el estilo del bolerista Méndez. Después siguió igual la cosa y se metió a Ely en unas honduras como las de “Ahora que soy libre”, que tenía un antecedente muy brillante en balada y con la canción “ Por qué ahora” hermosa, pero que tenía dos o tres competencias modernas muy difíciles de superar. Al año de actuaciones sin que pasara nada con él en la Billos aparece en el LP Billo 72 y medio y en forma inexplicable sale cantando “Qué haré” como una desesperada exclamación, una canción tan desconocida como su autor puesto que hubo que imprimir en etiqueta D.R.A. En ese volumen su parte en el mosaico 31 fue “Viajera” la eterna canción de Luis Arcaraz a la que después de su autor e intérprete del 51, nadie quería medírsele porque sabían que era imposible superar la versión de Arcaraz con su orquesta. Pero los mosaicos eran cosas aparte y tal vez eso fue lo único que justificó “la chamba” de Ely en la organización ya que aparte del bajón del bolero la gente gustaba de rendirle tributo en esos ritos rítmicos que eran los mosaicos de la Billos. El tiempo pasó, y 10 años más tarde Méndez se mete al ritmo tropical interpretando “El pasito tun tun” y un fabuloso arreglo que hizo Billo al viejo merengue de Baltodano “Embrujo”. Y así ocurrieron cosas que quedan para  una próxima entrega porque Méndez continuó llegando tarde como cuando ya muerto Billo quiso hacer él solo, sin patrón ni nada, la continuación de la Billos Caracas Boys y le salió al paso Amable con sus cabezones que le armó la grande mientras tanto Voces de Billo Hoy lo supo hacer mejor y los arrinconó a ambos. Pero sí, ya termino. Una pa’ Ely: tiene el record de permanencia en una orquesta porque ahí está bien o mal, no sé, pero está, y lleva la pendejadita de 42 años de antigüedad con el rótulo Billos, aunque repito al menos en Colombia lo barrieron los chicos de Voces de Billo Hoy.



martes, 28 de junio de 2016

LAS RARAS FRUTAS DE NUESTRA INFANCIA



No dejó de causarme asombro que los niños, y hasta adultos de hoy, no saquen el mismo provecho de las frutas que en tiempos pasados. Y esto se debe a que el niño de ahora come mucha golosina( caramelos, bolitas, chitos, manimotos, helados, chichas etc).Y esto a su vez pasa porque muchas frutas han desaparecido, otras se vuelven dizque jugos y poquísima gente se come en el verdadero sentido del verbo, una fruta, excepción de uno que otro mango de puerco, de hilaza o de otra baja calidad. Ya los zapotes y los nísperos son artículos que transformados en “refrescos” venden en puestos especializados y a precio prohibitivo. También se dan el lujo de “importar” vainas como el tal borojó del Valle, y que en el pasado nadie conoció. Ni falta que hacía, como cuando nos quisieron meter por supositorio las brevas y los icacos bogotanos, paliduchos y que no sabían a ná. Sí. Por ahí ve Ud aguacates, pero ya es cosa más de supermercado y los venden por libras, lo mismo que la patilla y el melón, y cobran un cojonal por uno de ellos, o de piña y uno muerto de las ganas de comerse una torrejita. Y ponen nombres raros como a los mangos que llaman “filipinos”; no sé quién carajo va a entrarle a ese cuento. Naranja y toronja caen en la misma bolsa y materia de las carretillas quedan las ciruelas cuando las hay y caras como el carajo en relación con tiempos idos que cobraban cuatro y daban una docena. En cambio dígame Ud si encuentra martillo, camajourú o pomarrosa en alguna parte? Ah, las frutas de nuestras infancias!  Se zampaba uno un mango de chancleta o huevo e’ toro y quedaba listo. Hoy muchos de Uds ni conocen el mango de chancleta, y menos el otro. El martillo, una especie de regadera de mínimo 20 cms de diámetro con muchas celdillas que cubrían unas fruticas sabrosas fáciles de sacar y de comer, pues no había que asar, como las del marañón, o el camajourú ya que eran una variedad exquisitas de almendras diferentes a las del parque que llevaba su nombre. Éstas, las del parque, en un comienzo se les devoraba la pulpa y luego la “pepa pelá” .Se partía, se sacaba una especie de coquito que llevaba adentro y que resultó siendo más sabroso que la propia fruta. Volviendo a las del camajourú porque los veo todavía tirando cabeza, era producto de una planta indígena que daba una especie de bolsitas dentro de las cuales había semillas ovaladas lisas y negritas, que partieron más de un diente, porque había que ablandarlas al fuego. Ahora cuénteme del mamey, primo hermano del zapote pero de carne amarillenta y sabor más bien ácido. Acaso lo consigue hoy Ud por alguna parte? La cañandonga y la guamas sendas réplicas de espadas cortas, una negra y morada( dos especies ) y la otra color tierra , pero mientras las primeras eran gran fuente de proteínas ( con ella se fabricó el “Minevitan”) la guama contenía unas pepas algodonosas con pelitos, blanduzcas e insípidas que se metía uno en la boca y ya quedaba limpiecita; de ahí el dicho para el que no tenía plata: “más pelao que pepa de guama”. Ah, también el caimito, esfera morado oscuro casi del tamaño de una naranja que al partirse mostraba enseguida su pulpa púrpura y deliciosa. Las uvas ( parra, playa y moscatel) que no tenían nada que ver con las importadas que ahora se comen como agüero de año nuevo. Aquellas eran materia prima de famosos vinos y hasta de whiskys, notándose que todavía alguna gente llama al “Old Parr” con el absurdo y sin gracia nombre de “viejo Parra”, cuando la traducción del whiskey hace referencia es a los viejos parrales de la hoy renegada Inglaterra. Claro, muy distintos, pero parras también. Las nuestras no tenían problema para los pelaos que las cogían de los palos y ahí mismo les daban muela cortando con sus dientes de leche la suave piel morado azuloso y gozando el placer de su exquisito sabor. Y tampoco da fe de las peritas de patio? Unas fruticas con su forma de peras en miniaturas pero de color rosado “jipato”, cuyo sabor tampoco era la gran vaina, pero se adquirían sin trabajo y se comían fácilmente.  Y así el anón, la guinda que igual se comía verde o madura, lo que hacía creer que eran dos clases, pero no, era la misma, la grosella , con un sabor agrio muy parecido, la pitahaya y la granada que dependían de sus semillitas pues no tenían pulpa abundante ni sabrosa y que muchos tal vez por ello dieron en llamar granadilla. El mamón, conseguible todavía en cosecha y eso con dificultad. El coco, común todavía, en agua, que ya llegaron a lo químico de la  gaseosa, y fruta siempre camellada, que antaño se aprovechaba también en su pulpa viche o seca, los carruzos de caña, y tal vez otras pero ya está muy largo el asunto. Queremos remachar el punto final es indicándoles que TODAS estas frutas citadas se podían conseguir en cualquier patio de casa y hasta en las puertas y esquinas de las mismas. Y tal vez los mismos pelaos de entonces contribuyeron a su lenta extinción porque levantaban a piedra a los palos y los vecinos se fueron absteniendo de cultivar árboles frutales. Un dulce recuerdo para todos los amigos.

miércoles, 22 de junio de 2016

RESPUESTA A UNA VIEJA CARTA


… en cambio yo considero  que debes sentirte feliz por todas las cosas buenas que puedes disfrutar en ese país donde vives, minimizando la nostalgia del terruño y el recuerdo de los tiempos en que todo era mejor. A tí te cabe aquello de: “ ojos que no ven…” porque tu corazón sufriría  mucho más al poder apreciar en lo que han quedado tantos recuerdos, tradiciones y lugares comunes. Y no es que quiera despotricar de la actualidad, sagrada para todos a quienes les pertenece, sino que me disgusta al compararla  con lo que acontecía en aquellos tiempos. Y para qué te cuento las “cabreadas” que me pego a diario por distintos motivos .Para muestra: la hija menor de un vecino, una pelaíta de sólo doce años, no quiere ir a hacer un mandao, y eso que la tienda le queda a unos cuantos metros. La hermana mayor se enojó y hubo pelotera generalizada. Te acuerdas cuando nosotros éramos pelaos? Los mandaos eran una obligación seria en lo que a aceptarla y cumplirla se refería, y había que levantarse a las cinco de la mañana a buscar la leche de potrero donde la señora gorda aquella que tenía una vaca de patio llamada “ Mariposa”, entonces no había la ganga de comprar leche refrigerada en las horas de la noche ni el pan con auto servicio, por lo cual uno tenía que estar en pie con las gallinas y con los soldados del Batallón La Popa porque había también que ir a buscar las arepas donde la niña Eladia o los bollos limpios donde la “Mona” Pernett. Y  ni domingos ni feriados descansaba uno porque esos días era peor: el papá o el hermano mayor estaban “enguayabados” y se les antojaba chuleticas o huevos con tocino y había que arrempujársela a pie hasta la matanza clandestina del tuerto Bornacelly, mucho antes que el negro Adán fuera líder del negocio; y todo era lejos, oíste, porque en la tienda del viejo Custodio, que nos quedaba más cerca, lo que vendían era guayaba del palo de la casa, arropilla y guarapito del colorao. Y no es que uno no se cabreara, porque íbamos corriéndole la madre a la vida y renegando de la condenada suerte, pero nadie se atrevía a decir que no. La disciplina hogareña de aquellos tiempos no lo admitía y eso fue una especie de servicio militar que nos hizo adquirir la dosis de resignación necesaria ante tanta estupidez como la que tendríamos que ver después. Ejemplo: la del deportivo de la televisión que en un evento celebrado en Acapulco, en el estadio había una banderola que decía GUERRERO y el tipo con cara de bobo preguntaba cada rato: “ quién será ese señor ah,” .Bueno él diría que las estrellas de T.V. sobre todo  las deportivas  no tienen por qué saber que Acapulco queda precisamente en el Estado de Guerrero, México. Los pantalones cortos, realmente me sorprende, porque en el país donde tú vives hace mucho nos mandaron junto con otra sarta de vainas esa que no es más que calzoncillos , sólo que en distinta tela, con franjas a los costados o leyendas en el poto y que hace ya mucho tiempo lucen montones de piernipeludos o tolillos pelaos por ahí. Es que ahora la vaina es al revés porque mi bisnietecito que solo tiene dos años, ni de vainas que quiera salir en calzoncillos, mientras que un vicario otra vez les digo que “cucho” es cachaco, que tiene las piernas como el “curvo” Harris ( te acuerdas, aquel primera base panameño que trajo el ARMCO )anda siempre mostrando los palos de escoba que tiene por extremidades. Me dices también que me escribes a mano y que mi respuesta sea igual, recordándome un detalle emotivo: que todavía conservas aquella carta que le hice a Clarita y que cometí la maricada de mandarla contigo, midiendo tú uno con ochenta y yo uno  con sesenta y cinco; eso sí ignorando que tú estabas tragado de ella; pero me acuerdo también que te jodiste porque Clarita que no le gustaba el basquetball aceptó fue al pequeñín de “Ñaño” Sánchez que era pelotero. El caso es que nadie hoy escribe a mano hombre, casi que ni a máquina, el computador ha acabado con todo eso y por ahí muy de vez en cuando se recibe la carta mecanografiada de un abogado que recuerda que alguien no ha pagado las dos últimas cuotas de cualquier vaina, o la  de la casera diciendo que “el pago es adelantado  y a fecha 3, todavía no se ha cancelado el mes en curso”. En ese aspecto sí me he contagiado con lo moderno porque no escribo nada a mano desde que el Banco me canceló la cuenta por bajo promedio y lo único que yo hacía manuscrito eran cheques generalmente posdatados. También pides que recordemos nuestra época de bancarios. Cómo olvidarla, si esos “cobradiario” disimulados y con nombres elegantes, cada vez están peores en servicios y cobran hasta la mirada a los cajeros(as) malucos que tienen .Igualito a entonces cuando en nuestro Banco trabajaron una candidata a señorita Atlántico, una ex reina del Carnaval y una Reina del Mar .Y los programas de radio? Vaya si es emocionante recordarlos. El que mencionas y también “CONTRAESPIONAJE” que fue primero que “EL CAPITÁN SILVER” y muy anterior a “OJO DE ÁGUILA”. Finalmente, eso de “la radio actual ya que formas parte de ella” no lo puedo contestar por razones comprensibles .En otra ocasión te escribiré sobre eso porque recuerda que no me gusta escribir a mano y ya es tiempo de terminar. Y en cuanto a que antes había más madurez…seguro! Hoy somos tan maduros que no nos dejamos llevar por pendejadas como coleccionar tapas o envases a ver si conseguimos el carro que no hemos logrado tener camellando. Maricadas esas. Bueno hermano te dejo porque uno de mis nietos adolescentes entró muy contento .Con suerte es que le salió la otra mitad del micro ondas, porque la otra parte me salió a mí la semana pasada.

Afectísimo amigo.

jueves, 16 de junio de 2016

…Y ERA EN VERDAD FELIPE PIRELA



Era realmente el que llegaría a ser llamado “el bolerista  de América” y si lo era qué hacía en Barranquilla aquella mañana y en una tienda de media cuchara en el Barrio San Roque?  Ni siquiera pudimos preguntárselo ya que lo que menos podría interesarnos era lo que el cantante hiciese o dejase de hacer en su vida privada. Ere el domingo 18 de Marzo de 1962.Todavía en aquel año nos quedaba algo de la impresión absurda que el tiempo corría más lento y por lo tanto el puente nos parecía más prolongado. Sí, porque aunque en aquellos tiempos no existían todavía los acomodaticios puentes gubernamentales, cuando el feriado caía en lunes, sin trampa, se le llamaba también “puente” o fin de semana largo. Muy temprano nos encontramos con los locutores Alberto Navarro y David Cermeño Martínez con quienes después de misa enrumbamos Hospital abajo hasta llegar a la calle San Roque (31) que ya dije que no iba mencionar más calles por los viejos nombres. Cruzando a la derecha llegamos a la cra 32 para luego otro cruce y llegar a la 30, en cuya esquina Sur Oriental, una tienda llamada “La Cátedra”, nos instalamos. Cuando apenas los feligreses de la Misa de 8 regresaban, ya nosotros teníamos cada uno su “fría” en la mano y varios discos programados. Para entonces Felipe Pirela había metido en el mercado nacional unos dos o tres volúmenes entre los cuales gustaba mucho un bolero de Adolfo Salas titulado “Pobre del Pobre”; sin embargo como ya quedó dicho nosotros no habíamos ido a escuchar a Pirela sino a darnos gusto con La Sonora, Los Panchos, Matamoros, y Olimpo Cárdenas según las preferencias de cada quien. Hay que tener en cuenta que en esa mañana Pirela no era un ídolo todavía y los temas de Cortijo y Tito Rodríguez no le dejaban mucho radio de acción. Cuando se tienen menos de 28 años uno puede hacer cualquier barbaridad con el organismo como meter cervezas, almorzar con un pedazo de salchichón viejo y comer una tajada de queso nadando en jugo de limón, un sabor horrible pero que entonces nos sabía a Gloria. Los dos mosaicos que conocíamos de la nueva Billos nos gustaban en las versiones que Felipe hacía de “preciosa niña quisiera como en los cuentos de hadas” o de aquella otra “ si pensaba en tí para mí no era vida”… pero si podíamos escucharlas en sus versiones originales con La Casino de La Playa, no tenía caso preferir al venezolano pues ya he dicho dos veces que habíamos ido a escuchar MÚSICA VIEJA. La verdad es que ninguno pensaba en eso cuando por ahí a las 11 de la mañana Cermeño le dijo al tendero que le prestara el baño. El tipo le señaló el rincón donde una cortina sucia tapaba algo, pero resulta que al colega le había apremiado una necesidad que requería algo más que lo que tapaba aquella cortina sucia. Como el cliente manda, a regañadientes y todo, el hombre levantó la aldaba abrió la portezuela y David pasó casi corriendo hacia el interior de la casa. Cuando regresó vino con un vacilón raro: “ eche, allá hay un tipo igualito a Felipe Pirela” .Nosotros no le paramos bola porque en domingo, víspera de feriado, oyendo buena música y “candeleao”como decía el “Mono Rojas” ninguna importancia le hallábamos a que un cristiano se pareciese a alguien, que en fin de cuentas un d.. se parece a otro; sin embargo cuando a eso de una de la tarde yo pedía un poco de picante para sazonar el suculento almuerzo de salchichón con galletas de soda, el tendero habló algo al interior y un tipo se acercó con el frasquito de Tobasco. Cuando abrió la cortina yo vi al muchacho sentado en una especie de mecedora y que estaba en aquel momento leyendo un periódico. El asombroso parecido con el cantante de la Billo era notorio y yo todavía no sé por qué, pero lógicamente “mamando gallo” le grité: “Hey tú Felipe Pirela, ven acá”. Desde luego yo no esperaba que el tipo fuese Felipe sino alguien muy parecido y lo pensaba vacilar cuando se acercara, cosa de la que no hizo ningún ademán, repitiendo yo mi llamado y entonces sí se acercó al mostrador. Cuando me dijo: “Qüibo vale, mucho gusto.” Yo pensaba que me había salido General y que el vacilado iba a ser yo, pero no: para mi asombro ERA FELIPE PIRELA que me tendía su mano y unos instantes después yo pedía una cerveza para Felipe. La aceptó y charlamos el tiempo que duró en ingerirla. Nos ayudó mucho eso sí, el ser locutores y poderle hablar de sus discos, de los antecedentes de sus piezas, de su acogida en esta ciudad y para sorpresa nuestra, él no sabía todavía todo el alcance de su popularidad en Barranquilla. Era un muchacho humilde, casi tímido que en el poco rato que nos acompañó nos dijo más de dos veces que “era un placer departir con gente de la radio acá”. Cuando puso la botella sobre el mostrador detrás del cual no salió en ningún momento, le brindamos otra pero la rechazó amablemente explicando que tenía que salir porque andaba en unas diligencias personales aprovechando aquel puente y que iba con un amigo y compatriota residente allí a “hacer unos encargos”. Después al enterarnos que en el interior de aquella tienda habían piezas de alquiler supusimos que ahí vivía un venezolano a quien el cantante visitó. Lo importante fue que lo vimos, que charlamos con él y que compartimos una cerveza, y si le dijese que entonces no le dimos toda la importancia, Ud debe entender que la rutilante carrera de Felipe comenzaba, y que si dos años después era un astro, aquella mañana era solo un muchacho venezolano cuya aparición allí no nos pareció tan misteriosa como nos pareció después toda una vida. Misteriosas y gratas como en realidad fueron siempre las cosas del gran artista a quien quisimos recordar con motivo de cumplirse el próximo 2 de Julio 44 años de su muerte y porque recordamos que Saul y Ernesto tienen en Voces de Billo hoy, un cantante, Jorge Velásquez, a quien llaman “la resurrección de Pirela”, quien con su voz y estilo mantiene todavía tantos pasajes vividos propiciados por el artista venezolano y que la magnífica orquesta al acompañarlo, hace que volvamos a estar como en aquella lejana mañana del 62, pidiendo una cerveza para Felipe.

lunes, 13 de junio de 2016

EL PRIMER CACHACO TRIUNFADOR EN EL VALLENATO


Mejor sería decir que fue el primer rey vallenato cachaco aunque no recibió título oficial ni ciñó corona alguna porque eso entonces no era ni sueño; pero si reinar es ejercer dominio sobre las masas y establecer records de venta de la mercancía que parecía ser potestativa del Magdalena pa’entro, entonces sí que lo fue. Porque vender un solo artista el 10% del total de discos de un país es más que una hazaña. En aquel 50 era más fácil la contabilización del producto porque solo se vendían discos de 78. Además en aquellos tiempos no había posibilidad de elección y el comprador adquiría el producto solo cuando era excepcionalmente bueno, si no, se abstenía de comprarlo. Ahora qué tal vender uno de cada tres discos producidos en Colombia? Pues todo eso lo logró un hombre, un artista colombiano, JULIO TORRES MAYORGA al frente de un conjunto, Los Alegres Vallenatos, que no sólo estuvo en los cancioneros de entonces sino que logró “tapa” en una publicación tan famosa como SEMANA que se ocupó de ellos el Sábado 30 de Diciembre de 1950 que aparte de la portada comentaban que “el disco más tocado del fin de año era un sello Vergara “Los Camarones” con respaldo de “El aguacero”. La voz de tenor que los canta y la guitarra son de Julio Torres M. su autor”.  Pero la  revista no podía prever que aquello iría más lejos convirtiéndolo en el futuro en episodio histórico de una modalidad musical que iba a dar mucho de qué hablar. Quienes vivieron el vallenato posterior y se hacían lenguas de su difusión y ventas no vivieron seguro aquellos tiempos ya que quien haya estado metido toda la vida en el asunto, debe saber que rebulicio mayor ya se había presentado y por ello Julio Torres es el más importante ejemplo. Porque no fue hazaña que algunos costeños pusieran a bailar el vallenato a un buen número de cachacos. Hazaña fue que un conjunto cachaco hubiera hecho bailar a la costa y resto del país, vallenato hecho por cachacos. Eso fue lo que hizo Torres en unos pocos meses y aumenta de méritos cuando se analiza que el inmortal Guillermo Buitrago no tenía un año de  muerto y sus discos seguían pegando en todas partes. Julio Torres tenía 20 años cuando un jilguero celestial se posó en la Sierra Nevada buscando a Guillermo Buitrago para llevárselo como solista para ir a cantarle al gran Dios. El muchacho tenía inclinaciones musicales pues su padre y homónimo el viejo Julio, además de pianista había hecho teatro y fue maestro de Sofía Álvarez la primera gran vedette colombiana que se consagró en el cine mexicano. Tenía también un hermano, Carlos, artistazo en México primero locutando y luego cantando, para después venir de paso  a Barranquilla y triunfar con la gran orquesta del maestro Pacho Galán del    que ha sido su más grande intérprete en la época dorada del merecumbé. Julio no podía hacer quedar mal a la familia y se le ocurrió la pendejadita de ser el sucesor de Buitrago. Ni para qué decir lo que se rieron de él. Pero lo logró. Cuando la muerte de Buitrago primero y el destierro de Bovea después, dejaron el título vacante fue entonces cuando el cachaco ganó ante el asombro de todos, que no tuvieron más que decir:”el Rey ha muerto, viva el Rey” .Le costó mucho trabajo, obviamente y porque además él hizo un tema titulado “Los camarones” en el que utiliza parte del estribillo de una anónima copla tolimense:  “ Camarón de mi vida los chirriquitico, zambullidores que andan por debajo del agua”. Pero aunque quisieron no la pudieron descalificar porque él la compuso realmente inspirado en el apretujamiento de un bus bogotano que lo lanzó contra un señor que iba leyendo los titulares del triunfo de Miriam Sojo la barranquillera reina de belleza del 49: “camarón salió/ allá en Cartagena/ a ver a la bella /Miriam Sojo ( que es la reina).Pero Julio no estaba contento pues sabía que debía dar un golpe mejor y una noche vino el éxito. Julio fumaba escondido porque su abuela Berenice no lo dejaba, y esa noche se quedó sin cigarrillos y sin chance de pedirle a la abuela, decidió salir a buscarlos. Era Octubre y al regreso se mandó el aguacero .Julio tocaba duro la puerta pero el ruido de los truenos y el sueño pesado de la  abuela impedía que le abrieran. Y ahí mismo, porque artista es artista, salió la canción que le dio el campeonato: “el aguacero que me está cayendo/ negrita linda ya me tiene loco/ con este frío que me está matando y el aguardiente queda ya muy poco.” Para entonces Julio Torres Mayorga, ni siquiera conocía el mar, y sin embargo se convirtió en el cantor por excelencia, de esos ritmos para lo que empleaba además de la temática acostumbrada, y copiando algo de Buitrago que lo había hecho tres años antes de aquel momento, y 40 anteriores al samario Carlos Vives, bongó, trompeta, clarinete, güiro, bajo, percusión y flauta, acompañado por los hermanos Morales Hommo y Custodio, José Mejía, Jorge Rojas, y Eliseo Márquez. En la foto que ilustra este trabajo Torres es el cuarto de derecha a izquierda, con su guitarra, al lado del fuelle. Después defendió brillantemente el título grabando “Me voy a Plato”, “ Mi canoa”, “ La colegiala”, “ Tu carta”, “El sancocho”, “La totuma” y otros, temas todos de su inspiración paseándose exitosamente por el país con su reciente éxito “Pomponio” interpretando los temas de Guillo Buitrago por quien siempre sintió adoración e imponiendo aquel merengue inolvidable: “Mi aguinaldo”. Finalmente la grandeza de Torres es tal que le devuelve al acordeón su importancia desplazado por el Rey Buitrago y por Bovea excelentes punteros de guitarras, inimitables. Cosa que habían intentado sin éxito muchos nombres  ilustres. Se dirá que lo hizo porque Buitrago había muerto y Bovea había dejado el país; pero…por qué no otro sino precisamente él? Porque Julio Torres entendió que lo de menos es con qué se toque sino lo que se toque, y de tal suerte él no se limitó a seguir letras sino que hizo sus canciones, llevó el comando con la guitarra y supo instruir a su fuelle Jorge Rojas para triunfar donde otros quedaron tendidos. Los hombres pasan pero sus realizaciones a veces los convierten en leyendas eternas como el misterioso, casi macabro caso de Julio Torres que solo duró un año triunfando y cuando recibió el trofeo, decidió irse a Cartagena a conocerla y a ver por vez primera el mar que tanto amó, el agua a la que tantas veces cantó. Un absurdo accidente, un estúpido resbalón en cubierta, y el mar se lo llevó para siempre. Aunque solo fuera por eso Julio Torres es un artista inmortal.